Ahorrar en tiempos de crisis tiene su arte. Incluso, algunas personas se jactan de ser especialistas en encontrar las mejores ofertas en todo.
Sin embargo, hay seres humanos que llevan el asunto al extremo. No tienen receta mágica para estirar su presupuesto. De hecho, se someten sin una, de tipo médica, a los procedimientos más extremos que existen, como su falta de noción de las consecuencias.`
En esta nota te presentamos varios ejemplos que te harán sentirte satisfecho no solo de ahorrar, sino, de conservar la dignidad a la hora de hacerlo.
Vendiendo un testículo: la “hazaña” de Mark
La historia de Mark Parisi, comenzó a ser contada, de menos a más, en el canal TLC.
En el episodio dedicado a su tacañería extrema, lo muestra como un hombre de mediana edad, recogiendo cada centavo en un casino de Las Vegas, a donde reside desde hace años.
Con una buena cantidad, recogida-literal-de hasta los pisos de los baños, el sujeto logra una mensualidad que le permite costear sus gastos principales.
“Es un buen tipo, pero es un tacaño extremo”, confirma su amigo, Richard Delgado.
Acto seguido, Mark es mostrado en una de las piezas del departamento que comparte con otra persona, enseñando su calzado. Asegura que su “roommate” iba a tirarlos porque estaban rotos. Pero, para no incurrir en gastos de calzado nuevo, este tacaño extremo encontró la solución.
“Cuando el perro de mi compañero lo mordió, lo pinté con marcador negro”. Fue la solución para un hombre que vive de las sobras de los demás.
Si para algunas personas esto no es suficiente señal de la condición de Parisi, lo que vino después en el programa fue lo más revelador.
Mark se sometió a estudios para ser donador de uno de sus testículos. Le ofrecieron 35 mil dólares (más de 27 millones de pesos chilenos).
La razón, que el sujeto reveló más adelante en el programa de la cadena CBS, The Doctors, fue que quería comprarse un vehículo: un Nissan 370X, valorado en 45 mil dólares. La otra parte del dinero la fue recogiendo del suelo, mesas de restaurantes y de comprar comida con fecha caducada.
“¿Qué parte de tu cuerpo vas a donar?”, le preguntaron los conductores del show.
“Voy a donar uno de mis testículos por 35.000 dólares”, dijo Mark.
En EEUU, como en otros países, la venta de órganos es prohibida. No obstante, Mark se aferró al hecho de que su “donación” a la ciencia, le sería compensada con un cheque abultado.
Experimentos por dinero a los que se someten algunos migrantes
Desde vaciar su inodoro una vez por semana, o reutilizar servilletas para no comprar papel higiénico, son estrategias que dejan cortos a quienes se sienten tacaños por rellenar con agua el bote de shampoo, entre otras medidas paliativas al mal tiempo económico.
Sin embargo, hay quienes ven en las donaciones, con fines biológicos, la oportunidad perfecta para recibir dinero, producto de las compensaciones.
Por ejemplo, un donador de espermatozoides en territorio estadounidense, puede llegar a recibir entre 30 a 200 dólares por donación. Las mujeres capaces de donar óvulos en perfecto estado para otras que deseen procrear, pueden obtener entre 5.000 y 10.000 dólares, según portales como Beliefnet.com.
Pero no todo tiene que ver con avaricia o tacañería. La BBC presentó testimonios de migrantes en EEUU, quienes se someten a experimentos de las grandes farmacéuticas (“Big Pharma”) para probar los medicamentos que no pueden salir al mercado sin haber descartado daños a la salud pública. Ahí entran en juego los que migran al gigante del norte y han perdido el trabajo que les permitía pagar la costosa renta, entre otros gastos.
“Quizás cuando esté muriéndome en la cama me lamente de haber puesto mi salud en riesgo por ganar US$6.000 en 15 días. Pero ¿dónde tú ganas tanto dinero en tan poco tiempo en Miami? El primer estudio clínico que hice fue por una situación de emergencia. Vivía solo, en un cuartico de 4×4 dentro de una casa tráiler. Trabajaba como periodista para una publicación digital que quebró”, asegura un cubano que fue identificado por el medio británico, como “L”.
El hombre, de entonces 49 años, reconoció que estaba en la quiebra. Tomar un medicamento por semanas, para observar si era nocivo o no al resto, fue su salida más inmediata: “Me quedaban US$250 en el bolsillo y no tenía con qué pagar la renta”.
El tacaño, visto desde lo psicológico
¿Qué pasa por la mente de un tacaño? La psicóloga, Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), le dijo a Infobae hace algunos años que los que ostentan dicha personalidad “Se caracterizan por un sentimiento de dolor, de profundo sufrimiento a veces insoportable, ante la idea de gastar dinero, pues nunca les resulta suficiente lo que tienen”.
Psicológicamente, la primera infancia es una de las etapas más delicadas de los seres humanos. Es cuando los cuidadores (padres o encargados de crianza) juegan un rol fundamental que hace de niños y niñas el pequeño roble que afianza sus cimientos, o el más endeble árbol que sufre embestidas emocionales cuando llega a la madurez.
Guraieb, confirma la importancia de ese papel hacia el niño.
“Considero que estos patrones de comportamiento tienen su origen en la primera infancia, en dónde les faltó afecto y se aferraron a los objetos, regalos, como lo único sobre lo que ellos pudieran controlar, manejar, dominar, y de ahí que es bastante complejo pretender que cambien porque está muy fijado el valor que le adjudican al dinero. Como dice el viejo refrán: ‘Viven pobres y mueren millonarios"”.
Existen estudios que se han dedicado a lo largo de los años a investigar la situación emocional que rige sobre los considerados tacaños, ya sea en extremo o en formas menos excesivas. Por ejemplo, en 2014, la Universidad de Queensland, Australia, realizó un estudio para determinar las reacciones fisiológicas en estos.
“Queríamos comprender las reacciones fisiológicas que tiene la gente en estas situaciones tan límite mientras usamos monitores de ritmo cardíaco para realizar un seguimiento de la variabilidad del ritmo cardíaco -la variación en el intervalo de tiempo entre los latidos del corazón”, sostuvo el autor del estudio, profesor Uwe Dulleck.
El coautor de la investigación reveló otros detalles que dan una idea de lo que atraviesan estas personas. El doctor Markus Schaffner, aseguró que surge una “culpa” de quienes viven de pedir que les bajen los precios más allá de lo normal. Su tensión aumenta. Es decir: el tacaño sufre en su condición.
“Esto puede ser visto como evidencia de que nos solidarizamos con la gente y nos ponemos en sus zapatos en este tipo de situaciones. Los resultados indican que tenemos sentimientos negativos cuando tratamos injustamente a alguien, por ejemplo, ofreciendo un valor por debajo del 40 por ciento del total.
¿Qué sucede con quien recibe la petición de rebaja extrema? También son colocados en una posición tensa, debido a que no pueden o deben acceder a lo que quiere el cliente.
“Hay un costo emocional y fisiológico y nos sentimos incómodos. La contraparte también se siente estresada con ello -primero, porque sufren la injusticia, y segundo, porque tienen la oportunidad de castigar al ofertante al rechazar su ultimatum y dejar a ambos sin dinero”, sostiene el doctor Schaffner.
Lo anterior, fue medido científicamente al colocar oxímetros a dos grupos de personas que se dividieron entre vendedores y compradores, generándose resultados en el estudio que fue bautizado como “Juego de ultimatum”. Sin duda, algo que emprendedores y clientes han experimentado en tiempos que siempre son difíciles por razones macro o microeconómicas y que en la mayoría de casos no tendría que ver con tacañería.