Los choques generacionales han estado presentes durante toda la historia del ser humano. Esto viene dado porque ninguna sociedad es estática, más bien todo lo contrario: siempre los rituales y costumbres se vuelven más complejos y cambiantes.
De acuerdo a la RAE, se definirá generación como “el conjunto de las personas que tienen aproximadamente la misma edad, quienes habiendo nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o de la creación”. Aquello hace que, precisamente, los seres humanos sean más afines con personas de un rango etario similar.
Fue hasta hace poco que William Strauss y Neil Howe escribieron su libro sobre las teorías generacionales, poniendo por primera vez en la palestra términos como Baby Boomer, Generación X, Millennials o Centennials, para describir a las generación que actualmente conviven en el planeta.
A grandes rasgos, Boomers son aquellos que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, se criaron con la música de Elvis Presley y los Beatles y probablemente hoy sean los abuelos de las familias. Por su parte, los “X” nacieron posterior a 1965 y fueron quienes encabezaron el desarrollo tecnológico actual.
Por otro lado, Millennialls son quienes nacieron desde 1980 en adelante, conocidos por ser los hijos de los boomers, aquellos que utilizaron internet desde pequeños y se quedaron mucho más tiempo en la casa de sus padres. En tanto, los Centennials se caracterizan por ser descendientes directos de los “X” y hacer popular términos como “nativo digital”.
Hoy en día, internet es el lugar donde se evidencia con mayor notoriedad el choque generacional. Esto no sólo aplica a los contenidos y usos que dan las personas a las redes sociales, sino que a otro punto clave: las opiniones.
Más de alguna vez alguno de nosotros ha visto escrito en internet el término “Generación de Cristal”, básicamente para referirse hacia los jóvenes actuales, y aquellos que vienen saliendo de la adolescencia.
Este concepto fue acuñado por primera vez por la filósofa española Monserrat Nebrera, en 2012, en un documento académico que tituló Vox Populi. En éste, ella hizo referencia a las complicaciones que tendrían los niños de ese tiempo en el futuro cercano.
Nebrera basa su análisis en que los hijos de la Generación X “sufren a menudo con la frustración y son hipersensibles a los rechazos”, lo que abrió un eterno debate sobre “qué tan preparados están ellos para ser los adultos del futuro”.
¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Los Centennials, que según Nebrera representan el inicio de la “Generación de Cristal”, son los actuales veinteañeros de la sociedad, aquellos que cursan la universidad y están dando sus primeros pasos en el mercado laboral.
En palabras simples, ellos son los que están ingresando a la adultez, aunque en la actualidad ven ‘de lejos’ el sentirse dentro de esta etapa de la vida.
Para realizar un análisis sobre las características que tienen en común estos jóvenes, BioBioChile se contactó con Jennifer Conejero, neuropsicóloga infantojuvenil de Clínica Santa María, quien puso algunos antecedentes sobre la mesa.
“Me parece que son personas más críticas de la sociedad en qué se han criado, valoran más el disfrutar de las situaciones que el tener que cumplir con normas o prerrogativas impuestas. Por ejemplo, a muchos más jóvenes les parece normal tomarse un ‘año sabático’ después de terminar el colegio para definir qué quieren hacer con su vida”, indicó.
“Se aprecia una decepción del mundo adulto, probablemente heredada de estos mismos, donde conviene de huir de las responsabilidades personales del crecer como casarse o tener hijos, y tolerar situaciones de sobreexigencia laboral. Por otro lado, hay un grupo que siente una responsabilidad social, son aquellos que marchan y protestan y que dejan en evidencia injusticias históricas”, agregó.
Un análisis similar realizó Fernando Marchant, psicólogo clínico de Vidaintegra, quien recalca algunas características que hace a este grupo distintos de sus padres o hermanos mayores.
“Se caracterizan por permanecer más tiempo en la casa de sus padres. En Chile el promedio es de 27 años, recién ahí ya pueden emigrar e independizarse. Son jóvenes que trabajan en lo que quieren, por lo mismo rotan mucho entre distintos trabajos, pueden llegar a los 30 años y estar en su quinto empleo”, expuso.
“Se apoyan en la tecnología para ampliar el contacto social, son muchachos que pasan muchas horas en internet, conectados a distintas plataformas, por lo que se desconectan de lo que pasa en su alrededor. Son personas que no tienen mucha comunicación con padres y generaciones anteriores. Se caracterizan por su egocentrismo y no tranzar con el engaño”, añade al análisis.
En este sentido, Marchant hace la primera diferencia vital con sus progenitores (Generación X): “Por otro lado, los padres suelen ser más estructurados y tienen más tolerancia. Es un grupo (X) que se caracteriza por ser más sobreprotector y complaciente, que por lo demás esto es lo que más ha afectado en el desarrollo de sus hijos. Son más estables, organizados y tienden a permanecer más en trabajos”.
De acuerdo a lo expuesto por Conejero, puede resultar un tanto injusto señalar a los adolescentes y jóvenes actuales como “seres de cristal”, asegurando que existen muchas variables que explican las conductas humanas, como el contexto.
“Hablar de ‘generación de…’, me parece siempre reduccionista, habría que acotarlo no solo a tiempos, sino a condiciones psicosociales. No es lo mismo ser niño, joven o adulto en Europa, Asia o América del Sur, ser pobre o rico, con discapacidad, minoría”, comentó.
Sin ir más lejos, la profesional de Clínica Santa María también sostiene que frustrarse con mayor rapidez, o incluso ser más afín a la ‘cultura de la cancelación’, podría tener algunos aspectos positivos.
“Probablemente sí hay baja tolerancia a la frustración. Pero ojo que esto no es necesariamente un problema, por ejemplo, antes las mujeres debíamos aceptar conductas machistas, ahora eso me frustra y lo expreso, los hombres no debían expresar sentimientos, ahora lo hacen con mayor frecuencia. Antes el maltrato a estudiantes y la explotación laboral eran válidos, ahora los jóvenes no están dispuestos a eso, lo cual es bueno”, aseveró.
Para Marchant, parte de los factores que determinan cómo se desenvuelven los adolescentes de hoy son la crianza, acceso rápido a la tecnología y la forma cómo ellos han empezado a comunicarse.
“Podríamos decir que, al estar en un mundo más rápido, invadido de mucha información, donde las respuestas son instantáneas, los viajes son rápidos y están siempre conectados, han sido criados en una condición de inmediatez y de resolver las cosas ‘aquí’; lo que va generando una dificultad psicológica de postergar el placer, o ser tolerante a la frustración”, enfatiza.
“Como grupo, los jóvenes de hoy pueden tener esa característica de ser menos tolerantes al estar enfrentados a problemas, por haber tenido esta condición cultural y económica, que han sido envueltos en una situación desde la crianza”, asegura el psicólogo.
Marchant apunta a una situación similar: “El problema tiene que ver con estilos de crianza, que en muchos casos han sido extremadamente permisivos, poco contenedores, ambivalentes donde se mezcla la aceptación de generaciones anteriores de tener hijos sin que realmente lo quisieran o supieran qué exigencias conlleva, lo que hizo que trataran de reparar sus falencias afectivas, compensar por el exceso de trabajo de los padres (la culpa), para luego encontrarse con la transgresión de normas y reaccionar de manera violenta”.
“Entonces esos jóvenes no saben cómo afrontar nuevos desafíos o esperan que se les dé todo sin razón alguna y si no es así, responden de manera inadecuada. Y si lo examinamos en la actualidad, aún falta enseñar, difundir que la crianza respetuosa no está exenta de límites y exigencias acordes a la edad de cada individuo”, agrega la profesional.
No obstante, también es necesario analizar otro punto bastante importante, ya que los dos profesionales están de acuerdo en que el fenómeno del “choque de generaciones” no es algo nuevo, ya que ha existido por mucho tiempo.
Por lo tanto, es muy probable que quienes nacieron después del “Baby Boom”, posterior a la Segunda Guerra Mundial, también hayan sido mirados con recelo por parte de quienes los antecedían, mismo caso para la Generación X en su infancia.
“Por algo está el clásico dicho ‘todo tiempo pasado fue mejor’, como forma de idealizar lo que ya no está, pero al analizar la historia quedan dudas al respecto, aunque todas las épocas han tenido cosas buenas y malas, obviamente”, acota Conejero.
“Culturalmente se tiene la idea de que todo tiempo pasado fue mejor, entonces está la comparación de que ‘antes nosotros éramos mejores de lo que hoy en día hay’. Es una condición subjetiva de percepción. A mi modo de entender cada etapa tiene una dualidad, que puede ser vista a favor, como en contra. Lo importante es concentrarse en lo positivo y lo que aporta cada condición que nos toca vivir”, enfatiza Marchant.
“Es importantísimo que la juventud se conecte con lo valórico, con los cambios de la convivencia y existencia humana respecto a la igualdad y respeto. Eso antes estaba en desmedro, o no se tenía la fuerza de apreciar que si vemos a jóvenes que sí logran expresar. Cada etapa tiene su característica y los jóvenes serán vanguardista en los cambios sociales”, añade el terapeuta.
Los jóvenes ante la pandemia
Niños y adolescentes han sido uno de los grupos más perjudicados por la pandemia y la imposibilidad de estar en espacios de socialización. Sin ir más lejos, especialistas ya alertan sobre una cuarta ola de la salud mental en menores de edad.
Tiempo atrás la psiquiatra Viviana Herskovic indicó a BioBioChile que este grupo ha perdido una parte esencial de su desarrollo, la cual involucra la relación con sus pares.
“Los adolescentes están en una etapa del desarrollo donde naturalmente las relaciones sociales que más les interesan son con los grupos de pares, es decir estar con los amigos o pololear. Entonces, la disminución de eso se les puede hacer muy difícil, porque ellos no tienen a veces tanto interés en pasar su tiempo con la familia, sino que con sus pares”, indicó.
De acuerdo a lo expuesto por Conejero, las consecuencias de la crisis sanitaria en la salud mental ya se están viendo: “Este es un fenómeno que no habíamos visto antes, es de alta exigencia para todas las edades con efectos nefastos en salud mental para grandes y chicos”.
“Mi impresión es que los jóvenes consultan más a psicología, expresan más la desesperación y tristeza, el aburrimiento y la necesidad de contacto con sus pares, sin embargo, los adultos ejercen más violencia contra mujeres y niños (hay estadísticas al respecto), consumen más alcohol, tienen más trastornos del sueño, pero en un alto porcentaje, sienten que deben rendir de manera normal sin quejarse, lo que hace que aparezcan conductas desadaptativas”, recalcó.
Por ahora, la profesional sostiene que una forma de poder sobrellevar la situación de encierro, y en muchos casos de soledad, es saber expresar las emociones de una forma responsable.
“El reconocer la propia debilidad es una fortaleza, aunque suene paradójico, es el punto inicial para generar cambios, el reclamar puede ser también un espacio de desahogo y el llamado de atención para buscar estrategias de bienestar”, concluyó.