“Me enseñaron que un cuerpo significa sexualidad y que la sexualidad es un pecado. Para mi mente, mi cuerpo se había convertido en una maldición”. En pleno 2021, la Mutilación Genital Femenina (MGF) o ‘ablación’, continúa siendo una práctica con fines purificadores para la mujer, los que afectan negativamente el bienestar y salud física y psicológica de las niñas y mujeres.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la MGF en los 30 países de África, Oriente Medio y Asia donde se concentra esta práctica.

Países que practican la MGF | Archivo OMS

En la mayoría de los casos se practica en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años. Entre sus consecuencias graves están las hemorragias graves y problemas urinarios, y durante el desarrollo de la mujer pueden causar quistes, infecciones, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.

Origen de la Mutilación Genital Femenina

No se sabe con seguridad cuándo y dónde comenzó a realizarse esta práctica, pero en algunas investigaciones se sitúa a Egipto hace unos 4 mil años, debido a estudios realizados a algunas momias encontradas con este tipo de intervención; y que se habría extendido por culturas y comunidades más tribales, específicamente de África, según datos de un estudio antropológico de la Universidad de La Sorbonne-Paris I.

Antropológicamente hablando, la MGF no es considerada una ‘cultura’, sino más bien es una costumbre, entendida como proceso, expresión de la vida humana, forma de comunicación y respuesta a unas necesidades básicas y significa las transición a la vida adulta, explica el estudio.

“La mutilación genital femenina es ilegal, viola los derechos de los niños” | Agencia AFP

En la actualidad, se registran 30 países donde continúan realizando esto, incluyendo a India, Indonesia, Iraq, Paquistán y en algunas comunidades pequeñas de Latinoamérica, específicamente comunidades indígenas de Colombia. También, países como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda donde se registran pocos casos y poblaciones emigrantes que habitan la parte de Europa Occidental, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Este proceso, implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que se reconoce internacionalmente como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.

Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.

En la mayor parte de los casos, la MGF es realizada por circuncisores tradicionales que suelen tener otras funciones importantes en sus comunidades, tales como la asistencia al parto. En muchos lugares, los proveedores de asistencia médica practican la mutilación genital femenina movidos por la errónea creencia de que el procedimiento es más seguro si se realiza en condiciones esterilizadas y médicas.

UNICEF

Además existen varios tipos de MGF. La OMS los clasificó en 4:

Tipo 1: resección parcial o total del glande del clítoris (la parte externa y visible del clítoris, que es la parte sensible de los genitales femeninos) y/o del prepucio/capuchón del clítoris (pliegue de piel que rodea el glande del clítoris).

Tipo 2: resección parcial o total del glande del clítoris y los labios menores (pliegues internos de la vulva), con o sin escisión de los labios mayores (pliegues cutáneos externos de la vulva).

Tipo 3: denominado a menudo infibulación; estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella procediendo a cortar y recolocar los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin resección del prepucio/capuchón del clítoris y el glande del clítoris (tipo 1).

Tipo 4: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, tales como la punción, perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.

Testimonios a través del tiempo

“Lucho con mis pensamientos sobre mi orientación sexual. ¿Cómo sabría? Siempre solía preguntarme: ¿Odio la sexualidad porque me enseñaron a tenerle miedo al sexo o realmente es que no me importa?”, le cuenta Omnia Ibrahim, una bloguera y cineasta egipcia al medio BBC Mundo.

Bishara, originaria de Kenia, dijo al medio citado anteriormente, cómo fue su experiencia con la MGF. “Me vendaron los ojos. Una mujer me amarró las manos por detrás. Me abrieron las piernas y me agarraron mis labios vaginales”.

“Después de unos minutos, sentí un dolor agudo. Grité, grité, pero nadie pudo oírme. Di patadas para liberarme, pero me tenían agarrada por las piernas. Fue patético, usaron la misma hojilla para cortar a todas las niñas, añadió Bishara.

Soumayya nació en Sudán. Su madre falleció en el parto y su familia era su padre y dos hermanas mayores. Al crecer, su padre se negó a que a sus hijas le realizaran la mutilación genital femenina, práctica muy común en dicho país.

“Como no me habían practicado la ablación (MGF), me insultaron durante toda la infancia. La gente me señalaba y decía: ‘no le han hecho la ablación, no es una buena chica”, contó Soumayya en una publicación de las Naciones Unidas.

Al cumplir 20 años y tras la muerte de su padre, le dijeron que tendría que someterse a la MGF para contraer matrimonio. “Pues dije que no, de ninguna manera. Me negué a que me mutilaran y por eso no me casé”.

En vez de casarse, Soumayya fundó una organización de mujeres, Saleema, para promover la erradicación de esa práctica. El grupo desarrolló campañas comunitarias de educación a fin de informar a los padres y las familias de las niñas acerca de las consecuencias nocivas de la MGF, organizó protestas en su contra y a veces acogió a niñas de seis años para mantenerlas lejos de sus familias cuando llegaba el momento de practicar la ablación.

En 2012, Soumayya fue arrestada y encarcelada por su lucha. En los meses que pasó en prisión, sufrió abusos físicos por parte de sus carceleros, fue violada en varias ocasiones y quedó embarazada. Durante el embarazo fue acusada de prostitución y sentenciada a recibir cien golpes de vara, castigo que fue ejecutado en una plaza pública y que causó la muerte del feto.

Actualmente, Soumayya sigue liderando Saleema y luchando por los derechos de las mujeres para erradicar la mutilación genital femenina, que al menos en Sudán, el 87% de las mujeres y las jóvenes entre 15 y 49 años ya han sido sometidas a la ablación.

Apoyo a víctimas de MGF

Alrededor del mundo existen varias organizaciones que se dedican a prestar ayuda a las niñas y mujeres que han sido víctimas de este tipo de abuso.

UNICEF y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) dirigen conjuntamente el programa mundial más importante para la erradicación de la mutilación genital femenina. Este programa promueve leyes y políticas de tolerancia cero, al tiempo que colabora con trabajadores de la salud para eliminar esta práctica y prestar asistencia a las mujeres y las niñas que han sido sometidas a ella.

Etiopía, padre apoya a sus hijas en erradicar la MGF | Naciones Unidas

También existe The Woman Stats Project, un proyecto de la Universidad de Brigham Young, en Estados Unidos, que investiga y recopila bases de datos sobre diferentes temas relacionados con las mujeres en todo el mundo.

La Confederación Nacional Mujeres en Igualdad en España, posee un programa de prevención de la Mutilación Genital Femenina, quienes reciben donaciones monetarias para ayudar y apoyar a niñas que estén en este riesgo.

La Fundación Kirira es una ONG que se dedica a ayudar médica y psicológicamente a mujeres que han sido víctimas de MGF, además de proteger los derechos de niñas que puedan ser expuestas a este proceso, además de ayudar a niños en riesgo. Desde 2007 operan en Kenia y reciben donaciones y voluntarios que quieran unirse esa noble causa.

Todos los datos e información sobre cómo ayudar y/o aportar a las víctimas de MGF, está disponible en los sitios web respectivos, linkeados en la nota.