Jeanne Pouchain, de 58 años, vive en el plácido pueblo de Saint-Joseph, en la región de Loira, Francia. En 2017, durante la apelación en un litigio contra una exempleada suya, la corte aceptó como válido que Jeanne estaba muerta, sin revisar los documentos necesarios. A pesar de no existir un certificado de defunción, la francesa fue declarada fallecida ante los ojos de la ley.

La historia comenzó en realidad hace unos veinte años, cuando Pouchain despidió a su trabajadora, por ser la supuesta causante de llevarla a perder un importante contrato con un cliente. La empleada contraatacó denunciándola el el Juzgado del Trabajo francés, el cual ordenó en 2004 que se le pagara una indemnización de 14.000 euros (cerca de 12 millones de pesos chilenos), pero debido a que la acción se emprendió contra la empresa y no contra Pouchain como persona, nunca pudo ejecutarse.

A pesar de esto, la denunciante no se rindió. Tras otra solicitud declarada inadmisible en 2013, en 2016 llevó el caso al Tribunal de Apelación, esta vez con una gran diferencia: dirigió el procedimiento contra los herederos de Jeanne, su esposo e hijo, pues en su caso estableció, simplemente, que Pouchain había muerto.

“Y la justicia le creyó sin ninguna prueba”, declaró la afectada en un reportaje realizado por TF1.

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La francesa explicó que el hecho de perder su existencia legal y todos los derechos que esta conlleva, la tienen viviendo en un limbo. Ya no tiene licencia de conducir, ni cuentas bancarias, ni seguros. “Ya no tengo identidad”, declaró.

“Nuestra vida no sólo se dio vuelta, sino que hizo explosión. Sólo hablamos de esto, sólo pensamos en esto” declaró a TF1. Actualmente la mujer vive en pánico: como reportó The Huffpost, está “en un miedo constante, sin atreverse a salir de su casa”. “Ya no existo. No hago nada… sólo me siento y escribo. La situación es macabra”, declaró Jeanne.

“Inicialmente fui a ver a mi abogado, quién me explicó que la situación sería resuelta rápidamente con sólo ir a ver a mi doctor para certificar que, efectivamente, sigo viva. Sin embargo, como se dictó una sentencia legal, esto no fue suficiente” declaró a periodistas locales.

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Aunque Pouchain confesó que no puede perdonar a la mujer cuyas acciones le trajeron tantos problemas, tampoco desea dar a conocer su identidad.

El pasado lunes, el abogado de la “fallecida”, Sylvain Cormier, presentó una moción para invalidar la decisión tomada en 2017, acusando que hubo un grave error por parte de los jueces. Explicó que nunca en su carrera había tenido que lidiar con un caso tan disparatado. “Al principio, me costó creerle a Jeanne. Jamás pensé que un juez declararía y consideraría a un individuo muerto sin tener un certificado de defunción”, dijo.

“La querellante simplemente afirmó que Madame Pouchain estaba muerta, sin ninguna evidencia, y todo el mundo le creyó. Nadie se tomó la molestia de verificar la información” declaró el abogado. Cormier considera que la exempleada engañó intencionalmente a los magistrados para poder ganar a expensas de sus herederos. El abogado de la otra parte contraargumentó que Pouchain era la verdadera causante de este problema, ya que habría fingido estar muerta para no pagar los daños, acusaciones que la francesa ha negado.

Este “calvario burocrático” como lo han descrito, es en parte responsabilidad del abogado que en la época tenía Puchain. Cormier le reprocha que no proporcionó evidencias de que la acusada estaba viva. La ironía, como explicó la mujer, es que “la administración me dijo que ya no estoy muerta, pero que aún no puedo ser considerada viva, pues debo realizar una serie de trámites”.

Fotografía: Jean-Philippe Ksiazek/AFP

En su intento de “resucitar” de manera oficial, presentó una solicitud de registro en tribunales. Este procedimiento inusual debería cuestionar la decisión judicial tomada hace tres años. Coralie Delhaye, que trabaja en el caso de Pouchain, explicó que esta solicitud “permitiría anular la sentencia realizada años atrás. Restablecería la situación, aclarando que Jeanne, efectivamente, nunca estuvo muerta”.

“Es tiempo de decir basta. Me di cuenta que nadie iba a pelear por mí. La abuela de mi esposo, que sigue viva, tiene 102 años y ha pasado una serie de experiencias difíciles, incluyendo la guerra, pero dice que jamás sufrió algo tan duro como la situación que yo he tenido que enfrentar” declaró afectada Jeanne.