El francés Alain Cocq, que sufre una enfermedad incurable y milita por una muerte “digna”, afirmó el sábado que quiere dejarse morir y advirtió que esta vez llegará “hasta el final”.
“A partir del lunes 12 de octubre a las 00:00, suspenderé toda la hidratación, la dieta y el tratamiento salvo los analgésicos”, dijo a la AFP Cocq, de 57 años.
Sufre una enfermedad extremadamente rara, sin nombre, que hace que las paredes de sus arterias se peguen, provocando una “isquemia”, esto es, un paro o insuficiencia de la circulación sanguínea en un tejido o un órgano.
Su primer intento de dejarse morir fue el pasado 5 de septiembre, cuando puso fin a toda la hidratación, dieta y medicamentos, pero varios días de sufrimiento que describió como “insoportable” llevaron a su hospitalización y la reanudación de su tratamiento.
“En ese momento intervino el Samu (servicio de urgencias francés) y se ofreció a aliviar mi dolor, lo cual acepté: hubo un malentendido porque entendieron que era necesario reanudar la hidratación y la dieta”, explicó Cocq, postrado en su cama, por videoconferencia en la Asamblea General de la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad (ADMD) que se celebró el sábado en Dijon (este de Francia).
“Esta vez, está claro: tuve la ayuda de un abogado y el Samu será notificado por correo”, dijo Cocq a la AFP.
Cocq precisó que fue asesorado por el abogado François Lambert, sobrino de Vincent Lambert, un enfermo en estado vegetativo que falleció en julio de 2019 tras recibir una sedación profunda, deseada por su esposa y un sobrino, y a la que se oponían sus padres.
Cocq considera que ya no tiene una vida “digna” debido a una enfermedad muy dolorosa que lo tiene postrado en la cama. En agosto pidió sin éxito al presidente francés, Emmanuel Macron, que autorizara a los médicos a recetarle un poderoso barbitúrico que le hubiera permitido, dijo, “irse en paz”.
“Mis intestinos se vacían en una bolsa. Mi vejiga se vacía en una bolsa. No puedo alimentarme, así que me ceban como a un ganso, con un tubo en el estómago. Ya no tengo una vida digna”, relató en una entrevista anterior.
Milita por la autorización del suicidio asistido, al que considera como una “última cura”.
Una ley francesa de 2016 solo autoriza la sedación profunda para personas que se hallan a pocas horas de una muerte segura.