Una adolescente británica que no soportó el aislamiento debido a la pandemia del coronavirus murió después de un intento de suicidio.
Tal como recogen medios internacionales como New York Post, se trata de Emily Owen, una joven de 19 años que trabajaba como mesera en la ciudad inglesa de King’s Lynn y que falleció en un hospital el domingo pasado después de tratar de quitarse la vida por temor a los “impactos en la salud mental” del aislamiento en medio del Covid-19.
De acuerdo al citado medio, Owen había advertido a sus familiares que no podía lidiar con “su mundo cerrándose y planes cancelados” durante la pandemia.
Los padres encontraron a la muchacha en estado grave el 18 de marzo, por lo que la llevaron rápidamente a un centro médico. No obstante, tras ser internada su estado no mejoró. Finalmente su familia decidió no alargar su sufrimiento por lo que fue desconectada.
Lo anterior permitió a los médicos preparar sus órganos para donarlos y así cumplir con uno de los anhelos de la joven. Algunos de estos órganos ayudarán a cuatro personas, dentro de las que se incluyen tres niños.
“Estamos desconsolados porque no la veremos pasar por nuestras puertas como un tornado de energía nuevamente, ni escucharemos su característica risa”, indicaron sus colegas del local en el que trabajaba a través de un sitio habilitado para recaudar fondos.
“Ella era una gran parte de nuestro equipo y la extrañaremos enormemente”, agregaron sus compañeros de labores.
Owen había sido diagnosticada hace cuatro años con “autismo de alto funcionamiento (AAF)”, y de acuerdo a su hermana Annabel, había tenido problemas de adaptación.
“Ella no quería que nadie lo supiera, pero ahora que se fue queremos que la gente sepa que el autismo se presenta en todas las formas y tamaños”, escribió.
“Emily estaba muy preocupada por el coronavirus en sí, pero más preocupada por el impacto del aislamiento en la salud mental y el miedo a lo desconocido”, sostuvo.
Cabe señalar que el autismo de alto funcionamiento es un término informal que se suele aplicar a aquellas personas autistas que se considera que poseen una mayor “funcionalidad” o “capacidad” que otros autistas. No obstante, actualmente no existe consenso sobre su definición del término.
De hecho, no es un diagnóstico reconocido en el DSM-IV-TR o el CIE-10. Según el sitio especializado El Cisne, en algunas ocasiones se confunde con el síndrome de Asperger.