Hace unas semanas el actor y exatleta Terry Crews, famoso por ser rostro de los comerciales de la marca Old Spice, fue consultado por uno de sus seguidores sobre el concepto de “masculinidad tóxica”.
La estrella, que ha alzado fuerte la voz al respecto en varias ocasiones, decidió responder con un ejemplo claro y directo, pero al mismo tiempo desgarrador. “Mi padre (es un hombre tóxico). Y la toxicidad es cuando él golpeaba a mi mamá en la cara. ¿Próxima pregunta?”, fue la breve intervención de Crews.
Pero no sólo el actor de “¿Y dónde están las rubias?” ha sacado a colación el concepto. La marca de productos masculinos Gilette, lanzó un comercial -no exento de polémica- en el que denunció la “masculinidad tóxica”, mostrando diferentes actitudes que desde hace años se han normalizado entre los varones.
En la secuencia se aprecia a niños peleando mientras los papás ríen por eso, hombres acosando a mujeres y hasta un jefe burlándose de una empleada. Asimismo, realiza referencias al movimiento #MeToo, el cual surgió en 2017 tras las acusaciones por abuso sexual en contra del productor de cine Harvey Weinstein.
“No podemos esconderlo. Ha estado yendo lejos por mucho tiempo”, señala el narrador del comercial. “Porque los niños que te miran hoy, serán los hombres del mañana”, añade bajo el eslogan “Lo mejor para el hombre”.
Todo esto, ha llevado a muchos a reflexionar en torno a qué significa este concepto y por qué -como señala Crews- daña tanto a hombres como mujeres.
¿Qué es la masculinidad tóxica?
Los hombres no deben llorar. Deben ser siempre fuertes. Deben hacerse respetar a golpes si es necesario. Deben ser proveedores y ser el sostén de su hogar. Las mujeres deben hacerles caso y satisfacerlos. Deben controlar a su mujer. No pueden ser débiles, mamones, sensibles, ni vulnerables, nunca, porque eso no es de macho.
Todo eso puede resumir de manera bastante simple en qué consiste la masculinidad tóxica, patrones de comportamiento normalizados hace décadas que dictan lo que un hombre “debe ser” para ser una persona digna y respetable.
“Es fundamental que cambiemos el imaginario que tenemos sobre la masculinidad. Hay toda una construcción simbólica de qué es ser hombre que tiene que cambiar también desde lo cultural: lo que lees, lo que ves…”, señaló al diario El País, Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, investigador de género, masculinidades y derechos LGTBI y autor de El hombre que no deberíamos ser (Planeta, 2018).
La masculinidad tóxica -también conocida como hegemónica- instaura la agresividad y la invulnerabilidad como valores inherentes de un hombre “de verdad”, rechazando cualquier característica considerada “femenina” como la debilidad, fragilidad o la sensibilidad.
Este tipo de modelo patriarcal también dicta los gustos y aficiones que deben tener los varones. A los hombres deben apasionarles los deportes como el fútbol y nada de interesarse en la danza. Además deben ser fanáticos de los automóviles y beber bebidas alcohólicas fuertes, nunca tragos dulces de “niña”. Deben saber hacer asados, vestir con colores sobrios y tener fascinación por la guerra. Esto no quiere decir que si eres hombres y te agradan este tipo de cosas (el fútbol, hacer asados, la ropa sobria, los autos, y los tragos fuertes) eres tóxico, el problema es que se imponga que todos deban ser así y que quienes tienen aficiones distintas sean hostigados, menospreciados y hasta humillados.
La masculinidad tóxica es también la que permite que las mujeres sean vistas como seres inferiores a la merced de la satisfacción masculina. Es la que promueve el acoso callejero, los abusos, las violaciones y la violencia de género.
“La sociedad en la que vivimos legitimiza el uso de la violencia para probar la masculinidad. En este mundo el más ‘macho’ es el que prueba que puede controlar todo a su alrededor y esa premisa es bastante peligrosa cuando se combina con armas, problemas mentales o fanatismo”, indicó a la revista Men’s Health, Vanessa Izaguirre, periodista venezolana residente en Canadá y Máster en Estudios de Género.
“A los hombres se les inculca una masculinidad tóxica que no los deja ser seres humanos, sino que los empuja a encajar en un patrón del ‘macho alpha’”, añadió.
Es tiempo de cambiar
Tal como recoge la cadena británica BBC, en octubre pasado la columnista feminista británica Caitlin Moran pidió a sus seguidores en redes sociales que contaran las dificultades de ser hombre. “Hombres, hombres de Twitter, ¿cuáles son las desventajas de ser hombre? Solemos discutir las desventajas de ser mujer, pero, ¿qué pasa con ustedes adorables chicos?”, escribió.
Esto despertó un arduo debate en Twitter donde muchos hombres manifestaron lo frustrante que puede ser sentirse limitado a expresar sus sentimientos o tener que comportarse de cierta manera para no ser “mal visto” o humillado.
“Es lo que he estado diciendo siempre. Hay un estigma sobre que los hombres hablen de sentimientos. Nacemos pensando que un hombre debería ser ‘duro’ y dejar de lado sus sentimientos porque no es ‘masculino"”, dijo un usuario.
En conversación con BBC, el artista digital estadounidense Phil Chan, dijo que producto de la masculinidad tóxica su padre nunca le mostró afecto. “Mi papá nunca me dijo que me amaba, aunque sé que lo hace. Tampoco me abrazó nunca. Incluso ahora que tiene más de 80 años, me encantaría que me lo dijera”, indicó.
“Después de que les conté a mis amigos más cercanos lo que siento por ellos, nos acercó más. ¡Nos abrazamos regularmente!”, indicó, añadiendo: “Creo que si a los hombres se nos enseñara a ser más vulnerables, podríamos ser más compasivos y empáticos”.
Tal como indicamos en un artículo anterior de BioBioChile, la represión emocional y la presión por cumplir ciertos cánones puede tener consecuencias nefastas. Celia Falcov, profesora clínica en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California-San Diego y autora de Familias Latinas en Terapia, indicó a la revista Alternet que el temor a ser percibido como vulnerable o débil también puede impedir que hombres o niños pidan ayuda cuando es necesario
Esto ha derivado entre otras cosas en que los hombres se suiciden más. La tasa entre hombres que se quita la vida -según la doctora en psiquiatría Anne Marie Möller Leimkühler- es al menos tres veces más alta que entre las mujeres. “El suicidio es la principal causa de muerte en hombres de entre 20 y 45 años, y es tres veces más frecuente que los accidentes de tránsito”, agregó en una oportunidad.
Pero ahora que tenemos mayor claridad, estamos a tiempo de formar hombres más libres y de a poco comenzar a desprendernos de lo que nos hace tanto mal como sociedad.