Según cifras entregadas en abril de este año por el Ministerio del Interior, el número de inmigrantes en Chile superaría el millón, lo que representaría un 5,5% de la población total. Asimismo, se estima que la cantidad de inmigrantes creció un 232% entre 2014 y 2017. Y de acuerdo al Departamento de Extranjería, estas personas provienen de Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela y Haití, en ese orden.

Pero aunque no son el grupo más numeroso, la comunidad extranjera que ha llamado más la atención entre los nacionales ha sido la haitiana, pues hasta hace unos años era muy extraño ver personas con rasgos afrodescendientes en la calle.

Esto último hizo que afloraran profundos sentimientos de rechazo entre algunos sectores de la población chilena, quienes han manifestado su molestia por compartir su nación con los ciudadanos del país caribeño, reconocido por su complicada situación económica.

De hecho, han surgido una serie de acusaciones de racismo, xenofobia y abusos contra ciudadanos extranjeros que han hecho de Chile su nuevo hogar. Esta situación fue incluso reportada por la prensa inglesa, la cual relató las duras situaciones que deben vivir centroamericanos en suelo nacional. A lo anterior se sumó el estudio que confirmó que aquellas personas con piel oscura son las más discriminadas por los chilenos.

Sin embargo, hay algunos expertos que postulan que esta situación -que no es exclusiva de Chile- no es sólo xenofobia (odio a lo extranjero), sino que es un tema mucho más profundo y que tiene más bien relación con el rechazo de gran parte de la población hacia la pobreza.

Lalesh Aldarwish | Pexels (CCO)
Lalesh Aldarwish | Pexels (CCO)

Aporofobia

“La corrupción del carácter consiste en admirar a los ricos y despreciar a los pobres, en vez de admirar a los sabios y las buenas personas y despreciar a los estúpidos. La gente admira a los que están bien situados y desprecia totalmente a los que parece que han fracasado en la vida, cuando en realidad la pobreza tiene que ver con el fracaso de una sociedad”, con esta radical frase, la filósofa española experta en ética, Adela Cortina, se refiere en el diario El Mundo a uno de los problemas reales de la sociedad actual.

La aporofobia -o rechazo profundo a la pobreza- es un término que fue acuñado por la académica de la Universidad de Valencia, quien está convencida de que muchas veces tildamos de “xenofobia” o “racismo” este ánimo adverso contra los inmigrantes o refugiados (en el caso de Europa), pero en realidad lo que produce aversión no es que esas personas provengan de otros países, sino es que sean pobres.

“Me parece oportuno que se ponga sobre el tapete que este fenómeno existe, dándole un nombre. Me llama la atención cuando se dice que hay que darle un nombre a las tormentas, por ejemplo, o a los ciclones, porque la gente se previene así frente a ellos. Pues el rechazo al pobre, el relegarlo socialmente, también hay que prevenirlo así, porque es lo más contrario a la dignidad de las personas y es un desafío contra la democracia. No puede ser que una parte de la población desprecie a otra y los considere inferiores”, afirmó al diario El País.

Dazzle Jam  | Pexels (CCO)
Dazzle Jam | Pexels (CCO)

El concepto ideado por Cortina destapa una realidad que algunos no quieren ver. “Se habla mucho de la xenofobia que es el odio al extranjero, la prevención o el recelo frente al extranjero, y a mi me da la sensación que eso no es tan así. Porque hay extranjeros que son muy bienvenidos, y son pues los futbolistas de fama, o los turistas que vienen a traer una gran cantidad de dinero, y son extranjeros pero todos estamos encantados de que vengan. Pero los pobres sí que molestan, parece que no se sabe qué hacer con ellos”, comentó la académica a la revista PlayGround.

“Desgraciadamente se da en todos los lugares, en todos los sitios. Los gitanos que molestan no son los de la familia de Lola Flores y que cantan y tocan maravillosamente bien, sino que (…) los de los barrios pobres”, ejemplifica. “A Trump no les molestan los extranjeros en general, sino que los mexicanos, nicaragüenses, los que cruzan la frontera, a esos hay que ponerles una valla, no a los que llegan en avión”, añade.

Lamentablemente -dice- hay partidos políticos que buscan ganar votos movilizando esos sentimientos. Ella dice que gente como Trump ha conseguido apoyo extendiendo la idea de que los inmigrantes les van a quitar el trabajo, traer problemas, solicitar beneficios de salud o que va a crecer la delincuencia. “Entonces empieza a unir la palabra ‘mexicano’ o ‘nicaragüense"” a esos conceptos, explicó, agregando que las personas que están en una situación “media-baja” intelectualmente y socialmente les suena como algo real.

“No puede ser que rechacemos a los pobres, entonces no tenemos una democracia inclusiva sino excluyente, y ni siquiera es una democracia. Si no se respeta la dignidad de todos no hay posibilidad de democracia”, sentencia Adela.

Pixabay (CCO)
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Bajo este concepto, vale la pena preguntarnos si en realidad lo que le molesta a algunos sectores de la sociedad chilena son los inmigrantes, o que la mayoría no provenga de países ricos y llegue a Chile buscando una mejor calidad de vida para ellos y sus familias.

¿Y qué se puede hacer?

Tal como rescata la agencia Europa Press, Cortina cree que hay dos puntos clave para combatir esta realidad. Lo primero es que los estados trabajen en serio por políticas sociales que localicen a las personas más vulnerables de la sociedad y las incorporen realmente a la sociedad.

Lo segundo es educar “para la inclusión y la cooperación, no para el conflicto”, pues actualmente se alienta a los niños a ser siempre los primeros y “ganarle” a los demás, lo que -a su juicio- “cultiva la aporofobia”.

Y lo cierto, dice Cortina, es que “no hay ningún ser humano que no tenga nada valioso que ofrecer”.