Para muchos, la lucha por derribar el sistema patriarcal parece ser algo de “mujeres”, pues se cree que son las únicas afectadas por su falta de “privilegio” social. Pero, eso no es cierto. La verdad es que el machismo nos violenta a todos.
Esto bien lo expresó en 2014 la actriz Emma Watson en su rol como embajadora de ONU Mujeres, cuando dejó en evidencia el daño que el sexismo también ocasiona en los hombres.
“La equidad de género es asunto de ustedes (hombres) también. Porque, a la fecha, sigo viendo menospreciado por la sociedad el rol de mi padre en la paternidad a pesar de que, en la infancia, su presencia me era tan necesaria como la de mi madre. He visto a hombres jóvenes sufrir enfermedades mentales, incapaces de solicitar ayuda, por miedo a que eso los hiciera menos entre los hombres -o menos hombres. De hecho, en el Reino Unido, el suicidio es el mayor asesino de hombres de entre 20 y 49 años, eclipsando a los accidentes viales, el cáncer y la enfermedad coronaria. He visto a hombres volverse frágiles e inseguros por un sentido distorsionado de lo que constituye el éxito masculino. Los hombres no tienen, tampoco, los beneficios de la equidad”, expresó la estrella de Harry Potter en esa oportunidad.
Y es verdad, muchos hombres reniegan de esta lucha, pero ellos también son víctimas de esta falta de libertad. Hace unos meses, les hablamos sobre qué significa realmente el feminismo y por qué tantas personas lo menosprecian o derechamente lo detestan, y la razón -según Kathy Caprino, columnista, coach, oradora y experta en liderazgo femenino- se relaciona principalmente con miedo o ignorancia frente al concepto.
Lo cierto es que el feminismo no busca la supremacía femenina, sino que la igualdad de oportunidades y derechos para los sexos.
“Es un mito que la violencia en una cultura sólo afecte a los blancos específicos, y el patriarcado es una forma de violencia cultural”, asegura Amanda Lindamood, directora de entrenamiento y compromiso con la comunidad del Centro de Crisis de Violación de DC (DCRCC) en el diario Huffington Post. “Cuando se limita la forma en la que puedes involucrarte en una relación, la forma en que te relacionas con tu cuerpo, y la forma en que sientes tu poder para que no sientas nada, entonces pierdes mucha autenticidad. También pierdes tu habilidad para reafirmar tus necesidades emocionales y manejar tus relaciones y no puedes desarrollar esas habilidades que son cruciales para mantener tus relaciones”, añadió.
Asimismo, la Dra. Herminia Gonzálvez Torralbo, antropóloga e investigadora de la Universidad Central, señaló a BioBioChile que “el patriarcado construye un determinado tipo de sujeto masculino que es hegemónico, dejando fuera las otras posibles formas de ser hombre y el campo de experiencias que esto implica. Eso perjudica de muchas formas a diferentes hombres que no entran o compatibilizan con las otras formas”.
Para graficar mejor todo esto, hemos recopilado al menos 6 formas en que el machismo perjudica a los hombres.
1. Los hace reprimir sus sentimientos a un punto tóxico y dañino
Las típicas frases “los hombres no lloran” o “no seas mamón” o “pareces niñita” han calado tan profundamente en los hombres que muchos de ellos no hablan de sus problemas emocionales ni expresan sus sentimientos, lo que los lleva a desarrollar trastornos mentales por lo que nunca consultan, porque hacerlo para ellos es -consciente o inconscientemente- señal de debilidad.
Desde pequeños a los hombres se les alienta a siempre mostrarse fuertes física y emocionalmente. Celia Falcov, profesora clínica en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California-San Diego y autora de Familias Latinas en Terapia, indicó a la revista Alternet que el temor a ser percibido como vulnerable o débil también puede impedir que hombres o niños pidan ayuda.
Esto ha derivado entre otras cosas en que los hombres se suiciden más. La doctora en psiquiatría Anne Marie Möller-Leimkühler indicó a la cadena británica BBC, que “la tasa entre hombres (que se quita la vida) es al menos tres veces más alta que entre las mujeres, y es así en todos los países, con pocas excepciones, como por ejemplo China”.
“El suicidio es la principal causa de muerte en hombres de entre 20 y 45 años, y es tres veces más frecuente que los accidentes de tránsito”, agregó.
“La búsqueda de ayuda se ve como un indicador de la falta de masculinidad, así que muchos hombres se convencen de que tienen que resolver sus problemas por ellos mismos y no hablan de lo que sienten”, puntualizó.
Asimismo, esta represión también puede ser increíblemente perjudicial para la salud física. Falcov dice que la represión y la negación pueden causar muchos problemas de salud, como enfermedades cardíacas, presión arterial alta y dolor de espalda. Según el artículo “Masculinidad hispana: mito o esquema psicológico que merece consideración clínica”, revela que la represión crónica de la ira se asocia con enfermedades como cáncer, asma, niveles más altos de colesterol, síndrome de intestino irritable, úlceras e insomnio.
2. Presiona a los hombres a siempre ser exitosos económicamente
En el sistema patriarcal el hombre es visto como el “proveedor” de la familia. La doctora en psiquiatría Möller-Leimkühler dice que en la ideología masculina tradicional “ser el que trae el pan a casa sigue siendo esencial para la identidad masculina y para la autoestima (de los hombres)”.
“Por lo tanto, no es de extrañar que en tiempos de crisis económica los suicidios masculinos estén relacionados con el desempleo”, explica.
“Las normas de la masculinidad funcionan a través de expectativas sociales y del autoconcepto— la opinión que una persona tiene sobre sí misma, que lleva asociado un juicio de valor— (…) Y estas normas dictan que los hombres siempre tienen que ser fuertes, racionales, dominantes, autónomos, independientes, activos, competitivos, poderosos, invulnerables, positivos”, expresa.
Y esto lleva al punto anterior, porque tal como declara la experta “estos estándares masculinos no son realistas (…), por lo que los hombres tienden a lidiar con los conflictos emocionales externalizándolos con hiperactividad en el trabajo, haciendo deporte, viendo televisión o usando internet, consumiendo alcohol de forma adictiva, o conduciendo de manera peligrosa para disminuir su ansiedad y para mantener la fachada masculina”.
3. Reprime a aquellos que aman el arte, el baile o actividades consideradas “femeninas”
Desde niños se instaura que a los varones debe gustarle el fútbol, los robots, las armas de juguete y los autos, mientras las niñas deben inclinarse por las muñecas, la cocina, el baile y las manualidades. Incluso, se determina que hay dibujos animados para mujeres y otros para hombres. Y eso se mantiene hasta la adolescencia e incluso adultez.
Muchos niños que les gusta el baile, las manualidades o una serie animada considerada “femenina” reprimen sus intereses por temor a ser objeto de burlas y humillaciones.
Esto obliga a pequeños y grandes a renegar de sus verdaderos gustos, anhelos y aficiones por temor a ser apuntados con el dedo, llevando vidas vacías no acordes a sus intereses.
Y esto nuevamente lleva al primer punto. Un análisis de 74 estudios realizados entre 2003 y 2013, que incluyó a casi 19.500 participantes masculinos, analizó las expectativas sobre lo que significa ser “hombre”, y cómo eso se relaciona con la salud mental de los hombres”, explicó a la cadena CBS el autor principal del estudio, Joel Wong, profesor asociado de asesoramiento y psicología educativa en la Universidad de Indiana en Bloomington.
“Lo que encontramos en general es que cuanto más se apegaban los hombres a las normas masculinas, peor era su salud mental, y menos probable era que pidieran ayuda”, dijo. Es decir, ante problemas como depresión, estrés o cualquier otra dificultad psicológica dificilmente solicitarían la asesoría de un especialista o de un cercano.
4. Hace que se enfermen y mueran más jóvenes
Debido a los estereotipos masculinos que dicen que los hombres siempre deben mostrarse fuertes, muy pocos consultan al médico cuando tienen algún problema de salud, especialmente si se trata de salud mental o urológica.
“Existe una idiosincracia del hombre chileno de no acudir al control periódico con el urólogo, un poco por temor o por mitos que existen en torno al examen, pero también por desconocimiento”, señaló hace un tiempo el médico urólogo Rodrigo Leyton.
Ante este panorama, el urólogo Eric Klein, columnista del portal de salud Every Day Health, llamó a los hombres a terminar con esta situación. “Ya es suficiente con el machismo, señores. Su aversión equivocada a tomar un serio interés en su salud está contribuyendo a las cosas que más temes: la enfermedad e incluso la muerte”, indicó.
Con esto coincide John Chisholm, presidente del Comité de Ética de la Asociación Médica Británica, quien dice que “existe una comprensión cultural de que todos los hombres deberían ser machos, pero tenemos que entender que esta expectativa de masculinidad estoica está poniendo vidas en riesgo, los hombres no deberían ocultar estas cosas”.
“Recuerdo a un hombre de alrededor de 40 años que pospuso una cita conmigo porque pensaba que era demasiado joven para tener problemas urinarios o de próstata y se avergonzó de mencionarlo”, afirma el médico Roger Henderson a la página de salud Nexdoctor. “Resultó que tenía cáncer de próstata avanzado a los 47 años y murió poco después del diagnóstico”, añadió.
5. Limita su sexualidad
El machismo incluso limita la sexualidad de los hombres, pues instala creencias como que el “hombre siempre quiere sexo”, lo que pone una presión sobre ellos a siempre “estar listos” para el sexo o de lo contrario no son suficientemente “machos”.
Por otro lado, coarta incluso su placer. En las relaciones íntimas heterosexuales, los roles tanto de la mujer como del hombre parecen estar establecidos desde hace muchos años. De este modo, se fomenta el rechazo a experimentar fuera de esos moldes.
Por ejemplo, tal como consignó un artículo anterior de BioBioChile, el cuerpo masculino “esconde” una zona erógena que muy pocos hombres heterosexuales se atreven a estimular.
Se trata del llamado “Punto P” o prostático, ubicado detrás de los testículos y accesible de forma directa sólo a través del ano. Sin embargo, los prejuicios lograron dejar totalmente fuera a esta zona en los encuentros sexuales, la cual sólo ha sido incluida en relaciones homosexuales y, de forma paulatina, entre una nueva generación de hombres.
“Los hombres heterosexuales que juegan con el placer anal, forman parte de un grupo de hombres modernos, renovados e informados. No me ha pasado que hombres que tengan un comportamiento sexual conservador declaren abiertamente que le guste el juego erótico con estimulación de la próstata o empleo de juguetes sexuales en el ano”, comenta Natalia Guerrero, psicoterapeuta miembro de Escuela Transdisciplinaria de sexualidad.
En esta línea José Luis Rioseco, director del centro de atención psicológica Chile Psicólogos, considera que cualquier práctica –en mutuo acuerdo- debería ser agradable para la pareja, pero son “los condicionamientos socioculturales, los que hacen que algunas prácticas resulten chocantes para algunas personas”.
6. Los impulsa a ser agresivos
Jessica Raven, directora ejecutiva del Collective Action for Safe Spaces (Acción Colectiva por Espacios Seguros o CASS), dice que el patriarcado ha fomentado la “masculinidad tóxica”, que se puede traducir como “la forma en que la vida social se aplica a los niños y hombres para que ejecuten la masculinidad; es decir, a través emociones suprimidas, dominación y agresión”.
“Laa masculinidad tóxica es un modelo específico de la hombría la cual se encamina a crear dominación y control. Es una hombría que considera a las mujeres y a las personas LGBT como inferiores, que considera al sexo no como un acto de afecto, sino de dominación, y que valoriza la violencia como la ruta para probarse a uno mismo ante el mundo”, señaló la escritora feminista Amanda Marcotte, en declaraciones recogidas por Huffington Post.
“La masculinidad tóxica aspira a la rudeza, pero es, de hecho, una ideología basada en vivir con temor: el temor de parecer suave, tierno, débil o algo menos que varonil. Esta inseguridad probablemente sea la más notoria característica de la masculinidad tóxica”, expresó.
Lindamond, por su parte, indica que esto ha “racionalizado y justificado el uso del control, la violencia y la fuerza para obtener satisfacción, además de que defendemos esa racionalidad en un nivel social”.
“Lo vemos así en nuestras narrativas sobre la protección, el heroísmo, la nacionalidad o los valores familiares, y luego identificamos esos sistemas de valor como masculinos de manera inherente”, puntualizó.
Pero nunca es tarde para hacer una sociedad más libre y justa para todos.