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El historiador y académico Joaquín Fernández conversó con BioBioChile sobre las tensiones históricas entre Concepción y Santiago, destacando los levantamientos de la capital del Biobío contra el centralismo. Recordó que en 1823, el General Ramón Freire y el Ejército de Concepción se alzaron contra Bernardo O'Higgins debido al autoritarismo y centralismo del gobierno. En 1830, en la Batalla de Lircay, las fuerzas penquistas vencieron a las liberales lideradas por Freire. El experto resalta el levantamiento de José María de la Cruz en 1851, representando los intereses regionales de Concepción contra Santiago. Destacó la importancia militar de Concepción en la historia de Chile y cómo la élite local tuvo influencia a nivel nacional. Además, señaló que las guerras civiles eran comunes como respuesta a la intervención electoral y los supuestos fraudes.
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En el largo lienzo de la historia de Chile, son pocas las ciudades que han construido una narrativa tan vibrante y desafiante contra Santiago como Concepción. A lo largo de los años, no sólo la resistencia y la cultura han representado a la ciudad penquista, sino que también su lucha contra el centralismo.
Joaquín Fernández, historiador y académico de la Universidad Finis Terrae, conversó con BioBioChile y recordó las veces que la capital de la región del Biobío se ha levantado contra Santiago, con fines políticos y descentralizadores.
Concepción y La Serena vs. Bernardo O’Higgins
Durante los inicios del periodo de emancipación o más conocido como la Patria Vieja (1810-1814), las tensiones entre Santiago y Concepción eran más que evidentes. La representación política era la principal diferencia de estas dos provincias que, incluso, llegaron a levantarse en armas durante los años siguientes.
Los grandes conflictos que implicaron el uso de la violencia de las fuerzas militares de ambas ciudades fueron tres. Sin embargo, el primero de estos enfrentamientos ocurre en 1823, cuando el General Ramón Freire y el Ejército de Concepción, con el apoyo de La Serena, se alzan contra el mandato de Bernardo O’Higgins.
“Cuando se produce este levantamiento, hay que considerar que Freire había sido un hombre de confianza para O’Higgins, pero el carácter autoritario que estaba tomando su gobierno, los problemas vinculados a la carga tributaria y los proyectos constitucionales generaron mucha molestia por el centralismo y autoritarismo que imperaba”, profundiza Fernández.
De acuerdo al propio historiador, el hecho de que O’Higgins pensara únicamente en la capital del país a la hora de gobernar llevó a que se produjera una alianza entre Concepción y La Serena, que eran las ciudades más reticentes de las políticas del mandamás de la época.
Cabe consignar además que, por culpa de las guerras independentistas que seguían ocurriendo en gran parte de Chile, la zona sur del país se vio fuertemente afectada por estos enfrentamientos, quedando sumida en severos problemas económicos.
“El ejército de Freire llegó hasta Santiago. Una situación que fue el factor fundamental para obligar a O’Higgins a abdicar, abriendo paso a un nuevo periodo mucho más abierto políticamente. En este caso, no llegó a haber grandes batallas, pero sí fue el primer gran golpe de Concepción contra el centralismo”, detalla el docente de la Escuela de Historia la Universidad Finis Terrae a la presente redacción.
La batalla de Lircay
Antes de repasar el segundo gran enfrentamiento de Concepción contra la capital de Chile, Fernández enfatiza en que, para comprender el contexto de estos levantamientos, se debe tener clara la relevancia que tenía la ciudad penquista en esos años. Y es que, pese a que siempre ha sido importante, en esta época su valor político era fundamental.
“Así como Santiago era la capital política del país y el eje de Santiago-Valparaíso cumplía la función de capital económica, Concepción era considerada en la época como una suerte de capital militar. Más allá del Biobío, se encontraba la Frontera, que era territorio que, en la práctica, era dominado por los mapuches y, por lo mismo, tanto Concepción como los pueblos cercanos a ésta, tenían una fuerte presencia militar, siendo un ejército muy poderoso“, puntualiza el académico.
Según el historiador, era sencillo, quien controlara el Ejército de Concepción, tenía un poder político enorme, en tiempos donde se recurría a las armas para resolver la mayoría de los problemas o conflictos.
“No es de extrañar que los jefes de Estado durante el periodo de Independencia hasta 1851, en su gran mayoría, hayan sido de Concepción o hayan ejercido funciones militares importantes en esta ciudad. Debido a este dominio militar, existía una élite local tan poderosa que ejercía una función directora a nivel nacional“, señala el experto.
Es así como, durante la guerra civil de 1829 y 1830, el General Joaquín Prieto y el Ejército de Concepción junto a los sectores conservadores -donde había ex o’higginistas- se levantan contra el régimen liberal que imperaba en Santiago, derivando en fuertes y sangrientos enfrentamientos como en la zona de Ochagavía y, más tarde, en la Batalla de Lircay, donde las armas de las fuerzas penquistas se impusieron contra la armas liberales dirigidas por Ramón Freire.
Fernández señala que la derrota de Freire “da paso al periodo que se conoce como República Conservadora”, caracterizado por la hegemonía del Partido Conservador, cuyos adherentes y partidarios eran llamados ‘pelucones’.
Por su parte, esta victoria del ejército penquista fue meramente momentánea, ya que fue en este periodo donde se promulgó la Constitución de 1833, que era “muy centralista y quitaba mucho poder a las localidades, incluso a las que eran importantes y tenían fuerza política, como Concepción”.
El levantamiento de José María de la Cruz en 1851
Sin duda alguna, para el académico el más importante de estos levantamientos ocurre en 1851, en el cual José María de la Cruz -candidato presidencial penquista y abiertamente pelucón o conservador- se alza en armas contra Santiago, apoyado también por el Ejército de Concepción y por La Serena, pero además por grupos de mapuches con los que había hecho alianza.
“Su padre había sido un colaborador muy cercano a O’Higgins y De La Cruz había peleado en las guerras de independencia. Posteriormente, tuvo un rol destacado en la guerra civil de 1829-1830. También tenía parentescos con José Joaquín Prieto y con Manuel Bulnes. Su candidatura se veía como una continuidad de la élite militar de Concepción. Sin embargo, al existir una fuerte intervención electoral en esta época, el gobierno exterioriza su apoyo a Manuel Montt, quien se transformaría en el primer presidente civil que no era penquista”, describe Fernández.
Pese a obtener una gran cantidad de voto de su ciudad natal y de La Serena, finalmente, De La Cruz pierde las elecciones e inmediatamente las declara viciadas, levantándose en armas junto a su ejército contra la capital. En ese sentido, el historiador aclara que “es importante entender que este levantamiento no era liberal, sino más bien representaba los intereses regionales de la élite militar de Concepción, que luego sí logró el apoyo de los liberales”.
Lo más paradójico de este enfrentamiento era que, quien enfrentaba a De La Cruz era su propio primo, Manuel Bulnes Prieto, quien dirigía el ejército regular chileno. El candidato presidencial derrotado avanzó hacia Santiago para ir contra el mandamás recién asumido Manuel Montt.
Con el expresidente Bulnes dirigiendo la defensa del gobierno, finalmente, “se encuentran en la Batalla de Loncomilla en San Javier, donde luego de una pugna bastante sangrienta, los rebeldes quedan en una situación muy débil y firman el Tratado de Purapel, el cual no sería respetado por Montt tiempo después”.
Además, durante este enfrentamiento, se producen otros importantes acontecimientos como el alzamiento de La Serena como comuna revolucionaria y el levantamiento de guerrillas rurales en el Valle Central.
“En esta época, la posibilidad de originar una guerra como instrumento para definir los problemas políticos no era algo inusual. Tampoco era extraño que estas guerras se produjeran como denuncia a la intervención electoral, ya que existía una deslegitimación de las elecciones, y como alternativa a estos supuestos fraudes electorales, se producían levantamientos armados”, cierra Joaquín Fernández.
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