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La marca de neumáticos Michelin, reconocida mundialmente, tiene una estrecha relación con la gastronomía a través de su Guía Michelin, la cual comenzó en 1900 con el objetivo de promover el uso de automóviles y, por ende, de sus neumáticos. La historia de la guía se remonta a los hermanos André y Edouard Michelin, fundadores de la marca de neumáticos, quienes vieron en la guía una forma de impulsar la movilidad en Francia. La Guía Michelin comenzó entregándose de forma gratuita a quienes compraban neumáticos y posteriormente se calificaron los restaurantes con estrellas, indicando su calidad y si valía la pena desviarse del camino para visitarlos. Actualmente, las estrellas Michelin son un referente mundial en la gastronomía. Además, recientemente se agregó la Estrella Verde de Michelin para reconocer la sostenibilidad en la industria gastronómica. La Guía Michelin se ha convertido en un motor de cambio en la gastronomía mundial, siendo deseada por restaurantes de todo el mundo en busca de prestigio y reconocimiento.

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Cada vez que nombran un restaurante de lujo y exclusivo, usualmente su nombre viene con un apellido que dice “Tiene una, dos o tres Estrellas Michelin”.

Para quienes no conocen mucho el mundo de la gastronomía, Michelin suena más a una marca de neumáticos que críticos de comida, sin embargo, la realidad es que esta marca tiene mucho más que ver con las estrellas de lo que imaginas.

Esto porque tienen el mismo origen, uno familiar y que complementa una industria con la otra, de la forma más impensada posible, pero con un premio que es deseado a nivel mundial por cualquier restaurante del mundo.

Porque tener una Estrella Michelin no es igual a tener neumáticos Michelin, pero la relación entre este reconocimiento y este producto, es mucho más cercana de lo que alguna vez llegaste a imaginar.

Michelin: la familia responsable de los neumáticos y las guía

Para entender cómo nace la Guía Michelin, que reconoce a los mejores restaurantes del mundo, hay que viajar a 1889, hace más de 135 años, cuando los hermanos André y Edouard Michelin fundaron los neumáticos que llevan su apellido.

En la ciudad rural de Clermont-Ferrand, a unas cuatro horas al sur de París, los hermanos partieron con esta empresa que no era fácil de llevar adelante, ya que sólo en el país había 3 mil autos, la red de carreteras no era extensa y conseguir gasolina, podía ser un serio problema.

Sin embargo, el mercado crecía a medida que los años pasaban y los hermanos continuaban en la lucha de vender más neumáticos, por lo que necesitaban que la gente se movilizara más.

De ahí nació una idea que pocos imaginarían en lo que terminaría, algunos años más tarde, crear la Guía Michelín.

El principal objetivo era que los franceses pudieran moverse con tranquilidad, ya que esta proporcionaba mapas, lugares donde alojar, comer e incluso, tips de cómo cambiar un neumático, que hasta ese momento era su negocio.

Según explican en su web oficial, la guía apareció justo con el inicio del siglo, en 1900, por lo que André Michelin escribió: “Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él”, claro que la realidad es que duró mucho más.

La transformación de la Guía Michelin

La guía Michelin se repartió de forma gratuita durante 20 años a quienes adquirían los neumáticos, se trataba de un pequeño libro rojo que mostraba gran parte de lo que podías encontrar cuando ibas a bordo de un automóvil.

El objetivo era que los franceses pudieran usar sus autos como quisieran y eso implicaba un negocio redondo para los Michelin, más andas en tu auto, más gastas tus neumáticos.

Sin embargo, cuando llevaba 20 años, André Michelin, el creador de la guía, fue a un taller y vio que sus queridos libros rojos estaban funcionando como calzas para un banco, la peor forma en que podías tener una guía Michelin.

Es por eso que, desde ese momento, decidieron asignarle un precio, 7 francos para 1920, cuando partieron de la idea de “el hombre solo respeta de verdad aquello por lo que paga”.

Pero no sólo hicieron eso, tres años después lanzaron con la Guía un apartado de “Hoteles y restaurantes recomendados”, un primer acercamiento a los restaurantes que no eran de hotel, que eran los que siempre mencionaban en sus guías.

Eso generó interés por estar en la guía, por lo que los hermanos Michelin reclutaron una serie de “misteriosos” clientes para restaurantes, los que se valoraban de forma anónima con el objetivo de que los lectores de la guía visitaran estos lugares.

Así es como en 1926, esa calificación comenzó a realizarse con estrellas.

¿Cuántas estrellas Michelin vale tu trayecto?

Desde que comenzó a calificar a los restaurantes con estrellas en 1926, hasta 1931, sólo se entregó una estrella a los establecimientos que visitaban los ahora “inspectores” que entregaban sus reseñas.

Sin embargo, en 1931 las cosas cambiaron y se comenzaron a entregar hasta 3 estrellas, lo que realmente está directamente ligado a sus neumáticos.

Pero, de qué forma están ligados es la pregunta que todos se hacen. Bueno, la respuesta es muy sencilla.

Para los pocos que tenían un automóvil en esa época, manejar era un privilegio, por lo que la opción de ir a un buen restaurante era una forma de usar ese automóvil y de paso los neumáticos Michelin.

De esta forma comenzaron a dar la calificación Michelin según la estrella y su posición en la carretera.

Según explica BBC, el sistema funciona de la siguiente forma. Una estrella es para los restaurantes del lugar donde estás, es cerca y no te vas a perder para llegar.

Si el restaurante, recibe dos estrellas, la cosa cambia, si vas en una carretera, vale la pena desviarse del camino para ir a comer a ese lugar, no lo vas a lamentar.

Ahora, si el lugar tiene tres estrellas Michelin, se trata de un restaurante que merece un viaje especial exclusivamente a conocerlo, porque es excepcional.

Así es como la marca de Neumáticos que tiene de protagonista al muñeco Bibendum se transformó en el motor de cambio de la gastronomía mundial, porque pronto los chefs y restaurantes se jugarían la vida por obtener esas estrellas.

La evolución de las estrellas Michelin

Con las décadas, el mundo de la Guía Michelin y sus estrellas se transportó a todo el mundo y son un referente mundial en la gastronomía.

Sus inspectores siguen siendo anónimos y recorren todo el mundo buscando lo mejor que puedas encontrar en la gastronomía para contribuir a una mejor movilidad, el ADN de la marca.

Aunque destacan, la estrella siempre se entregará en función del plato, no del servicio o el tipo de restaurante al que vayas, la comida siempre será lo más importante a calificar.

Sin embargo, en Guías Michelin tienen muy claro que la alta cocina no es lo exclusivamente importante, sino que también los restaurantes que tengan una relación precio/calidad y con un valor razonable.

Es por eso que también entregan un premio especial desde 1997, el Bib Gourmand, a aquellos restaurantes que según explican, tengan una cocina sencilla, reconocible y fácil de disfrutar, pero sobre todo que te “dejará con una sensación de satisfacción por haber comido, tremendamente bien, a un precio razonable”.

Además, en 2020 sumaron la Estrella Verde de Michelin, que tiene por función premiar a los restaurantes que tienen prácticas sostenibles, reuniendo excelencia y ecorresponsabilidad.

Lo curioso, esa estrella viene de la comunidad de “foodies” alrededor del mundo, a través de un sondeo que realizaron en Instagram.

El objetivo es premiar el sentido común. Este se refleja en el respeto a la tierra, el trabajo de agricultores y ganaderos, además de un impacto positivo en la economía de los lugares donde están estos restaurantes.

Así, tienen aún más opciones para que con tu auto, puedas visitar nuevos lugares y de paso, gastar neumáticos.