Foto: FDV

¿Alimentos dañinos para menores de edad? Experto explica cuáles son y advierte sobre su fácil acceso

20 octubre 2024 | 07:30

Pese a que es una actividad 100% relacionada y enfocada a los adultos, muchos niños y adolescentes sí tienen acceso a montos mínimos de dinero para poder comprar, ellos mismos, los productos que más les gustan o les atrae. Sin embargo, detrás esto se esconde un peligro nutricional del que no se toma el peso, pero que puede traer graves consecuencias para la salud de los más jóvenes.

La nutricionista y docente de la Universidad del Desarrollo, Paula Fuenzalida, conversó con BioBioChile y explicó por qué estos alimentos pueden considerarse riesgosos para los menores de edad, considerando que pueden comprarlos fácilmente en almacenes de barrio y supermercados.

Bebidas energéticas y otros productos similares

Ya sea en negocios de barrio, bencineras, supermercados, restaurantes, cines, dispensadores automáticos de bebidas, e incluso en farmacias, poder comprar una bebida energética es una tarea sencilla tanto para adultos como para adolescentes. Pese a que se han presentados proyectos de ley e iniciativas en Chile que buscan prohibir su venta a menores de 18 años, la accesibilidad de este producto es considerablemente alta.

Un aspecto preocupante que ha hecho eco a nivel mundial, luego de que una investigación realizada por la Universidad de Teesside (Reino Unido), y publicada en la revista Public Health, arrojara que más de un millón de niños y jóvenes de más de 21 países distintos consumían bebidas energéticas sin supervisión ni control de un adulto.

“Los efectos estimulantes se consiguen con la mezcla de diversas combinaciones de vitaminas, minerales y sustancias como la cafeína, extractos de plantas como el ginseng y la guaraná, y otros compuestos relacionados con el metabolismo, como la taurina, glucuronolactona, inositol y carnitina, además de una importante cantidad de azúcares añadidos”, desglosó la profesional a la presente redacción.

En esa misma línea, Fuenzalida enfatizó en que “muchas de estas bebidas se venden en envases de medio litro y la cantidad de cafeína que contienen equivale a más de dos cafés expresos, además de implicar un elevadísimo aporte de azúcares simples. Su consumo se asocia a irritabilidad, insomnio, cefaleas, ansiedad, falta de concentración y patologías metabólicas y cardiovasculares, como taquicardia o aumento de la presión arterial“.

En cuanto a su consumo en niños, adolescentes y jóvenes menores de edad, la nutricionista explicó por qué estas bebidas son tan dañinas para este grupo etario, e incluyó además otros productos como barras proteicas: “Están diseñados principalmente para adultos, por lo que sus componentes van en cantidades para este ciclo vital. La cantidad de proteínas puede exceder el consumo en niños provocando daños a nivel renal. Además, muchas contienen azúcares añadidas, conservantes y grasas no saludables, lo que puede contribuir a problemas como el aumento de peso o un mayor riesgo de enfermedades metabólicas a largo plazo”.

Bebidas energéticas

Productos altos en cafeína

La variedad de bebidas, helados, postres, leches y otros alimentos que contengan cafeína es cada vez más amplia, sobre todo en supermercados, donde existen un sinfín de productos que buscan tener sabor a café. Sin embargo, su consumo puede llegar a ser peligroso en niños y dañino en adolescentes.

Incluso en adultos, la nutricionista detalló que “el consumo de 1,4 miligramos de cafeína por día (y por kilogramo de peso del individuo) puede ocasionar insomnio y reducción de la duración del sueño. Si el consumo es mayor de 3 miligramos, incrementa los factores de riesgo cardiovasculares y hematológicos, neurológicos y psico-comportamentales“.

Por otra parte, de acuerda a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el exceso de cafeína en niños y adolescentes puede provocar un aumento de la frecuencia cardíaca, palpitaciones, presión arterial alta, ansiedad, problemas de sueño, problemas digestivos y deshidratación. La cafeína permanece en el organismo durante unas horas y luego se elimina a través de la orina. Un niño sensible a la cafeína puede notar sus efectos hasta seis horas después de haberla consumido.

Mate

Otra bebida caliente que es muy popular en Chile es la yerba mate, por lo que el acceso que tienen los niños y adolescentes a esta preparación es sumamente alta. No obstante, aún más que el café, su consumo está totalmente contraindicado.

Se estima que el contenido promedio de cafeína que contiene la yerba mate oscila entre 70-360 miligramos por un litro. En comparación, un litro de espresso contiene entre 1.700 y 2.250 mg. de cafeína, un litro de café preparado entre 380 y 650 mg. y un litro de bebida energética entre 320 mg. Por lo tanto, a los efectos relacionados con el consumo de cafeína, como lo es el insomnio o alteraciones del sueño, aumento de la ansiedad o nerviosismo, irritabilidad, aceleración del ritmo cardíaco y en grandes cantidades, se suma que también puede interferir con la absorción de calcio, lo que es importante durante las etapas de crecimiento”, explicó la académica de la Universidad del Desarrollo.

Yerba mate

Además, advirtió: “El mate puede ser una bebida aceptable en pequeñas cantidades para adolescentes mayores, pero en los más jóvenes se debe tener precaución debido a su contenido de cafeína y sus posibles efectos sobre el sueño, el desarrollo y la absorción de nutrientes“.

Productos picantes o con presencia de ajíes

Con la proliferación de golosinas provenientes de otros países como México y Estados Unidos en supermercados chilenos, o incluso en tiendas especializadas en centros comerciales, la preocupación por el alto consumo de ají o químicos que produzcan la sensación de ardor en la boca está latente.

“Esta sensación se percibe a través de los nociceptores (terminaciones nerviosas receptoras del dolor) y no a través de las papilas gustativas. La masticación de estos alimentos libera moléculas, como la capsaicina (pimientos picantes), la piperina (pimienta negra) y la allicina (ajo y cebolla crudos), entre otros, que activan químicamente estas terminaciones nerviosas libres situadas en la lengua”, precisó Fuenzalida.

De acuerdo a la experta, el exceso de alimentos picantes puede perjudicar la mucosa del tracto gastrointestinal, provocando náuseas, vómitos, dolor abdominal, úlceras, diarreas y hemorroides en las personas.

En el caso de los niños y adolescentes las consecuencias pueden ser aún peores, ya que no sólo puede hacer que se pierda el apetito temporalmente -afectando la ingesta nutricional necesaria para el crecimiento-, sino que también, al tener sus sistemas digestivos aún en pleno desarrollo, consumir golosinas o productos picantes de forma frecuente “puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas gastrointestinales a largo plazo, como reflujo o gastritis”.

Lo que puede considerarse un juego, puede terminar en serias consecuencias, por lo que la recomendación es que los adultos siempre supervisen y lean los etiquetados de los productos que consumen los niños, y así corroborar si la cantidad de químicos puede llegar a ser dañino o no.

Bebidas isotónicas

Si bien el daño que puede causar en menores de edad no se compara con los productos anteriormente mencionados, la nutricionista incluye en este grupo de alimentos que no debieran consumir los niños a las bebidas isotónicas o para el deporte, las cuales contienen hidratos de carbono, minerales, electrolitos y saborizantes, y están destinadas fundamentalmente para combatir la deshidratación por el sudor.

“La ingesta de estos productos debe recomendarse de forma cuidadosa para evitar una ingesta excesiva de calorías. En niños, cuya actividad deportiva se reduzca al ámbito escolar y no incluya la competición, no es necesaria ni conveniente la sustitución del agua por este tipo de bebidas de forma habitual o en las comidas principales”, recalcó la especialista de la Universidad del Desarrollo.

Bebidas isotónicas

“La oferta siempre estará presente, por lo tanto, lo importante es la educación alimentaria se puede realizar en los establecimientos educacionales y en las familias”, concluyó Paula Fuenzalida.