Septiembre y las Fiestas Patrias no se pueden concebir sin la cueca, el baile típico de nuestro país y que anima todas las fondas, ramadas, festivales, actos de colegios y reuniones sociales. A pesar de que ‘A tu lado’ de Entremares ha saltado a la popularidad en el último tiempo, y sobre todo en lo que va de esta semana dieciochera, no podemos obviar a las canciones folclóricas más típicas de Chile; ‘La Consentida’ y ‘El Guatón Loyola’.
Cuecas que hemos escuchado desde pequeños y que sus letras están inspiradas en personas que realmente existieron. Aún quedan días de festejo y, antes de bailar el último pie, debes saber el origen de dos verdaderos clásicos.
Amor de amores
En 1961, una romántica declaración de amor se tomaba la Quinta Vergara en el Festival de Viña del Mar y permitía, a Los Huainas, quedarse con el primer lugar de la competencia folclórica. La canción ganadora se trataba de la clásica ‘La Consentida’, escrita y compuesta por Jaime Atria, quien prometía darle su idolatría, pasión e incluso su vida a su amada.
Pese a titularse como abogado y dedicar años de su vida a las relaciones públicas, la música era la gran pasión del compositor santiaguino, quien comenzó a los 14 años a escribir letras y crear melodías que abarcaban diversos géneros como el folclore, la balada, el bolero, entre otros, hasta su muerte en 1984 a los 64 años producto de un cáncer.
La tranquilidad y la mesura no eran las cualidades que mejor representaban a Atria, quien era visto -por quienes lo conocieron- como una persona enérgica, extrovertida, apasionada, alegre y con un alma de niño, aunque su principal debilidad eran las mujeres, debido a su personalidad seductora y su chapa de ‘mujeriego’.
De acuerdo a lo que se conoce, el músico le entregó su amor y cariño a seis mujeres diferentes durante su vida. Todas fueron muy importantes para él, sin embargo, sólo una era su consentida. Una relación que, sin esperarlo, lo llevaría a la fama nacional. ¿Quién era su ‘amor de amores’?
Según palabras de la propia ‘consentida’, Atria dedicó esta cueca a su primera esposa y madre de ocho de sus nueve hijos, Alicia Rosselot, a quien conoció en un hotel en Villarrica, justo después de ser elegida reina del turismo de Chile. “Empezamos a conversar y de ahí no se me despego más”, recordó varios años después en una entrevista en TVN.
Pero, ¿cómo se sabe que ‘La Consentida’ estaba inspirada en Alicia? Si bien, el compositor nunca manifestó a quién estaba dedicada esta canción, y a pesar de que su exesposa aseguró que nunca supo “si habían otras ‘consentidas’ por ahí”, fue ella misma la encargada de despejar estas dudas y, como si de un trofeo se tratase, reveló un telegrama que le envió Jaime en un verano en Papudo, al comienzo de su relación.
“Recuerde que usted es mi consentida”, le escribió el abogado en una carta que Alicia se encargó de atesorar y exhibirla cada vez que podía: “Iba para todos lados mostrando el telegrama. No sé cuantos más mando, pero me llegó este a mí porque no sé, era la oficial”.
Aunque el relato de la madre de sus hijos instala sospechas y no deja muy bien parado a Jaime Atria, su canción se ha convertido en una de las cuecas más tiernas y sensibles de nuestro país, y en una de las más escuchadas y bailadas durante Fiestas Patrias.
Por dársela de encachao’, comadre Lola
Si ‘La Consentida’ es más emocional, ‘El Guatón Loyola’ es todo lo contrario. Esta simpática cueca se ha convertido en un himno no oficial de la cultura nacionl y su popularidad radica no sólo en el contagioso ritmo y pegajosa letra, sino que también en la historia detrás de su creación; la de un típico ‘roto chileno’.
La canción narra la vida de un personaje mítico, Eduardo Loyola Pérez, un hombre de campo que dedicaba su vida a los remates en ferias libres de ganado. Pero, ¿por qué este individuo inspiró una cueca que se ha transformado en la más popular del país? Todo surgió por una humorada de su amigo escritor de libretos; Alejandro Gálvez.
Lo primero que se debe desmitificar es que el polémico episodio que se relata en la canción no ocurrió en Los Andes, sino que en Parral, pero la primera localidad quedaba mejor en la composición. La historia que se cuenta en la tonada se basa en una noche de 1954, en el casino de un fundo en la ciudad de la Región del Maule, cuando tres huasos evidentemente borrachos comenzaron a molestar y faltar el respeto a las trabajadoras del recinto, según palabras del propio ‘Guatón Loyola’ en entrevista con el diario El Llanquihue.
Pese a la rápida intervención de carabineros que se encontraban en el lugar, el desafío a pelear ya estaba hecho y los efectivos policiales optaron por no meterse si la situación no se ponía grave. “Combo que se perdía, lo recibía el Guatón Loyola. Peleando con entereza bajo las mesas”, se puede escuchar en la canción y de acuerdo al propio protagonista, la cómica letra no se aleja tanto de lo que sucedió en realidad.
“En uno de los entreveros, caí, y el otro tipo agarró una silla teniendo que esquivarla. Después, alguien trató de quitarle la silla, pero no resultó. Entonces, un amigo echó mano atrás y el que peleaba conmigo pensó que iba a sacar una pistola y se espantó. En verdad, era un manojo de llaves”, detalló Eduardo.
La pelea había sido tan buena que, al día siguiente, Alejandro Gálvez ya la había inmortalizado en la cueca que todos conocemos, sorprendiendo a su amigo y sin saber que la canción sería asociada para siempre con las Fiestas Patrias y las celebraciones 100% chilenos, particularmente en el norte y centro del país, donde es casi obligatorio que suene en cualquier evento folclórico.
A pesar de que Gálvez había creado la composición para él y su círculo más cercano, tiempo después le regalaría su obra a sus amigos Óscar Olivares y Luis Castillo, integrantes del grupo Los Perlas, quienes fueron los primeros en interpretar la canción de manera oficial y popular en 1956, siendo grabada el mismo año.
Cabe consignar que Eduardo Loyola falleció un 28 de agosto de 1978, producto de una enfermedad que le produjo quistes en el sistema digestivo. Nueve años más tarde, Los Perlas anunciarían su retiro definitivo de la música. Actualmente, existen varios versiones populares de esta cueca, como la de Los Hermanos Campos.