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El Calendario Fijo Internacional, un sistema perfecto con 13 meses de 28 días cada uno, estuvo a punto de reemplazar al actual calendario gregoriano en la década de 1920. Con la intención de unificar el cronometraje a nivel mundial, la Liga Internacional del Calendario Fijo se creó en 1923, sin embargo, la resistencia de algunos países, como Rusia, Grecia y China, y la preocupación de grupos religiosos, como los judíos, impidió la adopción de este calendario. A pesar de sus beneficios en la organización de industrias y actividades, obstáculos prácticos, como la renegociación de contratos y litigios, sumados al fallecimiento del principal promotor, George Eastman, llevaron a la decisión de no implementarlo. Desde entonces, el mundo no ha vuelto a considerar un cambio en la forma de medir el tiempo.

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¿Imaginas que la pregunta ‘¿qué día cae el 4 de X mes?’, no existiera vocabulario del mundo? La verdad es que actualmente es imposible, pero, si tuviéramos un calendario perfecto, podría ocurrir.

Lo curioso es que el calendario perfecto existe y estuvimos a punto de adoptarlo, aunque ocurrieron algunos hechos que impidieron que esto llegara a buen puerto.

Se trata del Calendario Fijo Internacional y tuvo un gran impulso en la década de 1920, tanto que estuvimos a punto de adoptarlo a nivel mundial, sin embargo, a último momento un detalle impidió que esto avanzara.

Se trata de un momento que literalmente pudo cambiar el curso de la historia del mundo, pero que se quedó sólo en eso, un momento.

Aunque hubo una persona que consideró que era un gran aliado en su trabajo y lo uso hasta no muy pocos años. Conoce la historia aquí.

un calendario de 28 días
Contexto | Canva

El calendario perfecto de Auguste Comte

El calendario perfecto existe, tiene 13 meses de 28 días y una uniformidad con la que el actual calendario gregoriano no cuenta, considerando que tenemos meses de 28, 30, 31 y 29 días, si contamos los años bisiestos.

Similar al “calendario positivo” de Auguste Comte, pero propuesto por primera vez por Moses Cotsworth, un asesor de la empresa de ferrocarriles del noreste al que le molestaban las inexplicables variaciones de los ingresos mensuales a lo largo del período tradicional de 12 meses, conserva algunas características similares al actual gregoriano, pero tiene reformas importantesm, indica Bloomberg.

Al ser 13 meses de 28 días, cumple la regla de 365 días anuales, los meses tienen los mismos nombres, excepto por el mes extra que se llama “Sol” y está entre junio y julio.

Además, también cuenta con el año bisiesto, cada 4 años, cuando se añadiría un día extra ese año, después de junio y antes de sol, pero se considerarían fuera del mes, por lo que el 1 de sol, volvería a comenzar en domingo.

Todos los años tendrían 52 semanas con los mismos días, por lo que sería muy útiles para las fiestas, ya que todos los años serían los mismos días y desaparecerían los “días sandwich”, que permiten trabajar más o menos días según el año.

Al tener siempre los mismos días, permite que industrias, instituciones, academias y todo tipo de organizaciones pueda organizar mejor los ciclos de producción, así como calendarizar turnos u otras acciones.

Pero, si es tan perfecto este calendario, ¿por qué no se adoptó?

La Liga Internacional del Calendario Fijo

Para ser honestos, implementar el Calendario Fijo Internacional se intentó en 1923, cuando se creó la Liga Internacional del Calendario Fijo, en Londres, un organismo diplomático internacional creado tras la Primera Guerra Mundial.

Tenía por objetivo la investigación en la Reforma del Calendario, con el objetivo de llegar a un cronometraje perfecto para todos los países.

Así lo cuenta Shoshana Akabas, la escritora que explicó en un ensayo en The Washington Post cómo una docena de países se reunieron la Sociedad de Naciones en Ginebra con la esperanza de crear un calendario universal que uniera al mundo.

Se trata de un calendario que reemplazaría al gregoriano, que se comenzó a utilizar el 45 A.C., pero que el Papa Gregorio XIII cambió 1500 años después, dejando de paso su nombre en él.

Sin embargo, después de que varios países como Rusia, Grecia y China, los más reticentes al cambio, se unieran a la Sociedad de las Naciones Unidas, comenzaron el plan para reformar el calendario.

De esta forma llegaron al Calendario Fijo Internacional de Comte, convencidos de que podría unificar al mundo en un único sistema coherente, sin embargo, eso no ocurrió.

28 días de febrero
Contexto | Canva

Cambiar o no cambiar el calendario

Algo que cuenta Shoshana es que los judíos tenían una gran preocupación en la reforma del calendario, ya que con la suma del día extra, que si bien no se contaba en el año, sí contaba para el ciclo judío de siete días.

Esto generaría que el Sabbat, día en que los judíos tiene prohibido trabajar, cayera un día diferente cada semana y no necesariamente en fin de semana.

En palabras de la escritora, esto puso en pie de guerra al mundo judío. “Después de toda esta miseria y desilusión (posguerra), y al borde de semejante amenaza de convulsión, la Liga de las Naciones todavía podía pensar que valía la pena embarcarse en una empresa quijotesca como la manipulación del calendario”, señaló Joseph Hertz, Gran Rabino de Inglaterra.

Sin embargo, la opción de tener un calendario perfecto era apoyada por varias personalidades a lo largo y ancho del mundo, sobre todo por empresarios del sector de transporte y logística, que claramente sufrían con el calendario gregoriano teniendo variaciones mensuales en sus ingresos.

En un artículo de la revista Outlook, de 1927, cuando aún seguía la disputa, defendían el nuevo calendario, explicando que no estaba ligado a ninguna constante astronómica.

Pero también señalaba que un calendario perfecto como el Fijo Internacional haría que cada semana y mes fuera lo más predecible posible, “Un jefe ya no tendría que lidiar con la interrupción trivial de que los trabajadores tuvieran un martes o jueves de vacaciones ocasionales y posiblemente se tomaran algunos días libres adicionales durante ese tiempo”, consignó Bloomberg.

Sin embargo, no se logró llegar a puerto.

El poder de la practicidad que impidió el calendario perfecto

George Eastman, fundador de Kodak fue uno de los grandes promotores del calendario perfecto, uno que adoptó en su compañía, la que lo usó hasta en 1989.

George Eastman, fundador de Kodak
George Eastman | Paul Nadar

Su pasión por el calendario perfecto a su parecer lo llevó abrir una oficina en Estados Unidos para la Liga Internacional de Calendarios Fijos y transformarse en el principal promotor de la propaganda por la reforma, incluso mandando correos a empresas de todo Estados Unidos.

Sin embargo, para el mundo judío esto seguía siendo una preocupación, pero las alertas levantadas por grupos religiosos como los cristianos o islámicos no se consideraron.

Eso llevó a que el Gran Rabino del Imperio Británico, Joseph Herman Hertz, ocupara un argumento que tenía sus raíces en laicos, no sólo en religiosos.

Por lo que usó un argumento práctico. Implementar un nuevo calendario implicaría un nuevo plan a nivel mundial.

Según explica The Washington Post, “habría que renegociar todas las primas de seguros, todas las tarifas mensuales o trimestrales, todos los contratos en todo el mundo que incluyeran fechas del calendario gregoriano”.

Además, Akabas indica que el Rabino señaló que “Los bonos que vencieran en determinadas fechas se verían sumidos en la confusión. Los litigios serían interminables. Por no hablar de que “el número 13, un número primo que no se puede dividir sin fracciones, aparecería millones de veces al año en la vida cotidiana”.

El calendario perfecto es un dolor de cabeza

Los argumentos del Rabino Hertz decantaron en lo que no todos habían pensado, el nuevo calendario terminaría por ser un dolor de cabeza para quienes tuvieran que lidiar con aquellos detalles.

Además, la muerte de George Eastman, el principal promotor del Calendario Fijo Internacional, luego de que se suicidara en 1932, hizo que la batalla por la reforma perdiera su fuerza.

Pasar a tener 13 meses, incorporando al mes “sol”. Esto pareció no justificar todos los cambios que eso llevaba y su implementación quedó en nada. Hasta la actualidad nunca más se volvió a pedirle al mundo que cambiara en su forma de medir el tiempo.