Tras emigrar a Rusia y sus alrededores hace varios años, el masivo regreso de coreanos ha provocado descontento y un choque cultural en Corea del Sur.

¿Te imaginas que chilenos inmigrantes regresen en masa a Chile y el país deba adaptarse a un nuevo idioma y tradiciones completamente ajenas a la identidad nacional? Desde hace menos de una década, esto es lo que está sucediendo en Corea del Sur.

Son personas de etnia coreana, pero que sus familias emigraron hace más de un siglo al Imperio Ruso y que, en el último tiempo, buscan vivir en el país asiático sin cambiar sus costumbres ni su idioma (ruso). En Corea del Sur, les llaman koryoins.

Coreanos vs. koryoins: un choque cultural

En 2001, luego de un fallo histórico del tribunal constitucional de Corea del Sur que amplió la definición de compatriotas, el país comenzó a otorgar la residencia a quienes tuvieran etnia coreana y vivieran en China o en antiguos estados soviéticos, como Ucrania, Bielorrusia, Turkmenistán, entre otros.

Una medida que fue aplaudida al momento de impulsarse, pero que trajo incómodas consecuencias de 2014 en adelante. El número de inmigrantes ‘coreanos’ comenzó a crecer aceleradamente en Seúl -la capital- y ciudades cercanas, ya que a los habitantes de este país se les permitió traer de vuelta a familiares koryoins.

Las personas que venían desde China lograron adaptarse de inmediato a su cultura de origen porque nunca dejaron de hablar coreano, sin embargo, quienes inmigraron a países como Uzbekistán y Kazajistán no pudieron practicar su idioma natal, ya que estaba prohibido, por lo que sólo hablan ruso, sobre todo sus hijos.

No sólo en Seúl y sus alrededores se han instalado los koryoins, sino que en otras ciudades industriales como Incheon y Gwangju. Su estadía es importante para la economía de Corea del Sur, la cual se ve amenazada debido a la crisis demográfica que tiene hace ya bastantes años. Y es que, pese a los cuantiosos bonos y convenientes subsidios habitacionales, el país tiene la tasa de fertilidad más baja del mundo. Un problema que no sólo no logran frenarlo, sino que aumenta año tras año.

Con políticas migratorias estrictas, esta ciudadanía o residencia otorgada a coreanos en el extranjero “ha servido, principalmente, para proporcionar mano de obra perdurable para la industria manufacturera”, la cual sigue necesitando más de 800.000 trabajadores más para lograr su estabilidad, según detallan las autoridades y expertos dedicados a la migración en Corea del Sur, en conversación con BBC Mundo.

No obstante, la masiva irrupción de koryoins en comunidades coreanas ha traído consigo problemas como la segregación, discriminación y dificultades en el plan educaciones de algunas escuelas. “Los niños coreanos sólo juegan con coreanos y los niños koryoins sólo juegan con niños que vienen de Rusia porque no pueden comunicarse”, relata un estudiante local al medio de comunicación inglés.

Almacén koryoin en Gwangju
Almacén koryoin en Gwangju | Korea Times

Una segregación que va más allá de los recintos educacionales, ya que mientras los koryoins se van instalando en poblaciones o lugares más antiguos, los habitantes coreanos hacen todo lo contrario y se están yendo a ciudades más modernas, donde sienten que se siguen respetando las tradiciones del país.

“Los coreanos nos preguntan por qué no les sonreímos. Así somos, no es que estemos enojados, pero simplemente la gente no nos conoce”, revela un trabajador de una fábrica que llegó a Corea del Sur con familia desde Kazajistán en 2018, quien también cuenta que las principales discusiones o riñas entre niños es porque los koryoins suelen ser más “rudos” a la hora de comunicarse, luego de eso, “los padres coreanos les prohíben a sus hijos jugar con niños koryoins”.

Las cifras de los koryoins

Según datos oficiales del 2023, el número de koryoins rusos que vivían en el país se acercaba a 105.000, casi cinco veces más que desde comenzó la llegada de personas con etnias coreanas en 2014. Aunque en ciudades como Asan, el porcentaje de habitantes koryoins es 52 veces mayor que hace una década.

Si sumamos a los coreanos étnicos que llegaron desde China, el número crece a 760.000, lo que representa a casi el 30% de la población extranjera en Corea del Sur, que se caracteriza por ser un destino popular para trabajadores de Nepal, Vietnam y Camboya, albergando más de dos millones de inmigrantes de esos países.

Coreanos llegando a su país desde Ucrania
Foto | Korea Times

En su mayoría, los koryoins y los demás inmigrantes llegan al país a trabajar en empleos relacionados a la manufacturación y sólo un 13% cumple roles profesionales.

“Ya existe una importante resistencia psicológica a la afluencia de personas de etnia coreana que no se diferencian de nosotros, por lo que me preocupa cómo Corea podrá aceptar a otros inmigrantes en el futuro”, apunta Seong Dong-Gi, un profesional koryoin de la Universidad de Inha, quien no ve con buenos ojos la crisis de natalidad debido a la dificultad de los coreanos de aceptar nuevas culturas.

El mayor problema está en las escuelas

La escuela primaria Dunpo de Asan fue la escogida por la BBC Mundo para ilustrar los desafíos de la inmigración koryoin en los recintos educacionales de Corea del Sur, siendo la barrera idiomática el obstáculo más grande a la hora de enseñar.

A pesar de crear programas y talleres que ayudan a los niños a hablar y entender el coreano, los profesores temen que estas iniciativas no sean suficientes y que se produzca un estancamiento en el aprendizaje de los alumnos koryoins.

“Creo que muchos niños apenas entienden las lecciones a medida que avanzan de curso y el tiempo pasa rápido”, se lamenta Kim Eun-Ju, maestra de la escuela Dunpo, quien también ofrece clases en ruso con el fin de integrar a los estudiantes extranjeros, correspondiente a casi el 80% de la comunidad escolar.

Que un 80% de los alumnos se considere multicultural tampoco es una buena noticia para esta institución educacional, ya que día a día ve como las familias coreanas cancelan la matrícula de sus hijos para inscribirlos en colegios más tradicionales y más cerca de las ciudades modernas, básicamente, porque temen que su educación y futuro se vea afectado.

Escuela de Corea del Sur
Foto: WSJ

El subdirector Kim Guen-Tae no deja de ver estas cifras con preocupación. Y es que, en 2023, cuando la mayor parte de los alumnos inmigrantes no eran koryoins, era más difícil que existiera una barrera idiomática, ya que la mayoría aprendía coreano fuera del aula o en sus casas.

Por su parte, la integración de estudiantes extranjeros de etnia coreana es prácticamente nula en cuanto a lo educacional, por lo que terminan siendo postergados.

El experto del Centro de Investigación y Capacitación sobre Migraciones de Corea del Sur, Park Min-Jung, exteriorizó su temor que más alumnos koryoins abandonen las escuelas si no reciben el apoyo necesario, el cual debe ser brindado no sólo por los profesores, sino que por el Estado.