La leyenda tiene tanto que ver con la Resurrección de Jesucristo como la Navidad con el Viejito Pascuero.
En la víspera de la Pascua, cuando la tradición nos lleva a imaginar conejos escondiendo huevos por doquier, es más que natural preguntarse: ¿qué relación tienen realmente los conejos y los huevos de chocolate con esta festividad cristiana?
Para entender esta curiosa conexión, es necesario adentrarse en las raíces históricas y mitológicas que han dado forma a estas tradiciones populares.
La historia del Conejo de Pascua y los huevos de colores no se remonta a la Edad Media como cabría suponer, sino que encuentra sus orígenes en la época de la Ilustración. Fue entonces cuando las liebres, conocidas por su fertilidad, comenzaron a ser imaginadas escondiendo huevos pintados de colores en los campos.
Pero, ¿cómo llegaron los conejos y los huevos a estar tan estrechamente ligados en esta festividad cristiana?
Alois Döring, experto en tradiciones populares, explica a la Deutsche Welle que los protestantes del siglo XVII buscaban explicar a sus hijos por qué había tantos huevos en Pascua, ya que durante la Cuaresma los católicos no podían consumirlos.
“Durante la Cuaresma, los católicos no podían comer huevos, por lo que en Pascua se podían encontrar muchos de ellos en los gallineros”, explica Döring. Los protestantes rechazaban la tradición del ayuno, que consideraban impuesta por el Papa. Pero eso no significaba que rechazaran la Pascua, que igualmente celebraban con huevos de colores.
La respuesta fue atribuir esta tradición a los conejos, que simbolizaban la fertilidad y la vida nueva, aspectos centrales de la resurrección de Cristo.
Simbolismo y mitos
Los huevos de Pascua no solo representan la fertilidad y la vida, sino que con el tiempo adquirieron un significado religioso profundo. En la Iglesia católica, solían bendecirlos, pintarlos y regalarlos como símbolos de renovación y resurrección.
“A los sacerdotes también les gustaban las decoraciones bellas”, explica Döring. Esta práctica se remonta a la época barroca, cuando incluso los sacerdotes hablaban en sus sermones sobre las técnicas de pintura de huevos.
Sin embargo, la asociación entre el conejo y los huevos benditos sigue siendo un misterio. Algunos expertos sugieren que podría haber sido una especie de “venganza” simbólica de los protestantes al vincular un animal mundano como la liebre con un símbolo sagrado como el huevo bendecido.
“Lo único que sabemos con certeza es que las primeras historias del Conejo de Pascua aparecieron en la literatura protestante del siglo XVII”, afirma Döring. De hecho, además de las liebres, un papel similar cumplieron ocasionalmente los cuervos y los zorros, pero “las liebres se prestaban mejor a ser humanizadas”, especula.
Otras teorías y expansión de la tradición
Otras teorías, como la del experto Gunther Hirschfelder, exploran la relación entre animales asociados al ayuno, como el damán de las rocas, y la festividad de la Pascua. Sin embargo, estas explicaciones no logran desentrañar completamente el enigma del conejo y el huevo en esta celebración.
Algunos expertos han buscado otras posibles explicaciones en antiguas leyendas, incluyendo una diosa germánica de la primavera y la fertilidad llamada Ostara, de la que se decía que solía ir acompañada de una liebre. Pero esta teoría fue finalmente descartada: “Ahora sabemos que esta diosa nunca existió”, afirma Döring. “Fue inventada por círculos esotéricos proclives a los mitos en el siglo XIX”.
Por su parte, la Dra. Karin Bürkert de la Universidad de Tuebingen en el Instituto Ludwig-Uhland de Ciencias Culturales Empíricas, explica también a la DW que “hay muchos mitos con respecto a la Pascua. En diversas regiones y en diferentes épocas, la gente se ha inventado mitos y leyendas para dar forma a ciertas fiestas y ritos”.
De hecho, aclara que “el conejo de Pascua apareció por primera vez en las mismas regiones en las que apareció también el árbol de Navidad: en Alsacia, en la región del Palatinado y en el Rin del Norte. Son más bien zonas protestantes. Una teoría podría ser que tras la Reforma del siglo XVI, la Pascua se convirtió en una fiesta burguesa y no solo religiosa. Cada vez se dedicaba más tiempo a la educación de los niños, y el conejo de Pascua se introdujo como elemento mitológico que encajase en el aspecto educativo. En otras regiones fueron el gallo o la gallina, la cigüeña y el zorro”.
“En el arte cristiano existe ‘la representación de los tres conejos’ de 1585. Pero también aparecen otros animales, por lo que no podemos decir que el conejo es el animal que se impuso para representar la Pascua. Los cuentos infantiles populares del siglo XX, como el clásico ‘La escuela de conejitos’ de 1924 y la industria chocolatera, sí que propiciaron el auge del conejo.”, acota.
Así, lo que es claro es que esta tradición se ha expandido por todo el mundo debido a que la globalización y la comercialización han contribuido a su popularidad, convirtiéndola en una costumbre arraigada en muchas culturas.
La misma idea de celebrar la pascua con dulces es muy, muy reciente, desde apenas “después de la Segunda Guerra Mundial, desde los años cincuenta la gente se podía permitir regalar chocolate a los niños. ¿Desde cuándo el huevo dejó de ser un tesoro? Durante mucho tiempo la gente se regalaba un huevo de verdad, pan, galletas en forma de ovejitas de Pascua. Eran nutritivos y lo suficientemente dulces”.
Pero aún con eso aclarado, aún queda una interrogante: Que un conejo ponga huevos es absurdo, ¿qué tienen que ver?
“Nada. En muchos escritos se habla de que engañaban a los niños y a los tontos contándoles la historia de que el conejo ponía huevos de Pascua, con el fin de divertirse y de educar un poco a los niños. En el sentido de que ellos tenían que reflexionar sobre si lo contado era verdad o no. Por eso, se dice que es una costumbre urbana que también se adoptó en el campo, pero no al revés. A los niños del campo no se les podría haber dicho este tipo de historias”, explica Bürkert.