Estos relatos suelen ser más conocidos de lo que se cree, sin embargo, no se encuentran en la Biblia y son rechazados por la iglesia, al contar pasajes ocultos de la vida del profeta.

De acuerdo a la creencia religiosa relatada por la Biblia, Jesús murió luego de su crucifixión y resucitó entre los muertos al tercer día. Así de simple es la narración de la historia aceptada y reconocida por la iglesia.

Sin embargo, si por alguna casualidad recuerdas los relatos sobre la cueva donde fue depositado su cuerpo, e incluso las historias que rondan sobre los ropajes que fueron dispuestos en dicho lugar, debes saber que estas narraciones corresponden a los evangelios apócrifos. Es decir, no pertenecen a los relatos canónicos escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Estos evangelios tienen una particular característica y es que relatan una parte de la historia de Jesús en su camino a convertirse en profeta que se podría considerar “oculta”, esto debido a la propia acepción original de la palabra.

“Apócrifo” tiene su origen en el griego y hace referencia a algo que se mantiene oculto o fuera de uso. Sin embargo, no debe confundirse con algo escondido por peligroso o negativo.

¿Por qué no fueron aceptados por la iglesia?

No obstante, los evangelios apócrifos, no son reconocidos por la iglesia -en ninguna de sus variantes-, por lo que no es posible encontrarlos en la Biblia. Así lo explica la BBC.

La razón por la que estos relatos no forman parte de la versión oficial del cristianismo, corresponde a que “se desató la imaginación” de sus escritores, explica Rafael Aguirre, catedrático de Teología en la Universidad de Deusto, Bilbao, España, al recién mencionado medio.

“Sobre la infancia de Jesús los relatos son mucho más legendarios y eso dio pie a que se multiplicaran los evangelios de la infancia apócrifos, ahí se desató la imaginación”, dijo el experto.

El hecho de que no sean reconocidos por la religión se debería precisamente a esto, puesto que se desapegaría del relato oficializado y consensuado de la iglesia.

Otro detalle importante de estos relatos no contemplados en el Nuevo Testamento, es que pese a que proliferan los evangelios apócrifos de la infancia de Jesús, sobre su pasión hay pocos.

“Las posibilidades de que la imaginación se disparase eran mucho menores, por la misma naturaleza del relato, tan sobrio y tan poco idealizado”, explicó Aguirre.

¿Qué dicen los evangelios apócrifos?

Según explica National Geographic, los evangelistas apócrifos buscaron llenar aquellas lagunas dejadas por los cuatro evangelios aceptados con sus historias, lo que detonó en una abundancia de datos sobre la vida oculta de Jesús con detalles de sucesos recogidos por estos narradores.

De hecho, la revista menciona que fueron los evangelios apócrifos los que dijeron que los nombres de los Reyes Magos eran Melchor, Gaspar y Baltasar.

Con ello en consideración, estos relatos suelen ser polémicos debido a su lejanía con la versión aceptada por la iglesia. Sin embargo, existen varios relatos conocidos popularmente.

– La crucifixión de Jesús

Uno de ellos es el de la crucifixión de Jesús, que comienza a resonar en Semana Santa. Entre los relatos apócrifos se detalla que luego de su muerte en la cruz, el profeta habría descendido a los infiernos, donde tuvo un oscuro paso.

En el evangelio de Nicodemo, unos sacerdotes relatan cómo de regreso a Galilea, donde habían atestiguado la asunción del profeta, se encontraron con una muchedumbre de hombres vestidos con ropajes blancos que habrían resucitado con Jesús.

Entre ellos, dos, Leucio y Carino, les narraron los sucesos vividos por el profeta en los infiernos.

“Estábamos nosotros en el infierno en compañía de todos los que habían muerto desde el principio. Y a la medianoche amaneció en aquellas oscuridades como la luz del sol, y con su brillo fuimos todos iluminados y pudimos vernos unos a otros. Y al punto nuestro padre Abraham, los patriarcas y los profetas y todos a una se llenaron de regocijo y dijeron entre sí: “Esta luz proviene de un gran resplandor”. Entonces el profeta Isaías dijo: “Esta luz procede del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

Pese a que Satán intentó impedir la resurrección con todas sus fuerzas, “Jesús tomó por la coronilla a Satanás y se lo entregó al mismo Infierno para que lo mantuviera a buen recaudo. Luego condujo a todos los patriarcas fuera del oscuro antro, comenzando por Adán y siguiendo por Henoc, Elías, Moisés, David, Jonás, Isaías y Jeremías, Juan Bautista”.

– Su relación con María Magdalena, su discípula favorita

En los evangelios apócrifos también se relata la misteriosa relación de Jesús con María Magdalena, relatos donde de hecho se le reconoce como la única mujer dentro de sus discípulos, pero también lleva a deducir que habrían tenido una relación de pareja.


“La compañera del Salvador es María Magdalena. Él la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en la boca. Los demás discípulos dijeron “¿por qué la amas más que a nosotros?”. El Salvador respondió: ‘¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?"”, versa el evangelio de Felipe III.

En el mismo, se describe a María Magdalena como una de sus fieles acompañantes y una de las tres mujeres que atestiguó su resurrección, además de su madre, según recoge National Geographic.

– El origen de María Madre

Otro de los relatos polémicos de los apócrifos, es sobre el origen y muerte de María Madre, puesto que en ellos se dice que también habría nacido por gracia del Espíritu Santo y por ende, también habría ascendido a los cielos.

En el Protoevangelio de Santiago se dice que: “Dos ancianos ricos, Joaquín y Ana, tuvieron finalmente una hija por intervención divina, a quien llamaron María. Cuando la pequeña tenía tres años, la llevaron al Templo de Jerusalén, donde se quedó sirviendo al Señor y fue alimentada por un ángel”.

“A los doce años, los sacerdotes decidieron entregarla por esposa a un viudo de Israel. Reunidos todos los viudos, cada uno con una vara, ocurrió que de la de José salió una paloma, por lo que fue designado esposo de María”.

“José hubo de ausentarse por motivos de trabajo y entonces tuvo lugar la anunciación del ángel y la promesa del nacimiento virginal.

“A los seis meses, José volvió y encontró a María encinta. Cuando esta negó haberle engañado, José quedó perplejo. Entre tanto, la noticia llegó a oídos de los sacerdotes, que acusaron a José de haber abusado de María. Ambos fueron sometidos a la ordalía de la ingestión de agua sagrada y enviados a una montaña. Los dos volvieron sanos y salvos”.

Sin embargo, este relato por sí solo demuestra por qué no fue aceptado por la iglesia, puesto que de serlo, Jesús no habría sido el único hijo de Dios.