Tampoco se pronuncia igual. Pero, mientras buscábamos respuestas, la Street Food nos ofreció intestinos de animal a la parrilla.
Sólo basta con recorrer algunas calles de la ciudad tecnológica de Shenzen, al sureste chino, para saber que dentro de toda su oferta gastronómica callejera, como en la de lujo, hay un gran ausente: el wantán.
Al preguntar en español o en inglés por esta comida que se nos vende como típica en Latinoamérica, el rostro de los comerciantes y hasta de los lugareños se extraña.
BioBioChile estuvo de visita por la llamada Silicon Valley china, debido a la fabricación tecnológica que la vuelve un referente mundial. Sin embargo, no se podía desaprovechar la oportunidad de explorar otros aspectos que la hacen singular respecto de otras del gigante asiático.
El wantán y sus diferencias en Latinoamérica: ¿Te han mentido todo el tiempo?
Violet, una joven china hablando tres idiomas -entre estos, inglés y español- nos acompañó en una parte del recorrido por el centro de Shenzen.
El objetivo era ver cómo los negocios de tecnología ofrecían artículos, sustitutos de marcas como Apple, JBL, Marshall, entre otros, a precios módicos que los más puntuales llaman piratería y otros amantes de los eufemismos, réplicas exactas.
Sin embargo, eso quedará para otra historia debido a que, al ver una variedad de comida desconocida para un occidental, saltó la pregunta: ¿Y dónde está el wantán?
“¿Qué es eso?”, preguntó la joven china. “Nunca lo escuché antes”, agregó. Los minutos siguientes fueron un intento de explicación de cómo luce esta, que es una fritura rellena de carne ofrecida en restaurantes de dueños asiáticos en Chile y en otros hemisferios.
No hubo caso. Nada se sabía del wantán a nivel local y tampoco se veía en las calles como otros alimentos. Incluso los burritos, en versión china, estaban disponibles en pleno centro, donde las motocicletas pasan por las aceras ofreciendo bocinazos a los distraídos transeúntes, en su mayoría extranjeros.
Hasta McDonald’s tenía su espacio en esta singular y moderna ciudad. Sin embargo, en una de las cuadras, donde los pinchos de pollo prometían, en otro de los puestos vecinos, los intestinos de cerdo recordaban a algunos visitantes que China es un mundo aparte y las siguientes imágenes lo confirman.
“Ya sé a lo que te refieres”: no se pronuncia ‘wantán’
El recorrido siguió mostrando los famosos noodles, esos fideos que se preparan con albóndigas cocidas, una especie de acelga y caldo de pollo o carne, dependiendo de la oferta culinaria.
Alas de pollo hervidas, pinchos de carne de cerdo en salsas locales, bolas de Taro, un tubérculo parecido a la yuca y hasta choclos hervidos, algo que cualquier occidental agradece ante tanto desconocimiento gastronómico y un estómago no habituado a la dieta asiática.
Pocas horas después, Violet nos saludó y, acto seguido, nos aseguró: “Ya sé a lo que te refieres. Se llama ‘Huntun"”, con un acento casi indescifrable. La palabra significa “Nubes rebosantes”.
La joven explicó que un amigo cantonés, de donde proviene lo que en occidente conocemos como Wantán, entendió a lo que nos referíamos. Fotografía en manos, nos mostró una especie de rectángulo hervido, relleno, nada que ver con la fritura a la que estamos acostumbrados. La única similitud es el centro del alimento, que puede ser de pollo, carne o verduras.
“No, acá no lo he visto frito”, nos dijo la asiática. Aludimos a un intento de hacer calzar el wantán al gusto del extranjero. Nos mostró unas fotos que distan de lo que estamos acostumbrados a la hora de pedir este acompañamiento chino.
En algunos restaurantes, el menú todavía está vivo
Como todo lo que sucede en China, en contraste con Occidente, la calle es un termómetro para saber qué tan distinta es la oferta culinaria, tanto en restaurantes y hoteles, como en las calles de sus principales ciudades.
En los lugares donde la “Sea Food” tiene alta demanda, el menú, por lo general, está vivo, ya sea para llevar o consumir ahí.
Peces que parecen mantarrayas, langostas y centollas vivas, toda variedad y tamaño de camarones, desconocidos a los ojos del visitante, así como peces de colores y aspectos extraños, pero que son puestos para mostrar la frescura del menú, frente a zonas portuarias donde el negocio industrial y tecnológico es el centro de todo.
En los hoteles, entre algunos cinco estrellas, los mariscos, moluscos y más se ofrecen desde las 6:00 de la mañana. También las sopas locales, carne de todo tipo y lo que conocemos como sushi.
Sin embargo, para el visitante extranjero, existe el tocino, pan, croissant (dulces y salados), para quien no está preparado para desayunar caracoles o calamares.
A medio día, el menú no varía mucho. Pero hacen acto de presencia las patas de pollo hervidas que tanto gustan a la mayoría de locales. Los extranjeros, según lo que observamos, prefirieron pasar de largo ante ese plato, pese a que en Latinoamérica la pobreza enseñó a algunos países que esa parte de ave también se aprovecha.
El cerdo en salsa, los camarones en verduras condimentadas y el arroz con verduras o blanco, también en el menú. No obstante, no es como el que ofrecen los restaurantes chinos. No al menos en Chile.
Sin wantán, pero con un invierno tropical
En tanto, y con la ausencia del protagonista de esta historia, los chinos residentes en la tecnológica Shenzhen, se divierten en los pubs de la calle, que tienen música en vivo en horas nocturnas.
En China es pleno invierno, pero en el sureste, fácilmente se soportan temperaturas de hasta 34 grados centígrados.
Mientras los ciudadanos de Pekín (Beijing) se congelan del frío, los de la Silicon Valley china beben cerveza en medio de la curiosidad del turista occidental, buscando tecnología y hasta wantanes.