Sadam Husein atado y en ropa interior, además de Ronald McDonald crucificado, son parte de las obras que se presentan en el Museo del Arte Prohibido de Barcelona. Obras que en algún momento de la historia fueron censuradas o denunciadas.
El museo abrió sus puertas el pasado jueves y expone 42 propuestas que causaron polémica, sobre un total de 200 obras que el periodista y empresario catalán, Taxto Benet, comenzó a coleccionar hace cinco años, señalá Radio Francia Internacional.
En sus salas se pueden encontrar obras de Goya, Picasso, Andy Warhol o Ai Weiwei, además de una estatua del dictador español Francisco Franco, al interior de un frigorífico. Dicha obra de Eugenio Merino fue denunciada, al igual que un Cristo Sumergido en orina de Andrés Serrano.
“Nosotros no coleccionamos ni mostramos en el museo obras escandalosas o polémicas, mostramos obras que hayan sido censuradas, agredidas, violentadas, prohibidas”, explica en una entrevista Benet. “Obras que tienen detrás de ellas una historia. Sin esa historia, no estarían aquí”, agregó.
Creadores “cancelados”
El empresario, quien además es uno de los socios fundadores del grupo audiovisual Mediapro, comenzó su colección en 2018, con la adquisición de la obra “Presos políticos en la España contemporánea”, la que horas después fue retirada de la feria madrileña de arte Arco.
Dicha obra, añade RFI; mostraba fotografías pixeladas de algunos líderes independentistas catalanes.
“Cualquier artista que no pueda mostrar su obra porque alguien se lo impide es un artista que está censurado, y por tanto tendrá cabida siempre en este museo”, explica Benet a pocos metros de un autorretrato de Chuck Close, a quien acusaciones de acoso sexual por parte de mujeres llevaron a que la National Gallery of Art de Washington renunciara a dedicarle una exposición en 2018.
El coleccionista enfatizó en que no cree que su museo sea objeto de represalias y añadió que las obras no significan que el arte haya perdido libertad en los últimos años.
“El hecho de tener obras tan diferentes juntas produce que los niveles de tolerancia del espectador se amplíen y el nivel de escándalo de la obra se rebaje”, detalló el periodista y empresario.