En octubre de 2002, Gemma Jones, que en ese tiempo tenía 24 años, vivió un momento de alta tensión, tras sufrir el ataque de un elefante. Aunque la mujer pudo sobrevivir sin secuelas.
Sobre el evento, detalla a The Guardian, que empezó como un inocente paseo a través del sudeste asiático, empezando por Tailandia.
Por motivo de su viaje, le ofrecieron montar un elefante, junto a su amiga Yvette. “Cuando tienes 20 años, no te das cuenta de que el hecho de que te permitan hacer algo no significa necesariamente que todo va a estar bien”, señaló al diario inglés.
Sin embargo, lo que sería un recuerdo amistoso, se convirtió en una pesadilla. Montada en una precaria tabla, el animal tropezó, arrojando a Jones e Yvette lejos del animal.
“Esta es una de las cosas que aprendí: tu cerebro simplemente toma el control y comienza a sedarte”, mencionó Jones. “Eso es parte del trauma: te disocias. Tienes que hacerlo, no puedes hacer frente a lo que está pasando”.
Entonces el mamífero tomó a Jones con su trompa. “Se envolvió a mi alrededor, me levantó y me arrojó”, indicó.
Mujer narra las consecuencias del ataque del elefante
“Todos mis huesos se rompieron a la vez: la clavícula, las costillas, la pelvis”, expresó. “No lo sentí, pero lo escuché. Pensé: ‘Oh, mierda’. Esa es mi columna vertebral"”.
Al respecto, Jones pudo ser auxiliada, mientras su cuerpo fue impactado con una fuerza similar a una aplanadora.
“Todos los moretones empezaron a salir internamente. No podía hacer nada: reír, llorar o estornudar”, dijo.
Pese a lo largo de la hospitalización, Jones decidió estudiar psicología clínica para enfrentar sus miedos.
El aprendizaje tras el ataque del elefante
“Creo que en algunos aspectos era importante para mí volver a viajar, no dejar que el miedo hiciera efecto en ese momento. Al mismo tiempo, estaba traumatizada y no lo reconocía”, destacó a The Guardian.
Así, la experiencia con el elefante, le sirvió para adquirir dos grandes aprendizajes: “La vida puede cambiar en un instante y nunca lo ves venir, y hay momentos en la vida en los que estamos completamente solos e impotentes. No puedes escapar de esas cosas – son problemas humanos – entonces, ¿qué haces? Quería entender cómo trabajar con eso”.
Finalmente, reconoció que pudo salir adelante, pese a la adversidad. “Aprendí mucho sobre mí: sé que puedo sobrevivir. Sé que puedes sufrir, puedes sentir dolor y estar solo y completamente fuera de control y, aun así, todo puede estar bien”, cerró.