Aunque parezca increíble, es cierto que la historia del ciclismo femenino tiene una herida que pocos creen posible, se trata del “Bicycle face” o “Cara de bicicleta”.
Es una historia que ocurrió en el siglo XIX y que tiene como protagonistas a las mujeres y los deseos de que no lograra surgir de una forma tan sencilla como andar en bicicleta.
Porque no solo manejar caballos o autos fueron impedimentos para que las mujeres avanzaran, sino que también la bicicleta se ganó un espacio, aunque a punta de mentiras que generaron un daño que hasta hoy es recordado.
El reflejo de una sociedad en la que los derechos de las mujeres no eran relevantes y donde tuvieron que inventar una mentira para evitar que pudieran ser solo independientes.
Bicycle Face: una mentira que llegó muy lejos
Eran finales del siglo XIX cuando médicos advirtieron de una peligrosa e incómoda enfermedad, aterradora. Así deben haber nombrado durante la época a la Bicycle Face, o más bien, la cara de bicicleta.
Un artículo del Literary Digest de 1895 que descubrió VOX, señala de qué se trata: “El esfuerzo excesivo, la posición erguida sobre la rueda y el esfuerzo inconsciente por mantener el equilibrio tienden a producir una ‘cara de bicicleta’ cansada y exhausta”.
El artículo describió claramente las consecuencias de andar en bicicleta, rostros sonrojados, aunque algunas veces pálidos, labios más o menos dibujados y el comienzo de ojeras que brindan una expresión de cansancio a la mirada.
Sin embargo, la descripción de una “bicycle face” varía según quien lo señalaba, porque algunos más extremistas llegaron a indicar que el rostro de quienes montaran bicicleta reiterativamente podría desaparecer.
De igual forma, según explica el medio, el médico A. Shadwell mencionó que la causa era consecuencia del esfuerzo de mantener en equilibrio una bicicleta, así como también el sobreesfuerzo que se realiza al montarla.
Sin embargo, esto podría afectar a hombres y mujeres, pero fueron las féminas las que se vieron afectadas al nivel que no podían usar la bicicleta debido a una mentira que llegó muy lejos.
Si montabas una bicicleta, además de arriesgar que tu rostro desapareciera, tendrías agotamiento, insomnio, palpitaciones, dolores de cabeza y depresión.
Una preocupación por la libertad y el feminismo
En 1986, Munsey Magazine escribió: “Al principio, para los hombres, la bicicleta era simplemente un juguete nuevo, otra máquina añadida a la larga lista de dispositivos que conocían en su trabajo y juego. Para las mujeres, era un corcel sobre el que montaban a un mundo nuevo”
En nuestros tiempos que las mujeres se puedan mover solas es algo tan normal que ni siquiera podríamos cuestionarnos algo que hace no muchas décadas se escribían en publicaciones que llegaban a miles de personas.
Que la bicicleta diera movilidad a las mujeres, tal como la que ostentaban los hombres, se transformó en un peligro para la sociedad.
Por razones muy prácticas, montarla es realizar actividad física, tener movilidad independiente y, en la época, es un punto de partida para cambiar el vestuario, obteniendo prendas más cómoda para esta acción.
Eso llevó a que se inventara esta ridícula enfermedad para justificar una oposición al feminismo de las mentes que tenían una voz que era escuchada por la sociedad.
Una enfermedad que nunca existió
Sostener una mentira de estas proporciones no duró tanto, sobre todo cuando varias mujeres se atrevieron a montar bicicleta sin tener los síntomas que auguraban los médicos de la época.
Fue precisamente una mujer quien terminó por dejar en el suelo la teoría de la “Bicycle Face”.
Ella es Sarah Hackett Stevenson, una doctora de Chicago que publicó en 1897 una declaración que terminó con todo el cuestionamiento.
“[El ciclismo] no es perjudicial para ninguna parte de la anatomía, ya que mejora la salud general. He estado recomendando concienzudamente andar en bicicleta durante los últimos cinco años”, señaló en el Phrenological Journal.
Agregó: “La expresión facial dolorosamente ansiosa solo se ve entre los principiantes y se debe a la incertidumbre de los aficionados. Tan pronto como un jinete se vuelve competente, puede medir su fuerza muscular y adquiere perfecta confianza en su capacidad para equilibrarse y en su poder de locomoción, esta mirada desaparece.”
Una intervención que le dio la vuelta al Bicycle face
Esta historia, que parece de locos, fue la que tomó la marca Škoda España, quien usó el término Bicycle Face para mostrar una cara de las mujeres, pero una muy diferente de la que intentaban retratar en el siglo XIX.
Para la primera Vuelta Femenina de la historia, que se realizó en mayo pasado en España, transformaron este término en un sinónimo de empoderamiento femenino a través de la fotografía de dos prestigiosas fotógrafas deportivas, Naike Ereñozaga y Lara Ortiz de Zárate.
Ellas fueron las encargadas de retratar las distintas caras de las mujeres que estuvieron en el pelotón mientras cruzaban la prueba, literalmente las “caras de bicicleta”.
“Es un orgullo acompañar a las ciclistas en su lucha diaria para que el reconocimiento de este deporte siga avanzando hacia delante”, declaró Lara Ortiz a Elle.
Los resultados fueron impresionantes, ya que transmitieron a través de las fotografías el sentimiento de las mujeres que se enfrentaron a una de las pruebas más duras del ciclismo.
Las imágenes aún se exponen en una tienda de Madrid dedicada al ciclismo y son la comprobación de que andar en bicicleta no cambia tu rostro para mal, sino que todo es para mejor.
Las mujeres que montaron bicicleta en el siglo XIX
Pese a las advertencias, hubo mujeres que se atrevieron a montar una bicicleta, incluso si se arriesgaban a perder su rostro. Para ellas crearon peticiones, tan ridículas como aterradoras.
El portal The Marginalian las recoge y te las detallamos aquí:
– No te asustes
– No te desmayes en el camino.
– No uses gorra de hombre.
– No uses ligas apretadas.
– No olvides tu bolsa de herramientas
– No intentes un “siglo”.
– No te deslices. Es peligroso.
– No te jactes de tus viajes largos.
– No critiques las “piernas” de las personas.
– No uses mallas de colores llamativos.
– No cultives una “cara de bicicleta”.
– No rechaces ayuda para subir una colina.
– No uses ropa que no te quede bien.
– No descuide un grito de “se acabó la luz”.
– No use joyas durante un recorrido.
– No corras. Deja eso en manos de los locos al volante.
– No uses botas con cordones. Son aburridos.
– No imagines que todo el mundo te está mirando.
– No vayas a la iglesia disfrazada de ciclista.
– No uses un sombrero de fiesta en el jardín con pantalones bombachos.
– No disputes el derecho de paso con los teleféricos.
– No mastiques chicle. Ejercite sus mandíbulas en privado.
– No uses guantes de seda blancos. La seda es la cuestión.
– No preguntes: “¿Qué opinas de mis bombachos?”
– No uses jerga ciclista. Déjalo en manos de los chicos.
– No salgas después del anochecer sin un acompañante masculino.
– No te quedes sin aguja, hilo y dedal.
– No intentes que todas las prendas de tu vestimenta “coincidan”.
– No dejes que tu cabello dorado cuelgue por tu espalda.
– No permitas que el querido pequeño Fido te acompañe.
– No rayes una cerilla en el asiento de tus bombachos.
– No hables de bombachos con todos los hombres que conoces.
– No aparezcas en público hasta que hayas aprendido a montar bien.
– No exageres las cosas. Que el ciclismo sea una recreación, no un trabajo.
– No ignores las leyes de tránsito por ser mujer.
– No intentes montar con la ropa de tu hermano “para ver cómo se siente”.
– No grites si te encuentras con una vaca. Si ella te ve primero, correrá.
– No cultives todo lo que está al día porque andas en rueda.
– No imites la actitud de tu hermano si conduce paralelo al suelo.
– No emprendas un recorrido largo si no estás seguro de poder realizarlo fácilmente.
– No parezca estar al tanto de los “récords” y de la “superación de récords”. Eso es deportivo.