No es un secreto que los hombres solemos prestar más atención -por decirlo de alguna manera- a una mujer cuando viste de rojo. Desde Cameron Díaz con su grandiosa entrada en La Máscara, hasta Jessica Rabbit en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Hollywood sabe que cada femme fatale de la historia viste estrictamente de rojo cuando quiere robar cámara.
Sólo pregunten a Neo, que casi pierde la vida por distraerse viendo un vestido rojo ajustado en The Matrix. Y qué decir del éxito ochentero La chica de rojo.
Pero, ¿es cierto que los hombres nos sentimos más atraídos por el color rojo, o simplemente todos lo asumimos? Y de ser así, ¿por qué ocurre?
Spoiler alert: la respuesta es sí y los responsables podrían ser nuestros primos primates.
El efecto del vestido rojo
Con el muy original nombre del “efecto del vestido rojo”, el tema ha sido de estudio para la psicología durante décadas. Porque claro, ¿qué podría ser más valioso que mejorar tus oportunidades de seducir o conquistar? No estamos diciendo que curar la depresión no sea importante…
Así, una de las mayores referencias sobre el tema la ofreció el psicólogo Adam Pazda, quien en 2012 realizó un experimento sobre la materia en la Universidad de Rochester, en Estados Unidos. Para ello, usó dos fotos donde la misma mujer vestía una camiseta blanca y otra roja. En realidad se trataba de la misma prenda retocada digitalmente (cuyos bordes demostraban además que Pazda no era muy diestro en Photoshop).
Con una pequeña muestra de 25 hombres enfrentados a la imagen y sin más información, los investigadores pidieron a los voluntarios asignar en una escala de 1 a 9 respecto de cuán interesada estaba la fémina en tener sexo.
Sorpresa, sorpresa: el estudio detectó que los hombres asignaban de 1 a 1.5 más puntos favorables al sexo respecto de la mujer que usaba la prenda roja.
Pero, ¿no podría ser esto un constructo de nuestra consumista e imperialista sociedad occidentalizada? Quizá hemos visto demasiadas películas y lo asociamos. Pues el año siguiente, el mismo equipo de investigadores viajó hasta Burkina Faso, una de las naciones más pobres del noreste de África, para hacer el mismo experimento con tribus rurales aisladas, a quienes se ofreció un saco de arroz por su colaboración.
Sorpresa otra vez: nuevamente los hombres eligieron el equipo rojo.
(Y vaya sorpresa también para los burkineses, de que unos forasteros llegaran hasta ellos no para tratar de vacunarlos o al menos de venderles armas, sino para preguntarles qué chicas estaban más buenas. Los dioses deben estar locos).
“Creo que el estudio es bastante bueno. Me hace pensar que los humanos que existimos hoy todavía exhibimos algunos comportamientos evolucionarios algo extravagantes que no nos habíamos cuestionado antes”, señaló al respecto el psicólogo social Paul Eastwick, de la Universidad de Texas A&M, para la revista Science.
¿Por qué evolucionario? Bueno, aquí entran los monos…
El rojo también lo usa el signo PARE
Aunque odiemos admitirlo, no somos tan distintos de nuestros parientes primates. Y algo que ocurre con chimpancés, macacos, mandriles y nosotros, es que cuando las hembras de nuestra especie son fértiles, sus niveles de estrógeno aumentan, se hinchan sus vasos sanguíneos y -ya pueden adivinarlo- su piel enrojece.
No es de extrañar entonces que unas mejillas sonrojadas, cuello, pecho y los genitales, se interpreten incluso de forma inconsciente como la disposición al avance amoroso. Nuestros antepasados lo sabían pues, de hecho, el lápiz labial más antiguo encontrado data de hace 10.000 años en Egipto y Medio Oriente, siendo, precisamente, rojo.
Eso sí, pasearse de rojo no siempre fue bien visto. Antes de que se masificara su uso en el siglo XX, llevar los labios de rojo era sinónimo de lujuria, inmoralidad e incluso vínculos con el demonio (gracias Iglesia Católica). “Estaba asociado con una femineidad misteriosa y atemorizante”, explica la autora e investigadora Rachel Felder en un artículo de CNN.
Como imaginarán, ambos conceptos -disponibilidad sexual y pecado- llevaron a que los hombres tuviéramos una conveniente epifanía: una mujer que use rojo está pidiendo tener sexo.
“Usar rojo puede ser una espada de doble filo”, advierte Adam Pazda, “pues las mujeres pueden acabar obteniendo una atención sexual que no están pidiendo. Aquí también hay una lección para los hombres: es importante estar consciente de cómo sus actitudes hacia las mujeres pueden ser erradas por estar interpretando señales de forma incorrecta”.
Dicho de forma más clara, chicos, que una mujer se vista de rojo no significa que te esté diciendo que puedes tumbarla con un garrote y arrastrarla del pelo hasta tu caverna.
Probablemente por eso la firma cosmética L’Oreal lanzó el año pasado la campaña “Usar lápiz labial No es un Sí“, para intentar frenar el acoso callejero.
Vamos, que a los hombres todo deban explicárnoslo con manzanas.