Hace 15 años el Centro para personas mayores Benrath ubicado en Düsseldorf, Alemania, comenzó un proyecto, en ese entonces, pionero. Debido a los múltiples episodios que tenían donde residentes escapaban del asilo buscando volver a casa, decidieron poner en las veredas de las residencias paraderos de bus falsos.
La idea nació, pues los directores de los centros para personas mayores dependían directamente de las autoridades locales para poder encontrar a los pacientes, por lo que optaron por unir fuerzas con una asociación de atención local y el departamento de transporte público para crearlos, explica en su sitio web la Fundación McKnight.
Así, cuando los residentes sentían la necesidad de volver a casa, ir a preparar el almuerzo a sus fallecidos esposo o incluso ir a buscar a sus hijos al colegio, los enfermeros les señalaban que podían esperar el bus afuera, en el paradero falso, por lo que con el pasar del tiempo y bajo vigilancia médica estos terminaban retornando al asilo.
Cuando esto no ocurría, los enfermeros y funcionarios salían a ofrecerles tomar un café o un té dentro de la residencia para esperar a que el bus pasara. Una mentira piadosa y que salvó a muchos de perderse.
“La sensación de que tienen la libertad de hacer lo que sienten que deben hacer es muy reconfortante para los pacientes”, explicó Sabine Gruenwald de la Residencia Muehlenau en Hamburgo, otro centro que aplicó el método, a DW en ese entonces.
La técnica de los paraderos falsos resultó ser de gran ayuda también para las familias, las que corrían el riesgo de perder a sus seres queridos cuando estos terminaban deambulando solos por la calle a causa del Alzheimer.
“Los familiares siempre están contentos de que a los pacientes se les permita deambular y puedan sentarse afuera”, agregó en esa ocasión Gruenwald.