El pan de pascua viene de Alemania y su receta se fue adaptando a través de los años.
Los chilenos navideños se dividen entre quienes prefieren el pan de pascua con frutas confitadas y quienes optan sin por uno que no cuenten con este ingrediente.
El debate ha sido extenso y ha durado muchos años, pero es muy difícil determinar quien tiene la razón. Pero ¿en qué momento se empezó a usar frutas confitadas?
¿Pan de pascua con o sin frutas confitadas?
Partamos aclarando que el pan de pascua no es chileno, sino que llegó desde Europa y con una receta muy diferente.
“Cuenta la historia que la influencia que tuvo nuestro pan de pascua proviene desde Alemania con el Christollen o Stollen, que tiene sus orígenes en la región de Sajonia”, explica Franziska Rösner, chef pastelera de la carrera de Dirección y Gestión de Artes Culinarias U. Finis Terrae, en asociación con Le Cordon Bleu.
En ese lugar, relata, “se elaboraba con una masa de levadura, aceite y agua, y con el tiempo se fue mejorando la receta”.
Así comenzó a incorporarse mantequilla, almendras y frutos secos, como nueces y almendras, en honor al lugar de nacimiento de Jesús, donde estos son típicos.
La leyenda cuenta que cuando llegó a Chile, esa receta también había sido alterada con la influencia de los italianos y su tradicional Panettone (cuyo consumo, según datos de la empresa Bauducco, va en alza en Chile).
Con una forma de cúpula elaborada con una masa similar al brioche, el Panettone era saborizado con miel, frutas confitadas y pasas.
Así habría sido como se incluyó este ingrediente, que además ayuda a darle al queque un poco de humedad y sabor.
Sin embargo, como no todos disfrutaban de este sabor, también se realizaron versiones clásicas, especialmente en el sur del país, gracias a la influencia alemana y tradición.
Al final, y debido a la enorme variedad que existe, nadie puede determinar si el pan de pascua debe o no llevar frutas confitadas, pues después de todo, en el gusto no hay nada escrito.