La baja natalidad es una problemática en varios países, especialmente en algunas naciones pertenecientes al mundo desarrollado.
Europa del Este también se ha visto afectada por esta tendencia y en los últimos años los gobiernos de la región han tomado serias medidas para poder aumentar la cantidad de nacimientos.
Hungría es uno de los casos más destacables, donde el Estado ha implementado un ambicioso paquete de medidas con miras a aumentar el número promedio de hijos por mujer, que en 2011 llegó a un histórico 1,23, muy lejos del 2,1 ideal para mantener la población estable.
De acuerdo al periódico británico The Guardian, la batería de iniciativas pro-bebé es variada y, en general, apunta al lado económico.
Por ejemplo, las parejas que decidan tener hijos pueden obtener convenientes y jugosos préstamos incluso antes de efectivamente esperar un bebé.
Es decir, los interesados pueden obtener 10 millones de forintos húngaros (casi 27,1 millones de pesos, uno de los tantos montos disponibles) solo con la promesa de concebir.
De tener más hijos, los pagos se difieren por un periodo determinado, pero la deuda se condonará si nacen tres bebés durante el plazo fijado para saldar la deuda.
Sumado a ello, la administración conservadora del primer ministro Viktor Orbán dispuso de tratamientos gratuitos en clínicas públicas de fecundación in vitro, siempre y cuando se tenga menos de 40 años y no se trate de una lesbiana.
Además, el jefe de gobierno prometió eximir de por vida del pago de impuesto a la renta a aquellas mujeres que tengan tres hijos.
“El préstamo es maravilloso. Si no fuera por esta ayuda tendríamos que vivir con alguno de nuestros padres o en condiciones terribles”, dijo al citado medio Bettina, una asistente de la educación de 32 años quien tiene un hijo con su marido policía.
Ya tienen un préstamo de 1,4 millones de forintos (casi 3,8 millones de pesos) que pidieron justo después de casarse, con la promesa de tener dos hijos en seis años.
El gobierno de Orbán ha sido alabado por otros derechistas a nivel mundial y su administración tiene una clara postura nacionalista, pro familia tradicional y no quiere aceptar grandes cantidades de inmigrantes, como ha ocurrido en otros países del viejo continente.
“Hay fuerzas políticas en Europa que quieren reemplazar a la población por razones ideológicas y de otro corte”, dijo el primer ministro en una conferencia a la que asistió The Guardian en la elaboración del citado artículo.
“La política de familia húngara es digna de estudio en detalle”, dijo hace unos meses Tim Montgomerie, un ex consejero de Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido.
Otros países
Pero Hungría no es el único país del este de Europa que anhela aumentar los nacimientos.
Por ejemplo, el gobernante partido polaco Ley y Justicia (PiS por su sigla, de naturaleza conservadora y católica) introdujo en 2016 la ley “500+”, con la cual se le dio a cada madre un aporte mensual de 500 esloti (106 mil pesos) a partir del segundo hijo.
No obstante, en 2019 se acordó que el beneficio se expandiera a todos los niños.
En tanto, en Rusia se instaló en 2007 un bono que se entrega solo una vez, y que asciende a los 6 millones de pesos, para familias con dos o más niños.
Para fortalecer el trabajo en esta área, Vladimir Putin anunció en enero otro paquete de medidas “demográficas” que tendrá un costo de 6 mil millones de dólares al año.
“El destino de Rusia y sus históricos planes dependen en cuántos de nosotros hay”, dijo el líder ruso cuando lanzó el programa que tiene símiles en países como Italia y Grecia.
La misma preocupación muestran en la República de Macedonia del Norte, un país sin acceso al mar entrampado entre Grecia, Albania y Bulgaria.
“Nos pesa no tener una buena natalidad, pero eso ocurrirá solo si mejoramos nuestro estilo económico”, dijo a The Guardian Zoran Zaev, ex primer ministro de Macedonia entre el 31 de mayo de 2017 y el 3 de enero de 2020.
Su gobierno de corte social fue el responsable de eliminar una serie de beneficios que previas gestiones de derecha nacionalista habían creado para apoyar a familias con más integrantes.
Pero jugar con la natalidad no es fácil y puede incluso no funcionar aunque se destinen grandes sumas de dinero.
En el caso de Hungría se observa una ventana para que familias de mejor situación económica saquen provecho del dinero entregado por el Estado, ya que los requisitos aplicados a ellos son iguales que para el resto de la población.
“En Escandinavia pensamos que lo habíamos hecho bien. Había un buen paquete, enfocado en equidad de género que completaba todas las necesidades, y el año pasado la natalidad bajó. Así que nos estamos rascando la cabeza y tratando de descubrir qué está pasando”, dijo al periódico londinense Anne Gauthier, profesora de estudios familiares en la Universidad de Groninga de Holanda.