Dwayne Johnson y Mark Whalberg protagonizaron en 2013 la película Pain&Gain, que contaba la historia de un grupo de fisicoculturistas que intentaba secuestrar a un empresario de origen latino y posteriormente asesinarlo. Nada de eso salió bien y al final tuvieron que pagar por sus crímenes. Aunque la historia verdadera y el filme tienen muchas diferencias, hay algo en que coinciden: la torpeza de los delincuentes.
La historia comenzó el 15 de noviembre de 1994 en Miami, cuando el empresario argentino Marc Schiller fue secuestrado por un grupo de desconocidos, permaneciendo bajo cautiverio durante al menos cuatro semanas.
Fue sometido a brutales torturas, alimentación racionada, estuvo encadenado, con los ojos vendados, le quemaban los brazos con cigarrillos, lo amenazaron con violar a su hija o asesinar a su primogénito y le hicieron firmar papeles donde transfería enormes cantidades de dólares a sus captores.
La víctima logró reconocer por la voz y el perfume a uno de los secuestrados, se trataba de Daniel Lugo, un fisicoculturista que solía acudir a un gimnasio llamado Sun Gym y jactarse de cometer diferentes delitos. Pero al percatarse de que había sido descubierto tomó la decisión de matar a Schiller.
Lo obligaron a beber alcohol -era abstemio- y fingieron que había sufrido un accidente automovilístico, pero resistió. Luego lo sedaron y le prendieron fuego al vehículo, pero hicieron todo mal. Le dieron una dosis errónea y no lo amarraron bien, salió corriendo del vehículo, envuelto en fuego, desnutrido y gravemente herido. Al percatarse, lo arrollaron con el automóvil y lo dejaron tirado, pero sin confirmar si seguía con vida.
Schiller sobrevivió y fue hallado por la policía, por lo que desde el hospital contrató a un detective privado, que le recomendó ocultarse.
“Eran unos inútiles, no había más que darse cuenta cuando me interrogaban, y unos torpes, pero destrozaron mi vida”, dijo el empresario en su libro autobiográfico.
Aunque Schiller sobrevivió, todavía tenía que demostrar que había sido víctima de estafa e intento de asesinato de una historia que había comenzado seis años antes.
Origen
Marc Schiller manejaba una oficina de contabilidad en Miami, pese a ser argentino había vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos y tras estudiar en la universidad, inició una empresa y forjó su propia fortuna.
En 1991, su secretaria personal, Linda, le comentó que su esposo Jorge Delgado había quedado sin trabajo y estaban viviendo una dura situación económica, por lo que le pidió a Schiller que lo contratara, algo a lo que accedió.
Jorge se transformó rápidamente en el hombre de confianza del empresario, llevaba su agenda, conocía sus negocios y hasta tenía acceso a sus claves secretas. Sabía cada movimiento que realizaba Schiller, las cuentas que tenía en el extranjero, cómo funcionaba su familia y las operaciones de dinero que realizaba cada jornada.
Pero a fines de 1992, Delgado conoció a Daniel Lugo en Sun Gym. Fue su entrenador personal y se convirtieron en amigos, incluso intentó sumar a esta amistad a Schiller, pero el empresario y Lugo no simpatizaron.
A mediados de 1994, Schiller obligó a escoger a Delgado entre él o Lugo, eligiendo al primero. “Ese tipo te va a traer muchos problemas”, le advirtió, según el Miami Times.
Pero el empresario argentino siguió molesto con Delgado y terminó algunos negocios que tenían juntos, aunque lo compensó económicamente, además estaba al tanto que seguía viéndose en el Sun Gym con Lugo, por lo que la relación se quebró.
Lugo aprovechó esto para convencer a Delgado de secuestrar a Schiller y para eso reclutaron a otros tres fisicoculturistas del Sun Gym: Stevenson Pierre, Carl Weekes y Adrian Doorbal.
Los primeros intentos de la banda para secuestrar a Schiller fracasaron. La verdad es que no fueron planes inteligentes, ni en su concepción, ni en su ejecución. Para Halloween pensaron en ponerse disfraces de ninjas y pedir dulces en el vecindario del empresario. Tocarían a su puerta y lo atraparían cuando abriera. Pero terminaron la noche en un club de striptease.
Pensaron en otro plan: secuestrarlo mientras conducía por la autopista Palmetto durante la hora punta. Pero cuando intentaron alcanzar su automóvil, Schiller tomó una rampa de salida inesperada. También quisieron capturarlo a la salida de una tienda de mascotas, pero el automóvil en el que iban tuvo una falla y lo tuvieron que reparar a la salida del local comercial.
Fueron siete intentos de secuestro que fracasaron, por lo que Lugo decidió sacar del grupo a Pierre y llamar a Mario Sánchez, también miembro del Sun Gym, que además tenía autorización para portar armas y trabajaba como guardia de locales nocturnos, tras no prosperar su deseo de ser detective.
Al octavo intento pudieron secuestrarlo. Schiller estaba en un restaurante de su propiedad cerca del aeropuerto esperando a un posible comprador del local. Ahí fue capturado por Sánchez, Doorbal, Weekes y Lugo, siendo llevado a una bodega de Delgado. Le pidieron que llamara a su esposa para avisarle que estaban peligro y regresara con sus hijos a su natal Colombia.
Tras cuatro semanas capturado, sus secuestradores intentaron asesinarlo, lo incendiaron vivo y lo atropellaron.
Otros crímenes
Milagrosamente Schiller sobrevivió, pero ni la policía ni su familia creyeron en la historia del secuestro, básicamente porque él ya era investigado por negocios irregulares. Su historia era poca convincente: es indagado, desaparece, se deshace de sus negocios y vuelve contando que no tenía ninguna propiedad tras ser víctima de este crimen.
“Los empleados del restaurante eran unos inútiles. Del resto, no sé. A mi hermana, que era la que tenía empuje, le detectaron un cáncer de mama el mismo día en que me secuestraron. Ahora no tengo amigos: en la vida uno nace solo y muere solo”, dijo Schiller sobre su escape, según un artículo de El País de España.
El empresario acudió a su hermana, quien residía en Nueva York y tomó la decisión de llevárselo (a consejo del detective privado Ed Du Bois), para evitar posibles represalias. Y la determinación fue correcta, pues Lugo y su pandilla fueron varias veces al Jackson Memorial Hospital, hasta se vistieron de médicos, pero se perdieron y no pudieron encontrar la unidad de cuidados intensivos.
Luego de dos semanas del intento de asesinato, la Sun Gym gang -como sería apodada la banda de criminales- decidió que no había de qué preocuparse, por lo que Lugo se fue a vivir a la vieja casa de Schiller en Miami y el resto de la pandilla comenzó a gastarse el dinero que habían robado, por lo que en un par de meses se quedaron sin fondos.
Ante esa situación planearon un nuevo crimen, ahora contra el empresario Frank Griga y su esposa Krisztina Furton, a quien también conocieron en Sun Gym y que forjó una fortuna con una compañía de llamadas telefónicas eróticas.
El plan era similar al que usaron con Schiller, aunque en este caso la pandilla contó con Doorbal y Lugo, además de la complicidad de sus parejas. Estuvieron varias semanas intentando secuestrar o robar a la pareja, periodo en el que forjaron una relación, bajo la excusa de que querían realizar juntos negocios.
El 25 de mayo de 1995, Griga y Krisztina fueron a la casa de Schiller, donde vivía Lugo con su pareja Sabina Petrescu. Pero una discusión entre el empresario húngaro y Doorbal, terminó en la muerte del primero. Su esposa al ver el cuerpo ensangrentado de su marido entró en shock y los pandilleros la atacaron, le dieron a ambos medicamentos para caballos y la mataron accidentalmente.
Intentaron cortar los cuerpos con una sierra eléctrica, pero no supieron manejarla y la quemaron. Días después cortaron los cadáveres con un hacha y los ocultaron en una bodega, pero dejaron todo manchado y con sus huellas de ADN.
Du Buois se enteró de esta investigación y los nombres de los sospechosos, por lo que alertó a la policía y rápidamente todos los miembros del Sun Gym gang fueron detenidos y condenados. En cuestión de meses el caso se resolvió y se comprobó que la historia de Schiller era verdadera.
Desde entonces, el empresario ha escrito dos libros y aunque estuvo en prisión un par de años por estafa, pudo rehacer su vida y recuperar algunas de sus propiedades sustraídas por la banda, que demostró ser bastante incompetente.
Lugo y Doorbal fueron condenados a la pena capital, aunque han presentado diferentes recursos por lo que aún no han sido ejecutados, mientras que Delgado fue sentenciado a 15 años de prisión, pero salió en 2002 en libertad, para regresar en 2008 por un delito menor. El resto de la banda fue condenada a penas de entre 5 y 10 años de prisión, y ya todos pagaron su deuda.