La historia narra que José Miguel Carrera fue el primer General en Jefe del Ejército Chileno, líder del proceso de Independencia Nacional y uno de los principales caudillos de la época. No obstante, su final fue lejos de Chile, ya que fue fusilado en Mendoza (Argentina) durante 1821.
Sus restos llegaron a territorio nacional recién en 1828, luego que su hermana Javiera enviara a una persona a realizar la diligencia hasta el vecino país. En ese entonces una de las piezas que mejor se pudo conservar fue su cráneo, el cual llegó en buen estado.
Según detalla Emol, el encargado de realizar esta tarea fue un emisario llamado Toribio Rojas quien demoró tres semanas en recuperar los restos de su antiguo patrón. En ese instante le fue posible conservar la cabeza, gracias a la gestión de una mujer federalista argentina.
Los restos llegaron hasta El Monte en Chile y la propia Javiera Carrera se encargó de que descansaran para siempre en la parroquia del lugar, debido a que este no podía ser saqueado por ninguna persona u opositor.
En ese entonces, detallan, el cráneo de José Miguel Carrera adquirió el carácter de ser una especie de calavera milagrosa dentro del pueblo, muchas personas indicaban que había hecho milagros en el tiempo que estuvo allí.
Un día estos restos, que yacían en una caja de vidrio, fueron trasladados sin motivo aparente desde aquella zona hasta la localidad de El Paico. Años más tarde una antigua sacristana de la capilla, Carmela Navarro, indicó que todo se debió a motivos políticos. “Habían peleas políticas, sociales y la trajeron para acá para esconderla”, indicó.
En El Paico la pieza continuó teniendo su carácter de milagrosa, por lo que la caja de vidrio se llenó de monedas y billetes, los cuales eran depositados por fieles de la zona poniente de la Región Metropolitana.
“La calavera andaba para allá y para acá. A mí me daba pena eso, ver a esa cabeza dando vuelta y vuelta; después ya no tenía dientes, después los dientes andaban dando vueltas con las monedas”, sostuvo Navarro en 2009.
No obstante, la historia se rompió en 1960, cuando una mujer argentina llegó hasta El Paico para reclamar la custodia de la calavera. En ese momento ella entregó una carta firmada por cinco descendientes de José Miguel Carrera para que ésta fuera movida hasta el Museo Histórico Nacional de Chile.
Desde ahí los restos comenzaron a deambular en manos de la familia Díaz de Valdés, descendientes directos de Carrera, hasta que un día quedó en poder de Hernán Díaz de Valdés, quien por primera vez se abrió a la posibilidad de que el cráneo fuera llevado hasta la Catedral Metropolitana.
Los restos fueron entregados en 2009 al Servicio Médico Legal para ser analizados y comprobar su autenticidad. En ese momento desde El Monte solicitaron que la calavera volviera a su zona para ser exhibida en un museo.
Finalmente, en 2014 el cráneo del prócer de la patria retornó a la mencionada comuna, luego de pasar varios años siendo estudiado en Austria.
Desde ese momento quedó nuevamente en la iglesia San Francisco de El Monte, donde se conserva el túnel que unió este sector con la antigua casa de la familia.