Fue en 1992 cuando el grupo de Heavy Metal Iron Maiden estaba destinado a presentarse por primera vez en suelo chileno, pero este concierto nunca se realizó. Las presiones del cardenal Jorge Medina y grupos conservadores hicieron que los ingleses no ingresaran al país y el show fuera un fracaso. ¿El argumento? La iglesia creía que sus letras eran una mala influencia para la juventud chilena.
Décadas después, un estudio elaborado por la universidad australiana de Macquarie podría poner fin a este mito. Si bien éste está centrado en quienes escuchan Death Metal, sus conclusiones indican que los oyentes “son buenas personas”.
La investigación fue dirigida por el psicólogo y académico australiano Bill Thompson, quien partió con la premisa que: “Hay muchas personas que disfrutan de la música triste: ¿queremos estar tristes? Lo mismo puede pasar con la música con temas agresivos o violentos. Para nosotros es una paradoja psicológica”.
Si bien el Death Metal es conocido en el mundo por sus letras que hablan de canibalismo, muerte y destrucción; el docente aclara que esto no significa que sus seguidores vayan a adoptar este camino en sus vidas.
Para demostrar esto, el equipo puso a prueba por una semana a 32 seguidores del género y 48 que no lo escuchan. A ellos les mostraron una secuencia de imágenes desagradables mientras escuchaban diversos estilos musicales (desde baladas hasta Death Metal).
De esta forma, los investigadores observaron cómo los cerebros de las personas asumían estas escenas y si el acompañamiento musical afectaba la percepción de la escenas observadas.
Luego de algunas horas, describieron que los fans del Death Metal percibieron la imágenes con la misma sensibilidad que el resto de las personas.
Thompson indicó a la BBC que este estudio tiene como objetivo erradicar prejuicios respecto a las personas que tienen al metal como una de sus preferencias musicales, agregando que en la práctica su comportamiento es muy distinto a lo que sostienen grupos conservadores.
“La respuesta emocional dominante a esta música es la alegría y empoderamiento. Creo que escuchar esa música y transformarla en una hermosa y emancipadora experiencia es algo increíble”, expresó.
El equipo ahora se centrará en medir los niveles emocionales y de agresividad entre personas que son seguidores de la videojuegos de guerra y violencia, para conocer si las actitudes que ellos ven en la pantalla se traspasan a la vida real.