¿Sientes que debes ajustar cuentas con un/a amigo/a que te traicionó?, ¿Hay algún familiar que habla mal de ti y quieres confrontarlo?, ¿Alguien está cortejando a tu novia/o y quieres ponerle punto final a eso? Pues bien, desde ya te aconsejamos comprar un pasaje hasta el pueblo peruano de Santo Tomás, para la próxima época de Navidad.

¿Por qué esto? Resulta que en aquel poblado de la zona de Cuzco se desarrolla todos los años un ritual denominado “Takanakuy”. Este consiste, literalmente, en que las personas arreglen todos sus problemas a golpes.

De acuerdo al diario El País, esta práctica se desarrolla únicamente en el día de Navidad. Ahí se pueden llevar a cabo combates entre individuos que tienen rencillas pendientes, en un ambiente totalmente controlado. Las peleas son abiertas al público.

El Takanakuy tiene sus reglas muy claras, y estas no se pueden romper. En primer lugar, todo tipo de combate a los puños tiene una duración máxima de tres minutos.

Daily Mail
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En el improvisado campo de batalla únicamente están permitidos los golpes a mano cerrada y patadas. Tampoco se puede golpear a una persona por la espalda o botarla al suelo.

También está prohibido que un participante sujete al otro o que empiece a agredirlo cuando haya caído al suelo, producto de los golpes que le haya dado.

A esto se suma que todos los combates se desarrollan con tres personas que están a cargo de ordenar a los participantes, impidiendo que alguno de ellos rompa alguna de las reglas impuestas.

La tradición señala que, una vez que el enfrentamiento concluya, los dos contendores tendrán que darse un abrazo en el centro del lugar y señalar que han puesto fin a sus disputas personales.

Como orden de respeto mutuo, tampoco está permitido que los rivales pronuncien insultos o groserías entre sí mientras se dan golpes. Todo debe quedar en un contexto de solemnidad.

El exalcalde de la localidad de Santo Tomás, Florentino Laime, indicó en 2017 a la BBC que autoridades gubernamentales les han pedido que suspendan esta tradición, a lo que se han negado sistemáticamente indicando que todo está controlado y nunca permitirían que alguien muriera.

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“Durante muchos años estuvimos olvidados, no habían autoridades judiciales ni policiales, por lo que así era como resolvíamos nuestros problemas”, indicó el exedil.

Por otra parte, Lama sostiene que las tradiciones navideñas “no representan” a los habitantes de su pueblo, el cual es eminentemente de ancestros Incas y tiene mayor apego por costumbres prehispánicas.

“Muchos critican que nos agarremos a trompadas (golpes) el 25 de diciembre, pero yo no conozco nada más salvaje y egoísta que cenar bien y darse regalos mientras que otros, al lado de tu casa, no tienen qué comer. Además, nosotros celebrábamos el Takanakuy antes que la Navidad, que es una costumbre occidental y capitalista, que no nos representa”, asevera.

Una mixtura de culturas

Víctor Laime, poblador de Santo Tomás que investigó los orígenes de esta costumbre, señaló al diario Daily Mail que todo surgió en la época de la colonia en Perú.

En ese entonces, según Laime, los españoles hacían que los esclavos del pueblo pelearan entre sí a modo de celebrar la Navidad y como una especie de burla hacia ellos.

En ese entonces, al ritual se sumaba la ingesta excesiva de alcohol y desórdenes entre ebrios luego que concluyeran los combates. Por otra parte, otros aprovechaban la fecha para cometer abusos contra las mujeres esclavas.

La independencia de Perú se produjo un 28 de julio de 1821. Desde ese momento, esta tradición de pelear se fusionó con un ritual inca llamado Huaylía, que consistía en cantos y danzas de resistencia indígena.

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Con el paso de los años nació el Takanakuy como un método efectivo de solucionar los problemas personales a través de los golpes y, posteriormente, lograr la paz y tranquilidad personal.

De esta forma, el 24 de diciembre todo el pueblo se junta en una celebración en la que se baila y bebe en las casas de quienes auspician la tradición, los cuales cambian cada año.

Tras eso, el día 25 los residentes del pueblo se van hasta la plaza de toros correspondiente. Los más apegados a las tradiciones ocupan máscaras y disfraces similares a los gallos. Comienza una especie de catarsis general.

Los combates pueden ser únicamente entre dos personas o entre grupos de participantes, como bandas rivales, pero nunca puede haber más de dos rivales en el campo.

De esta forma, los luchadores deben tomar su turno para salir hasta el lugar y comenzar a golpear al rival. Una vez que el luchador haya acabado y logre su “paz”, saldrá su compañero de grupo a continuar con la pelea. Todo acaba cuando el último ha salido del centro del campo.

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De acuerdo al detalle de la cadena televisiva estadounidense CBS, la tradición se presta también para que familias arreglen sus problemas con otros grupos de parientes. Aunque todo debe estar consensuado.

De esta forma, el padre de familia sólo puede irse a los golpes con el padre del otro grupo. Lo mismo pasa en el caso de las dos madres, hijos e hijas.

Si bien puede parecer un ritual “polémico”, para los habitantes del pueblo esto también involucra una cuestión de honor muy arraigada, por lo que los peleadores nunca deben perder la nobleza.

Por otra parte, el Takanakuy no representa una obligación de las personas a pelear, por lo que si alguien se encuentra impedido de hacerlo puede pedirle a un familiar que lo reemplace.

No obstante, el primero en desafiar puede negarse a que un pariente o amigo tome el lugar de la persona con la quiere arreglar sus problemas, por lo que puede rehusar a pelear con ella. No obstante, deberá esperar hasta la próxima Navidad para llevar a cabo esto.

Por cierto, las mujeres también tienen la oportunidad de ajustar cuentas durante este acontecimiento. Las reglas para ellas son las mismas que en el caso de los hombres.

Cabe señalar que, actualmente, el pueblo de Santo Tomás tiene poco más de 23.000 habitantes y esta fiesta sigue representando un gran hito para la ciudadanía, siendo aún muy practicado.

Autoridades han hecho énfasis, por muchos años, que allí nunca ha muerto una persona, por lo que se han negado sistemáticamente a suspender el Takanakuy, pese a los reparos que han mostrados autoridades externas de Perú.