Llegado el mes de septiembre, muchos chilenos y chilenas comienzan la búsqueda de un traje típico que los acompañe en Fiestas Patrias. Ya sea desde un atuendo que homenajee a los pueblos originarios, como Rapa Nui o Mapuche, hasta los más clásicos: los trajes de huasa y huaso.
No obstante, con el paso del tiempo, estos últimos han sufrido modificaciones que se alejan de sus orígenes, perdiendo o agregando elementos que en sus inicios incluso tenían otros objetivos, lejanos a lo estético.
Uno de los vestuarios femeninos más usados en esta época, después del traje de huasa, es el atuendo de huasa elegante, también llamado “de salón” o “pituca”, el cual intenta emular el vestuario que usaban las patronas de fundo, o esposas de los patrones.
En la actualidad, este traje suele estar compuesto por una blusa blanca, una chaqueta corta, una falda lisa que incorpora un diseño triangular de un género con vuelillos blancos (o un faldón negro que se coloca encima de una falda blanca de vuelos), botas y un sombrero.
Tanto la falda como la chaqueta se usan, usualmente, de color negro, pero esto también se ha extendido a los tonos patrios como azul, rojo y blanco.
Muestra de ello es la animadora Karen Doggenweiler, quien suele usar uno de estos conjuntos para animar el festival del Huaso de Olmué. No obstante, ¿realmente usaban las patronas de fundo este vestuario?
Un error a “simple vista”
Pocos son los datos históricos que se conocen públicamente sobre este traje. Rosa Campos, docente de Música y entendida en folclore, revela a BioBioChile que hay un error grave en la parte inferior del traje de “huasa pituca” que muy pocos conocen.
Se trata sobre la falda que “cubre” a la falda interior -que incluso en algunos casos es confundida con enagua-. “Esa parte se llama ropón y las mujeres de esa época la usaban para montar a caballo”, explica la profesional.
A diferencia del conocido género liso, que usualmente tiene un diseño de copihue bordado, el “ropón” o “guarapón” estaba elaborado de un material muy distinto. “Era una especie de lanilla, como un mantel grueso que ellas colocaban encima de sus vestidos para protegerse del sudor del caballo al usar la montura de mujer, que dejaba ambas piernas en dirección al lado izquierdo”, detalla y asegura que su color dependía del género que tuviesen disponible para elaborarlo.
Campos detalla que esta tela dejaba entrever una parte del vestido de la huasa, lo que daría origen al vuellillo blanco del costado izquierdo del traje moderno.
Al respecto, Osvaldo Cádiz, folclorista, docente e investigador cultura, y viudo de la compositora Margot Loyola, cuenta a BioBioChile que esta pieza del vestuario nunca fue de uso diario de las patronas y sólo tenía un fin de utilidad con la montura.
“El ropón adquiría un muy mal olor debido al sudor del caballo, apenas bajaban del animal ellas se lo quitaban. Su único fin era proteger la ropa, la que era difícil de conseguir en esa época”, detalla.
En tanto, las espuelas que algunas incorporan a la vestimenta, también tienen relación directa con la equitación y no con el uso diario. Al igual que en el traje de los huasos, “las espuelas sólo se usaban en rodeos, porque era muy engorroso quitarlas para bailar cueca y preferían dejarlas puestas”, detalla la profesora.
Rosa Campos además señala que el sombrero original es “en punta” y que el ropón es muy amplio. “No tiene nada que ver con esas faldas angostas que no dificultan la movilización”, dice.
Los culpables detrás del traje
El origen del atuendo que hoy se conoce como “huasa elegante” se remonta a finales de los años sesenta. Cádiz cuenta que este vestuario fue visto por primera vez en una agrupación de baile folclórica.
“El ballet Pucará fue el primero que lo tomó, luego lo hizo el Bafona (Ballet Folclórico Nacional), quienes crearon una propuesta artística y de ahí se derivó lo que existe hasta ahora”, explica y agrega que el director del Bafona de esa época, Rodolfo Reyes Cortés, fue uno de los impulsores.
En específico, Osvaldo explica que la chaqueta fue creada como un paralelo a la que usa el “huaso elegante”, el sombrero fue adaptado y el color del vestido interior (blanco) se debe a que Reyes emuló a una novia en esa presentación.
En tanto, las patronas solían usar vestidos o atuendos compuestos por una blusa y una falda, los que no eran necesariamente blancos, puesto que originalmente solían usar telas floreadas o de colores.
Antes de esto, las únicas que usaron un vestuario similar fueron María Eugenia Silva, vocalista del grupo de folclore Los de Ramón, y las hermanas Loyola (Estela y Margot).
Respecto al atuendo, Osvaldo Cádiz opina: “No existe el traje de huasa elegante, todo el traje depende de la persona”.
La docente Rosa Campos considera que su masificación se debe a que “la gente lo encontró bonito y lo empezó a copiar”.
No son los únicos errores
El traje de huasa elegante no es el único con errores. El vestuario de la huasa de campo o “china”, también tiene varios que incluso derivan de su propio nombre.
“Es incorrecto decir ‘china”, explica la folclorista Fátima Carreño quien detalla que esa palabra sólo corresponde a un antiguo sinónimo de ’empleada’, el que hoy se reemplaza por ‘nana’ y no tiene relación con el traje. De la misma forma, señala que de ahí viene el origen del delantal en el atuendo, el que muchas personas incorporan al vestirse de huasa.
Respecto al mismo traje, Osvaldo detalla que el falso de grandes dimensiones, parecido a un tutú, no forma parte del vestuario original. “Este es un elemento extraído del cine mexicano de los años 40. Este tipo de falsos no corresponden a nuestra campesina”, dice.
A grandes rasgos, Rosa identifica otros errores en vestuarios tradicionales. “El traje chilote que usan los niños en estas fiestas no se relacionan con lo que ellos de verdad usan. La falda negra usada por las niñas corresponde a una ropa de luto”, explica y destaca que los habitantes de Chiloé suelen lucir ropa colorida.
“Los calcetines sobre el pantalón en varones también están errados. Estos se usan así sólo cuando atracan botes, después lo vuelven a meter bajo el pantalón”, añade.
El traje “nortino” también tiene errores. La profesora explica que las líneas de colores no existen en la versión original y que el rojo, verde y amarillo, son en realidad tonos bolivianos y no chilenos. “Ni siquiera es una falda, el original es un vestido negro con pequeños diseños”, detalla.
Finalmente, Rosa hace un llamado a quienes les interese vestir distinto en Fiestas Patrias. “La gente copia lo que hacen los demás, incluso los errores. Invito a las personas a averiguar un poco, que no cuesta nada, antes de vestir un traje que acarrea historia, cultura y folclore de nuestro país”, concluye.