Los hemos visto en películas, los enseñan en el colegio y algunos de ellos incluso han inspirado el nombre de calles.
Sin embargo, un aspecto de sus vidas que suele pasar desapercibido es el de cómo fue que terminaron dejando este mundo.
Nos referimos a importantes personajes históricos, que tuvieron un rol protagónico tanto en Chile como también en el extranjero.
Es por esto que a continuación revisaremos 5 ejemplos de nombres sumamente conocidos que tuvieron una muerte con mucho sufrimiento y dolor.
1- Pedro de Valdivia
La muerte del militar y conquistador Pedro de Valdivia llegó el 25 de diciembre de 1553, cuando fue emboscado por los indígenas mientras pernoctaba en los restos humeantes del fuerte de Tucapel.
En el libro “Historia de todas las cosas que han acaecido en el reino de Chile”, escrito en 1575 por don Alonso de Góngora Marmolejo, se menciona que se reunieron cerca de 50 mil indios en la explanada de Tucapel y se ocultaron esperando a los españoles.
Según explica el cronista, los indígenas atacaron mediante la táctica de escuadrones: mientras una primera escuadrilla se retiraba de la contienda contra los españoles, una segunda aparecía en la batalla, y así sucesivamente.
Luego de intentar escapar, Pedro de Valdivia fue capturado. Tras ser desarmado y desnudado, “le ataron las manos con bejucos (lianas) y lo llevaron caminando por más de dos kilómetros con su casco colocado (celada borgoñona) el que no podían quitárselo”, señala el sitio de la Corporación de Conservación y Difusión del Patrimonio.
Tras suplicar piedad, el español comenzó a vislumbrar la terrible muerte que se le venía luego que los indígenas destrozaran al yanacona que lo servía frente a sus ojos.
Finalmente, el conquistador murió luego de tres días de torturas, en los que los indios le amputaron sus músculos con conchas de almeja mientras seguía vivo, para comérselos frente a él, como venganza por los escarmientos realizados por el español en contra de los indígenas.
A carne viva extrajeron su corazón para comérselo entre los toquis, mientras que su cráneo lo utilizaron para beber chicha.
2- Federico I Barbarroja
Aunque en los tiempos del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja (1122-1190), un popular dicho afirmaba que el mayor honor era morir en combate, el monarca terminó sus días de una manera, al menos, insólita.
Si bien no existe consenso entre los especialistas respecto a cómo fue exactamente su muerte, la teoría más aceptada es que el coronel se ahogó tras caerse accidentalmente de su caballo mientras cruzaba el río Saleph (en Turquía).
De acuerdo a un artículo del periódico español ABC, el peso del acero de su armadura, sumado a la ancianidad del emperador (en aquella época, la esperanza de vida estaba entre los 40 y 50 años) hizo que se hundiera como un ancla, muriendo ahogado frente a la incredulidad de su ejército.
“Fue arrastrado por la corriente y se hundió. Cuando consiguieron rescatar su cuerpo, desgraciadamente, ya había dejado de existir”, explicó el doctor en historia José María Manuel García-Osuna.
Una segunda teoría plantea que Barbarroja intentó bañarse en el río debido a las elevadas temperaturas.
Sin embargo, sufrió un infarto agudo de miocardio debido a las heladas aguas, lo que hizo que se ahogara.
3- Atila
Atila, el último y más poderoso caudillo de los hunos, desafió a la muerte en las innumerables batallas en las que participó.
Conocido como el “Azote de Dios”, su nombre pasó a ser sinónimo de crueldad y barbarie, tal como Gengis Kan y Tamerlán.
No obstante, su muerte llegó de una manera sumamente diferente a lo que muchos podrían pensar.
El portal Muy Interesante detalla las extrañas circunstancias que rodearon su partida. A comienzos del año 453, se casó con una joven llamada Ildico en un palacio de madera junto al río Tisza.
De acuerdo a la versión del historiador Prisco, durante la noche de bodas, Atila se emborrachó tras beber vino de manera excesiva, quedándose dormido.
Fue en ese momento en que -sin percatarse- comenzó a sangrar por la nariz, muriendo ahogado por su propia sangre debido a una grave hemorragia nasal.
Según se dice, sus soldados lloraron su muerte hiriéndose con sus espadas, debido a que –como señala Jordanes– “el más grande de todos los guerreros no había de ser llorado con lamentos de mujer ni con lágrimas, sino con sangre de hombres”.
4- Esquilo
Esquilo fue un notable escritor, considerado como el primer gran representante de la tragedia griega, quien nació en Eleusis, cerca de Atenas.
Se cuenta que un día, Esquilo acudió al Oráculo de Delfos, un lugar considerado como sagrado en el que los griegos preguntaban a los Dioses respecto a su futuro.
Específicamente, el escritor quiso saber respecto a su muerte, ante lo que el Oráculo respondió que moriría aplastado por una casa.
Esto provocó un miedo irracional en el griego, quien optó por vivir fuera de la ciudad para desafiar al destino.
Sin embargo, no tardaría mucho para que un hecho fortuito -y curioso- terminara con sus días.
Tal como recoge el portal español 20 Minutos, Esquilo murió en el año 456 a. C. tras recibir de lleno en la cabeza el impacto de una tortuga que un águila dejó caer, al confundir su cabeza con una roca.
5- Tycho Brahe
Tycho Brahe es considerado como el más grande observador del cielo en el período anterior a la invención del telescopio.
El astrónomo murió el 24 de octubre de 1601, sólo 8 años antes que Galileo Galilei apuntara por primera vez un telescopio al cielo.
Tal como recoge el sitio Xataka, la versión más aceptada sobre su muerte era tan increíble como curiosa.
Según se afirmaba, Brahe se encontraba en medio de un banquete en Praga cuando de pronto tuvo ganas de ir al baño.
Sin embargo, para no cometer una falta a la etiqueta, se negó a dejar la mesa, por lo que se aguantó las necesidades. A la postre, esto sería fatal.
Y es que de acuerdo a la medicina moderna, Brahe podría haber tenido complicaciones serias debido a una uremia.
Esta versión indica que estuvo delirando varios días en los que se le oyó lamentarse con la angustia de que su vida no hubiera trascurrido en vano, pero finalmente recobró la lucidez en la mañana del 24 de octubre. Ese mismo día murió.
No obstante, estudios posteriores detectaron altas concentraciones de mercurio, lo que hace pensar que podría haber muerto envenenado.