Los gustos musicales son una fuente inagotable de discusión, no solo entre amigos, sino también con uno mismo. Mirarse al espejo y tratar de comprender por qué se siente una atracción insana y socialmente inconfesable por Cómo te deseo de Maná puede ser un ejercicio doloroso y carente de explicación.

Hasta ahora, al menos, porque la ciencia, al fin ha venido al rescate de aquellas mentes atormentadas: no es tu culpa que aun hoy, tantos años después, esa canción culposa siga provocándote escalofríos. Es de tu cerebro, que durante sus años de formación estuvo expuesto a ese bombardeo sonoro.

Esta es la conclusión de un estudio publicado en el New York Times por el economista y especialista en big data Stephens-Davidowitz, quien luego de discutir con su hermano menor acerca de una canción de Bruce Springsteen (Born to run, que él ama y que su hermano aborrece) decidió averiguar por qué personas de distintas generaciones suelen diferir tanto en gustos musicales.

ARCHIVO | Instagram | Music
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Y como buen experto en análisis de datos, esta fue la herramienta que usó. Específicamente, el año de nacimiento de una persona: ¿Qué tanto influye este detalle biográfico en su gusto musical?

Stephens-Davidowitz recurrió a los datos disponibles en Spotify, la plataforma de streaming musical más popular del momento. En ella pudo verificar con qué frecuencia canciones de diversas épocas son escuchadas por hombres y mujeres de distintas edades.

Esto le bastó para llegar a una conclusión clara: las canciones que escuchaste en tu adolescencia son, te guste o no, las que vas a seguir escuchando por el resto de tus días.

I’m a Creep

El experto tomó, a modo de ejemplo, el caso de Creep, la canción de Radiohead que la misma banda rechazó por tanto tiempo y que volvió a las noticias debido a un supuesto plagio de Lana Del Rey. El polémico tema se convirtió al poco de tiempo de ser lanzado, en 1993, en un himno generacional. De acuerdo con los datos recogidos por Stephens-Davidowitz, Creep es la 164° canción más popular entre hombres de 38 años, lo que significa que esos mismos hombres tenían aproximadamente 14 años cuando la canción fue lanzada. Sin embargo, Creep no se encuentra ni siquiera entre las 300 más escuchadas por los nacidos diez años antes o después.

Y este patrón etario se repite en diversas canciones populares, afirma el economista, quien repitió el análisis con cada tema que encabezó el ranking Billboard entre 1960 y 2000. El resultado: las canciones más escuchadas por los varones son aquellas que fueron populares cuando tenían entre 13 y 16 años. Entre las mujeres, en tanto, son las que sonaban cuando tenían entre 11 y 14.

“Me pareció realmente interesante lo claro que son los patrones y lo mucho que importa la adolescencia. Los años clave coinciden con el fin de la pubertad, que las mujeres alcanzan antes que los hombres”, comenta el economista.

Así que no es tu culpa escuchar de vez en cuando, y sin que nadie se entere, esas canciones de Coolio que sonaban una y otra vez en la radio cuando estabas en el colegio. Es solo que tuviste mala suerte.

Oídos en formación

Aunque el análisis de Stephens-Davidowitz confirma el fenómeno, no ahonda en los motivos. Por eso, el sitio Noisey quiso averiguar las razones de por qué la música que oímos de adolescentes se incrusta en nuestras neuronas.

Para esto entrevistó a la investigadora de estudios posdoctorales de la escuela de Psicología de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, la doctora Stephanie Burnett Heyes, quien confirmó que la culpa de todo la tiene aquel incómodo período conocido como adolescencia.

NICKY JAM
Nicky Jam en su presentación en los Billboard de la Música Latina | AFP | Sergi Alexander

“La adolescencia es un periodo de sensibilidad social, o sea que es un periodo de la vida en que eres más receptivo a otras personas o ideas, más que en periodos posteriores, de manera que esas interacciones tienden a permanecer”, explicó la especialista, quien agregó que también influye un fenómeno denominado actividad cerebral funcional: cuando los adolescentes procesan actividades con estímulos de recompensa, parecen ser más sensibles que personas más jóvenes o más viejas. Dichas recompensas pueden ir desde dinero hasta gustarle a alguien a quien respetas.

Así que todo tiene sentido. Bien puede ser que la chica o el chico que te gustaba en aquellos lejanos días escolares escuchaba Ace of Base, así que era lógico que tu cerebro te hiciera creer que también te gustaba esa incomprendida banda sueca.

A los 33

Esta información viene a sumarse a otras investigaciones que han arrojado luces sobre la evolución de nuestra manera de escuchar música. En 2015, por ejemplo, otro estudio también basado en datos de Spotify, llegó a la conclusión de que las personas dejan de escuchar música nueva a los 33 años.

Desarrollado por el sitio web Skynet & Ebert, el análisis llegó a conclusiones que se condicen con las de Stephens-Davidowitz. Por ejemplo, que el gusto musical de los adolescentes parece dominado por la música de mayor popularidad en los ránkings musicales, proporción que declina durante los 20. Finalmente, en los 30, los gustos musicales ya han madurado y se han establecido, siendo los 33 la edad en que, en promedio, se abandonaría la búsqueda musical.

Víctor Salazar M. | Agencia Uno
Julius Popper | Víctor Salazar M. | Agencia Uno

Aunque este fenómeno afecta a hombres y mujeres, ellas se verían menos afectadas. Mientras los hombres se alejarían abruptamente de la música más exitosa en los rankings a medida que crecen para quedarse con la que descubrieron durante su adolescencia, las mujeres vivirían este proceso mucho más lentamente, manteniendo una inclinación mayor a descubrir nueva música hasta los 49 años.

Uno de los factores fundamentales sería que siempre estamos volviendo a la música que descubrimos durante nuestra adolescencia, lo que, más allá de la nostalgia, es coherente con lo que explica la doctora Burnett.

Así que buenas noticias: por fin tienes una explicación a por qué piensas que la música de antes sí que era mejor. Y lo más importante, ya tienes una excusa para justificar por qué en tu playlist hay tantas canciones de los Backstreet Boys.