Actualmente la ligadura de trompas en Chile es una de las muchas opciones que tienen las mujeres como método anticonceptivo, pero su diferencia radica en que esta es una esterilización definitiva, distinta a los dispositivos como Mirena y Kyleena, o las reconocidas pastillas compuestas por hormonas.

Su complejidad se basa en que no sólo hay aspectos sanitarios y científicos involucrados, sino que también éticos e incluso religiosos. Estos dos últimos son los que generan mayor resquemor en la población.

Lo cierto es que, por ley, cualquier mujer puede optar a esta cirugía de forma segura e incluso gratuita, pero muchas desconocen el marco legal y sus derechos cuando un profesional se niega a llevarla a cabo.

Es por eso que BioBioChile conversó con diversos profesionales para aclarar algunos “mitos” que conlleva este procedimiento quirúrgico, que está estipulado en la convención sobre los Derechos Reproductivos de la Mujer.

De acuerdo a lo expresado por la ginecóloga Andrea Von Hoveling, profesional del Hospital El Carmen de Maipú, Clínica Santa María y Delegada para Chile de la Red Iberoamericana de Salud Sexual y Reproductiva, esta es una operación ambulatoria que generalmente tiene un día de reposo.

“La cirugía de esterilización femenina lo que se trata es de interrumpir la comunicación que existe entre el ovario, donde se produce el óvulo, y el útero, que es donde se realiza la implantación del embrión. Y en la trompa, que une estos dos, allí es donde se produce la concepción”, analiza.

Wikimedia Commons
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“La técnica consiste en interrumpir ese libre tránsito y eso puede ser mediante ligar la trompa, cortar la trompa o sacar la trompa. No hay que obstruir este conducto, debe existir forma de que a futuro se atraviese”, agrega.

Para Von Hoveling, quien además es Directora de la Sociedad Chilena de Endocrinología Ginecológica, esta operación es de riesgo bajo, aunque siempre hay que tener factores a considerar por cada caso en particular.

“Los riesgos concretos son los de cada cirugía, porque tiene una anestesia. Y por otro lado, debido a que se ingresa al abdomen siempre está el riesgo de lesionar otro órgano, ya que están los intestinos y cavidad urinaria en la misma zona. El peligro es bajo, más si se trata de mujeres jóvenes que son sanas, aunque aumenta un poco en caso de obesidad o que tengan lesiones”, comenta.

Los médicos pueden objetar conciencia, pero son pocos en Chile

Uno de las situaciones que ha generado polémicas en los últimos años, sobre esta cirugía, es la objeción de conciencia, al igual que en las tres causales del aborto, ya que evidentemente este es un derecho al cual se pueden atener los funcionarios, aunque básicamente por motivos religiosos.

Según detalla el ginecólogo Daniel Gaete, profesional de Clínica Las Condes, esta es una operación que el sistema público de salud chileno debe entregar por ley a una mujer que quiera someterse.

“En Chile hace un tiempo, en el gobierno de Ricardo Lagos, se firmó un convenio internacional sobre los derechos de la mujer y en eso se decreta el derecho de todas a decidir sobre su propio cuerpo. Entonces, es una decisión autónoma de la mujer, que debe ser respetada se supone, incluso a nivel legal”, señala.

Para Von Hoveling, la responsabilidad más importante que tienen los profesionales de la salud es conversar y aconsejar a las mujeres que quieran optar a la esterilización definitiva, aunque siempre se tiene en claro la última decisión la toma la paciente.

Feepics
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“Esto es un derecho, cualquier persona mayor de 18 años que sea autónoma, que no tenga déficit cognitivo, puede solicitar la operación, da lo mismo si tiene hijos o si está casada. Puede pedir la esterilización, pero es súper importante hacer una diferencia entre los médicos que optan por el diálogo y que invitan a que la mujer lo piense mejor, versus quienes simplemente cierran la puerta o les dicen que ‘están muy jóvenes y se van a arrepentir’. Esto va en contra de una norma legal”, indica.

“La Organización Mundial de la Salud recomienda a los profesionales que uno le haga ver a la paciente que en realidad no es conveniente o que lo piense. Sobre todo en mujeres muy jóvenes o en quienes no tienen hijos, pero finalmente debería imponerse la solicitud de la paciente”, añade Gaete.

La objeción de conciencia también es un punto que entra en esta fase de diálogo entre doctor y paciente, aunque, para ambos, los profesionales que no realizan la cirugía en Chile por temas valóricos son reducidos.

“La objeción de conciencia es un derecho que existe para los trabajadores de la salud y tiene que ser bien aplicado. Y esto corresponde a cuando yo, por convicciones religiosas no esterilizo a nadie, pero eso lo tengo que manifestar desde antes, y el servicio donde trabajo debe ver cómo dar respuesta a esas pacientes”, sostiene la médica.

“En cambio, si yo te digo que ‘a ti no te esterilizo porque eres muy joven’, eso es discriminación, no es objeción de conciencia. Y si me preocupa que la persona pueda arrepentirse lo que debo hacer es dar alternativas, conversar o dar tiempo de reflexión, pero la última decisión es de la mujer”, añade.

“Hay lugares donde se objeta, porque la religión Católica no lo acepta, porque es un método artificial y algunos profesionales se niegan. A mí me ha pasado que una vez estaba operando y el ayudante, un interno, se dio vuelta y me dijo ‘Doctor yo no voy a participar en esta parte’. Yo lo permití y realicé la operación”, complementa Gaete.

Para el ginecólogo Carlos Henríquez, docente de la Universidad de Concepción y profesional de las Clínicas Universitaria y BioBío, la objeción de conciencia también trae responsabilidad para el facultativo, quien por obligación debe derivar esa paciente con otro que sí esté dispuesto.

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“Cualquier médico puede rechazar esa operación siempre y cuando haya otro que lo quiera hacer, se tiene que derivar a otro profesional. Éticamente, si uno está en contra por alguna concepción religiosa, todo el mundo tiene la facultad de no hacerla, pero tienen que enviarla a quien la haga. El problema es tuyo como médico, no de la paciente”, aclara

“Solamente sería un tema moral del médico que no quiera hacer una cirugía de este tipo, pero creo que en la actualidad son muy pocos los que están con ese problema”, agrega.

Para el facultativo, la clave es tener una conversación y analizar todos los factores que involucran a la mujer: sociales, económicos, etarios y familiares. “El método no es que sea ‘el último a realizar’, sino que es una forma no hormonal de cuidarse”, explica.

De acuerdo a Von Hoveling, deberían existir tres puntos claros de explicar a las mujeres que optan por esta operación.

“Dentro de la conversación, los tres ítemes que siempre queremos recalcar son la Irreversibilidad, los Riesgos y las Alternativas, porque hay personas que sólo conocen las pastillas, no les acomoda tomar pastillas y lo que quieren es una alternativa. Entonces cuando les dices que hay un implante en el brazo, están felices”, concluye.

Requisitos generales

Las Normas Nacionales de Regulación de la Fertilidad, establecen algunos requisitos generales para poder someterse a una ligadura de trompas de Falopio.

En este caso, el primero es ser mayor de edad, y el segundo es estar en posesión de tus facultades mentales (no tener ninguna discapacidad mental o cognitiva).

El tercero consiste en firmar un consentimiento informado, donde se manifiesta la intención de someterse a este procedimiento. Previamente, a la paciente le deben haber explicado todos los riesgos y consecuencias.

Si se cumplen todos los requisitos, desde una perspectiva legal, el especialista no debería negarse a realizar el procedimiento“, detalla a BioBioChile, Carolina Etcheberry Schrader, representante de la Comisión de Derechos sexuales y Reproductivos de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem).

“Eres muy joven todavía… deberías esperar”

Según explica la abogada, es habitual que los especialistas pongan su postura personal frente a la decisión de las mujeres. “Si una mujer joven (en edad fértil), no tiene hijos y está sana, lo más seguro es que en que el hospital o en la clínica, el médico le diga que no“, comentó.

En este contexto, apunta a que los argumentos son casi siempre los mismos: “Eres muy joven”, “Podrías arrepentirte” o visiones personales del médico tratante.

Asimismo, Etcheberry comenta que esta conducta de los especialistas, podría estar condicionada por la antigua ley de 1975, cuyos requisitos para someterse a la ligadura de trompas, era tener al menos 32 años, 4 hijos y la autorización del esposo.

De igual manera, enfatiza en que a nivel nacional, las mujeres tienen poco conocimiento sobre derechos sexuales y reproductivos. “Hay un vacío enorme en ese sentido, donde no hay muchas vías para reclamar este tipo de situaciones“, detalla.

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¿Qué hacer si tu especialista se niega?

“Si el especialista se niega a realizar la operación, la mujer podría interponer un recurso de protección alegando la vulneración de algunos de los derechos fundamentales, desde la integridad psíquica hasta la vida privada”, explica la abogada.

Existe un plazo de 30 días desde que ocurrió esta vulneración, alegando que dicha negación del especialista o de la institución médica, implica una afectación a estos derechos fundamentales.

“Por lo tanto, la Corte de Apelaciones tendría que afirmar que eso no corresponde (…) Obviamente ese proceso legal no es tan rápido. Además queda a la decisión de un tribunal, el cual no sabemos si podría tener algún sesgo en ese sentido”, advierte.

Otra opción, sería remitirse a la ley de Derechos y Deberes del paciente. “Mediante un proceso de reclamo por incumplimiento de una de las disposiciones”, detalló sobre la vía legal, que podría provocar que al médico se le iniciara eventualmente un procedimiento administrativo.