El aislamiento social ha cambiado nuestra forma de vincularnos, en ocasiones generando o agudizando conflictos y en otras mostrando solidaridad y amor. En este último punto están las relaciones de pareja.
Respetar las individualidades y promover espacios de encuentro genuinos son dos puntos centrales a la hora de mantener una relación, así lo señala Fernanda Barrera, directora de la carrera de Psicología de la U. San Sebastián.
Tal cual sostiene la académica, “quizás esta pandemia es la ocasión para construir relaciones de pareja saludables, donde dos personas se amen tal cual son y se apasionen por compartir juntas, desafiando las adversidades”.
Ante escenarios y parejas diversas está claro que no hay tips ni recetas masivas que puedan ser útiles. “Cada persona debe encontrar su propia forma de convivir con la incertidumbre, la angustia, el miedo y el estrés propios de una pandemia. Pero, en ese modo personal también es importante recordar que hay un otro que tiene su propia forma y que para que la relación se mantenga, se requiere de un diálogo que respete las individualidades y promueva espacios de encuentro genuinos”, subraya Barrera.
“En situaciones adversas, tales como la que estamos viviendo actualmente, se pone a prueba la capacidad de elegir la actitud hacia las circunstancias de la vida, donde podemos dejar que las adversidades nos apesadumbren o podemos focalizarnos en nuestra capacidad de elegir y dar sentido a nuestra existencia más allá de la situación”, acota.
Entonces, los caminos, como precisa la psicóloga -cuando las circunstancias cambian- son dos, “tenemos la oportunidad de reaccionar y desprendernos de lo que nos hace daño o lo que ya no funciona, así como podemos buscar lo que nos hace sentir más plenos”, insta.
En cuanto a la relación de pareja, “también este cambio en las circunstancias puede ser una oportunidad para la creatividad y para crear nuevos espacios de encuentros amorosos, ya que las dificultades pueden invitarnos a explorar otras formas de interacción, que incluso podrían llevarnos a una relación de pareja más plena”, sostiene.
Oportunidades y desafíos
Una situación que sin duda es un desafío, es cuando las parejas viven separadas y ante el confinamiento han tenido que lograr nuevas formas de intimidad. “En dicho escenario, las tecnologías pueden transformarse en un aliado al permitir, por ejemplo, que dos personas puedan verse y conversar aun estando en lugares diferentes”, explica.
“Quizás una pareja en este contexto puede descubrir que el lenguaje adquiere un nuevo sentido, ya que no sólo se puede acariciar con las manos, sino también con las palabras, las cuales pueden transformarse en una fuente de erotismo antes inexplorada”, comenta la docente.
“Hay parejas que viven juntas y su desafío ha sido compartir un mismo espacio tanto tiempo, pues muchas veces la rutina cotidiana que incluye espacios fuera de casa esconde problemáticas de la pareja que ante el encierro aparecen y deben ser resueltas para poder lograr una relación que genere bienestar. Si la pareja logra comunicarse asertivamente sobre estas dificultades puede que las resuelvan o que decidan pedir apoyo a un externo para resolverlas”, agrega.
Ahora, si la pareja vive sola, “quizás el estar más tiempo juntos les permita dialogar sobre la importancia de mantener espacios personales y se muestren nuevas facetas, que al ser valoradas por el otro enriquecen la conexión emocional entre los dos. Así como también se pueden comenzar a valorar detalles cotidianos que antes pasaban desapercibidos, pero que hoy adquieren otra relevancia”, señala.
Ante menos responsabilidades externas, algunas parejas pueden estar contando con más tiempo para disfrutar juntos, generándose más espacios íntimos. “Ofrecer una taza de café, cocinar juntos o acurrucarse un día de lluvia se transforman en placeres simples, que llenan el alma”, recalca Barrera.
¿Y con hijos?
Respecto a los acuerdos cuando la pareja vive con hijos u otros familiares es esencial, docente USS indica que, “para que la pareja pueda disfrutar de su intimidad. Es decir, establecer un horario y un espacio de la vivienda para poder conversar solos, para descansar del cuidado de los hijos, para poder mirarse a los ojos y compartir lo que cada uno está viviendo”.
Asimismo, “el dividir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos puede contribuir enormemente a encontrar espacios de conexión mutua, ya que para muchas familias las exigencias han aumentado, ya sea por el teletrabajo, al apoyar tareas escolares, cuidar de adultos mayores, cocinar, etc.”, detalla.
A lo que explica: “Son actividades que requieren de organización y de contribución por parte de todos los miembros de la familia. Ante estas exigencias muchas veces la relación de pareja queda en el olvido. Sin embargo, si las tareas se dividen quizás se genere una comprensión mutua que aumente la valoración por las acciones que cada uno realiza y queden energías para mirarse con pasión y ternura al final del día”.
“Si cada persona encuentra en su interior un sentido para ser y estar en pareja no hay virus que pueda destruir ese amor. Pues estar y ser construye el nosotros. Estar, en persona o a distancia, disfrutando una caricia, una copa de vino virtual conversada, una película (…) Ser, quien uno es y dejar que el otro sea, abriéndose a la posibilidad de aceptar nuevas facetas del otro y teniendo la valentía para mostrar nuevas facetas propias”, concluye.