La pregunta surge casi siempre desde la ignorancia absoluta, motivada por alguna imagen que vemos en el camino o cuando nos sentimos apáticos. ¿Cómo es vivir con Asperger? ¿Cómo es la rutina de una persona que debe llevar consigo los rasgos más hostiles de este rasgo? Estas interrogantes suelen no tener respuestas, ni encontrar referencias concretas en ningún lado.
Las dos dudas anteriores fueron las catalizadoras del largometraje “Mary & Max”, una producción australiana de 2009 escrita y dirigida por Adam Ellio, con las voces de los célebres actores Toni Collette, Philip Seymour Hoffman, Eric Bana y Bethany Whitmore.
En el filme, la animación entra en las nociones del síndrome de Asperger, pero esta vez desde el punto de vista de una víctima.
La técnica seleccionada fue el Stop Motion. Y quizás por lo mismo (o por la trama), a primera vista nos recuerda el universo de Pixar. La historia narra la amistad por correspondencia entre Max (Philip Seymour Hoffman), un adulto Asperger, y Mary (Toni Collette), una niña de ocho años situada a kilómetros de él.
El adulto reside en Nueva York, mientras que su amiga (lejana en edad y territorio) vive en Australia; en específico, en los suburbios de Melbourne. La historia se narra desde el protagonista, cuyo relato sirve de túnel para inmiscuirse en la intimidad del Asperger.
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