Históricamente, se ha dicho que el perro es el mejor amigo del ser humano y, quienes tienen alguno, pueden deducir a qué se debe esa creencia: miran con ojos de amor a sus seres queridos, los siguen a todos lados, se ponen felices cuando llegan y son leales.
Asimismo, muchos perros han formado parte de la historia por su compañerismo. Por ejemplo, los perros de la reina Isabel la acompañaron en muchas de sus sesiones fotográficas; Hachiko, reconocido por esperar a su difunto amo en una estación de tren -entre otros- han sido parte de la cultura pop, algunos, teniendo incluso películas biográficas.
A raíz de ello, pueden aparecer algunas dudas: ¿Cómo ven a sus amos? ¿Los entienden? ¿Cómo educarlos? El médico veterinario del equipo de Master Dog, Daniela Soto, dio las respuestas a esas preguntas, además de entregar tips sobre qué hacer (y no) al convivir con ellos.
¿Qué piensan de sus tutores?
Los canes podrían ser un ejemplo de amor incondicional, ya que tienen una lealtad infinita con sus familias. Los expertos indican que eso se debe a que su capacidad de ver las relaciones se asemeja a las de un niño.
Daniela Soto explicó que “los perros ven a sus dueños como la mirada de un niño a sus padres, es decir, como un ser que da todo por ellos y lo magnifica (…) por eso siempre se habla de un amor incondicional. Se da un fenómeno muy bonito, son capaces de mirarnos a los ojos, cosa que no hacen entre su misma especie, lo que refleja el respeto, cariño y generosidad que sienten”.
De la misma forma, al igual que los niños, el médico veterinario indicó que los perros buscan mostrar el amor, la atención y el agradecimiento que sienten hacia sus humanos.
“La manera de manifestar su gratitud frente a nosotros o de demostrarnos que para ellos somos todo, es a través de diversos gestos, como traernos sus juguetes, siempre estar felices cuando llegamos, buscar en todo momento llamar nuestra atención”, detalló.
¿Cómo se comunican con el ser humano?
El ser humano, al igual que el perro, es un ser social: necesita entablar relaciones. Para ello, para ambas especies es clave comunicarse, pero al hacerlo de una manera diferente, se ha adoptado un lenguaje común mediante el que ambas especies nos entendemos: el corporal.
El médico veterinario expresó que “los perros tienen una manera corporal de comunicarse con nosotros y también vocal, donde cada dueño sabe interpretar lo que quiere decir. Es muy parecido a lo que pasa con las guaguas cuando inician su vocabulario, solo sus padres les entienden”.
De esa manera, demuestran sus necesidades mediante la cola, cuando la ponen entre las piernas o la mueven; las orejas; y la mirada, entre otras. Así, se ha llegado a un consenso en el que tanto perros, como humanos, saben entablar diálogos.
“Muchas veces subestimamos a los perros en términos de aprendizaje y, la verdad, es que tienen la capacidad de entender y aplicar lo que se le está enseñando mucho más rápido que nosotros los humanos, solo que no sabemos cómo expresarlo de manera positiva y repetitiva”, aseveró la profesional.
“Cuando un niño quiere aprender hacer pipi, compramos una mini pelela, lo llevamos al baño. Esto nos tarda por lo menos 3-5 meses, mientras que un perro, esperamos que en un rato aprenda donde debe hacer pipi y ni siquiera somos capaces de indicarles lo que queremos”, agregó.
En línea con ello, la experta dijo que “si nos tomamos el tiempo de 2-4 días en repetir la conducta positiva de premio cuando hacer pipí donde queremos que haga, en 1 semana podríamos tener resultados esperados, solo nos falta paciencia, inteligencia y buena comunicación para poder enseñarles”.
Refuerzo positivo
Los perros -principalmente los cachorros- interactúan con su entorno a través del juego y las mordidas. Por eso, algunas personas no saben cómo actuar frente a ello, ya que, al no conocer el valor de las cosas, pueden provocar incidentes. Para evitarlos a futuro, es relevante saber cómo entrenarlos.
“Más que entender con palabras, entienden con el lenguaje corporal. Por eso, cuando los entrenamos o queremos enseñar un truco, lo acompañamos de un movimiento de brazos o piernas que indican el acto. Por otro lado, los perros -al igual que nosotros- entienden con facilidad a través del refuerzo positivo. Es decir, cuando nos estimulan de forma verbal o física desde una caricia o premio, entendemos más que desde un no”, dijo Soto.
El médico veterinario del equipo de Master Dog puntualizó que “lo que no deberíamos hacer jamás con nuestros perros, es retarlos por alguna conducta que hicieron durante el día y no pudimos corregir en el momento porque no estuvimos presentes”.
“Por ejemplo, si llego del trabajo, luego de estar 8 horas fuera de casa y mi perro en la mañana justo cuando yo me fui rompió una planta, no saco nada con retarlo, porque no sabrá por qué lo estoy retando, no entenderá que pasa y, por lo mismo, volverá a repetir la conducta si esta no es abordada en el momento con un refuerzo positivo”, ahondó.
En esos casos, Soto recomendó aplicar el refuerzo positivo, es decir, que asocie el tener buen comportamiento con una recompensa.
“En el momento que mi perro inicia el maltrato con la planta, debo llamar su atención con algo que le encante y cuando deje de hacerlo, lo premio, eso lo repito dos o tres veces y él ya entenderá que, si no molesta a la planta, recibe una recompensa y lo dejará de hacer”, profundizó la experta.