Este año en Japón conmemoran cien años desde que el perro Hachiko, que era de la raza akita inu y que esperó todos los días a su dueño en la estación de Shibuya en Japón, naciera.
La historia se remonta hacia 1924, cuando el dueño del can, tomaba el tren diariamente para asistir a su trabajo, pero que murió después de sufrir una hemorragia cerebral.
Lejos de desalentarlo por la impuntualidad, Hachiko, que significa “señor ocho”, espero durante diez años a su dueño.
Cabe mencionar que en el país asiático se toma como ejemplo de lealtad lo hecho por el perro. En este sentido, la historia conmovió tanto a los japoneses que construyeron una estatua en su honor en 1934.
Al menos en este lado del mundo, su historia se hizo conocida por la película Siempre a tu Lado, que protagonizó Richard Gere en 2009, cuyo personaje se inspiró en el profesor universitario Hidesaburo Ueno, un académico de la Universidad de Tokio y el verdadero dueño del akita.
El amor entre un perro y su tutor
El akita nació en noviembre de 1923 en la ciudad de Odate, justo el lugar donde nació la raza de Hachiko, pues es originario de la prefectura que le debe su mismo nombre.
“Los perros akita son tranquilos, sinceros, inteligentes y valientes. También obedientes con sus amos”, menciona Eietsu Sakuraba, autor de un libro sobre Hachiko, a BBC Mundo.
Cuánto tiempo espero Hachiko a su dueño
Lo impensable ocurrió cuando un día, Ueno falleció el 21 de mayo de 1925 debido a un paro cardiaco mientras impartía sus clases, expone Excelsior.
“Mientras la gente asistía al velatorio, Hachi olió a su dueño desde la casa y entró en la sala de estar. Se arrastró debajo del ataúd y se negó a moverse”, menciona Mayumi Itoh, biógrafa de Hachiko.
Es decir, Ueno, solo pasó dos años junto a Hachiko.
Si bien, los comerciales y funcionarios del ferrocarril intentaron llevarlo a su casa, el perro demostró una fidelidad a toda prueba regresando una y otra vez al punto de encuentro entre él y su amo,la estación de Shibuya.
Allí donde Hachiko espero a sol y lluvia al profesor, construyeron la estatua de bronce, que aún espera a su tutor.
Ya cansado por la edad, pues Hachiko, enfermó de cáncer terminal, su cuerpo fue disecado y permanece en el Museo Nacional de Ciencia de Japón, en Tokio.
Sin embargo, la historia tiene un final feliz, pues voluntarios de la facultad donde trabajó Ueno, realizaron una colecta para encargar una estatua donde aparecieran el hombre y su perro, lo que pudieron hacer.
Al final, ambos se funden en un eterno abrazo.