Cuando El jefe aparece, por lo general todos se ponen tensos. Eso es el mundo humano. En el animal, todo lo contrario. Esta es una aparición que genera esperanza.
El jaguar es uno de los animales más enigmáticos, misteriosos y admirados por la raza humana. National Geographic le da una descripción certera:
“El jaguar es el felino más grande de América y el único del género Panthera en todo el continente. Un jaguar adulto macho puede llegar a pesar más de 150 kilos y, en proporción, posee el cráneo más grande de todos los felinos del planeta”.
No es para menos. El sitio especializado detalla que tiene mandíbulas capaces de destrozar el cráneo de un caimán adulto. Letal, veloz, hermoso por sus colores, entre otros atributos que saltan a la vista, este espécimen está emparentado con la también sigilosa pantera.
Pero más allá de sus notables características, ¿por qué la aparición de uno de estos en la frontera sur, entre EEUU y México, es todo un tema?
El peligro de extinción que lo rodea lo explica en parte. Además, sortea como un inmigrante el límite de lo prohibido para ellos, incluido parte del muro de más de 3 mil kilómetros que separa (o trata de hacerlo) a los dos gigantes de Norteamérica.
Nadie lo había visto tan detalladamente desde hace 7 años, pero recientemente hizo acto de presencia, generando noticia entre continentes.
El jefe: su historia en la frontera sur
El periódico español El País, es uno de los medios que destacó la presencia de El Jefe hace unos días.
Su fama, no obstante, se remonta al 2011 cuando un cazador de Tucson (Arizona), uno de sus principales enemigos depredadores, alertó de su existencia y singular superioridad.
Desde ese entonces fue reconocido por su patrón de manchas negras. La pieza recogida por el medio español hace referencia del uso que los mayas hacían del pelaje de los jaguares para convertirla en vestimenta que denotaba poder. Esos colores característicos eran para este imperio una interpretación de estrellas del cielo.
“Las motas tienen un patrón único, son como nuestra huella dactilar, por lo que es fácil identificarlos”, afirmó Carmina Gutiérrez, coordinadora de Investigación del Proyecto Jaguar del Norte.
Diez años después de dejarse ver por el cazador, El jefe apareció en territorio mexicano (2021).
Profauna es una asociación del fronterizo estado de Coahuila. Es una organización de un grupo binacional dedicado a la protección del ejemplar y la encargada de fotografiar el avistamiento.
“Desde hace años se han registrado de un lado y al otro de la frontera jaguares de gran tamaño. Lo que significa que el trabajo de conservación en la región está dando sus frutos”, afirma el director del organismo, Sergio Marines.
La esperada aparición de El jefe
Ocurrió a principios de agosto en Sonora, estado mexicano que colinda con Arizona.
“No sabemos cuándo cruzó, si pasó todo el año en Arizona o en México. Tampoco tenemos ni idea de qué puntos del territorio atravesó”, explicó Gutierrez, al dar cuenta del acto de aparición de El jefe, con las respectivas pruebas registradas en video.
Este jaguar, según explican los expertos que le siguen la pista, es longevo, por lo que existe un enorme interés en saber si ha dejado descendencia desde que fue visto por primera vez hace 11 años (2011). Su salud también preocupa y de ahí los esfuerzos por cuidarlo.
El animal se mueve a su antojo a lo largo de la frontera y su enorme muro, destinado a frenar el paso de migrantes ilegales. Pero tal parece que la enorme estructura no va con él. La cruza sin la distinción que el humano hace con otros. El jefe, manda en ese y otros territorios.
“Pero la reaparición de este ejemplar es una buena noticia, pues significa que todavía hay posibilidad de que la fauna se mueva entre un país y el otro”, comentó, Roberto A. Wolf, director del proyecto Jaguar del Norte.
El muro y sus efectos “devastadores” para el jaguar
Uno de los tipos de caza del jaguar está casi extinta, más no vencida, según los expertos en estos animales.
“Aunque la caza furtiva como trofeo ya casi no existe, porque nadie va a tener la osadía de vender su piel en un mercado, se siguen eliminando en gran medida por su supuesta depredación”, según Sergio Marines, director de Profauna.
No sólo eso. La amenaza viene en miles de kilómetros entre dos países, con el muro fronterizo.
Miguel Gómez, administrador de la organización, considerada santuario de la fauna, dice que los efectos de esta enorme estructura son devastadores, no sólo para los seres humanos.
“Impide el paso y movimiento de animales carnívoros como osos, lobos, coyotes y diversos felinos, entre ellos, el puma y el jaguar”.
Si bien la caza se redujo considerablemente, es la cadena alimenticia mermada por la existencia del muro, la que ve las consecuencias de una política migratoria de un país hacia otros, cuyos ciudadanos se esmeran en cruzar.
“Si hay un buen equilibro de las presas naturales, el jaguar se va a enfocar en ellos y el ganado se va a mantener protegido”, añadió Marines.
“En nuestra reserva se alimentan de fauna salvaje, sobre todo, de venado y jabalí, pero pueden hacerlo de más de 150 especies”, lo secunda la coordinadora de la iniciativa Carmina Gutiérrez. De ahí que la naturaleza se estrelle con esa realidad de 10 metros de alto.
“El calibre del muro fronterizo ya es un obstáculo absoluto para el jaguar y para sus presas, como el berrendo (antílope americano) o el venado. La cimentación de los muros bajo la tierra también afecta a distintas especies de roedores, como los perritos de praderas, y fragmenta el ecosistema de aves”, aseguró Gómez.
El jaguar en las Américas
Los jaguares, como El jefe, son una especie de leyenda en el continente americano.
“El jaguar se distribuye desde el norte de México hasta Argentina. En el sur de Estados Unidos hay alguno, pero la población está casi extinta”, aseguró Daniela Medellín, bióloga del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En México, se calculó la existencia 4.800 jaguares y, en total, 64 mil a lo largo del continente, según el citado laboratorio.
No obstante, debe existir un plan sostenido para evitar que este felino, considerado el tercero más grande del mundo, desaparezca.
“Va a caer en los próximos 10 o 15 años; si en ese tiempo no tenemos una política de conservación sólida y establecida, y las poblaciones no tienen seguridad, podríamos perderlos”, sentenció Medellín.