Un zarapito de pico recto (Limosa haemastica) voló nada menos que desde Chiloé, en el sur de nuestro país, hasta Kansas, en Estados Unidos, abarcando una distancia de 9.350 kilómetros.

Durante todo el trayecto, no se detuvo a descansar ni tampoco para alimentarse, lo que entrega pistas sobre los ciclos de este tipo de aves que estacionalmente viajan entre los hemisferios sur y norte.

Los detalles de esta historia fueron dados a conocer por Ladera Sur, plataforma que trata temas relacionados a la naturaleza, ciencias y medio ambiente.

A través de un artículo publicado en su sitio oficial, se indica que un grupo de científicos se encuentra rastreando el periplo de esta especie con el objetivo de encontrar patrones de estas migraciones.

“Además, este caso evidencia la crítica relevancia de los humedales de Chiloé para la ruta migratoria de estos animales, por lo que algunos llaman a proteger estos ecosistemas con el fin de resguardar, a su vez, a estos avezados voladores”, agrega el citado portal, que además trabaja con una red de colaboradores expertos, fundaciones y ONGs.

Tom Benson | eBird.org
Tom Benson | eBird.org

Los zarapitos llegan a nuestro país durante la época estival, y cuando en nuestro hemisferio comienza el otoño, migran hacia Norteamérica. Precisamente eso fue lo que hizo este ejemplar macho, el cual fue marcado el pasado 18 de enero para así ser rastreado por los científicos mediante la geolocalización.

Diego Luna Quevedo, especialista en Conservación de la Red Hemisférica para Reservas de Aves Playeras, explicó que el zarapito de pico recto “vuela cada año desde su zona de reproducción en la tundra de Alaska hasta la isla de Chiloé para su invernada, en un viaje que recorre una distancia estimada de 30.000 km de ida y vuelta, donde se alimenta de la rica fauna bentónica existente en los humedales del archipiélago”.

Por su parte, el director del Bird Ecology Lab de la Universidad Austral de Chile (UACh), Juan G. Navedo, detalló cómo lo hacen estas aves para realizar vuelos de tal envergadura sin detenerse.

“Son superatletas obesos. Se sobrealimentan durante varias semanas de forma previa a realizar este increíble desafío y van acumulando reservas en forma de grasas, llegando a incrementar su peso en un 30-40%. Ese es el combustible principal que les permite continuar realizando esfuerzo”, precisó.

Además, añadió el experto, también realizan ajustes notables de su capacidad locomotora, “incrementando la masa de los músculos de vuelo y el tamaño del corazón”. Eso sí, este zarapito no es el único que ha llegado hasta cielos norteamericanos: un segundo ejemplar voló desde Chiloé hasta la Laguna Madre, en México (8.000 km), mientras que un tercero completó 8.670 km.

Cabe señalar que el estudio y seguimiento de estos zarapitos forma parte de una investigación que es liderada por Navedo junto a Nathan Senner de la University of South Carolina. Ambos trabajan con la colaboración de investigadoras e investigadores de postgrado de la UACh y de numerosas universidades de Chile, Argentina, España, Holanda y Estados Unidos, así como también del CECPAN en Chiloé.

En ese sentido, Navedo afirma que el objetivo es poder descifrar “algunos de los patrones de migración de largas distancias para comprender los mecanismos fisiológicos y las adaptaciones necesarias para realizar desplazamientos sin paradas de hasta 10,000 kilómetros en un contexto de cambio global”.