Piense en una ocasión en que buscó un objeto en un estante alto o dentro de una bolsa desordenada: puede identificarlo solo con el tacto según su recuerdo mental de cómo se ve.

Científicos informaron el jueves que esta capacidad de reconocer objetos usando diferentes sentidos existe en insectos como los abejorros.

Estudiar sus cerebros del tamaño de una semilla de sésamo, que contienen alrededor de un millón de neuronas en comparación con las aproximadamente 100.000 millones de los humanos, ayuda a comprender cómo funcionan estos procesos fundamentales, dijo Cwyn Solvi, autor principal de un artículo que describe el hallazgo en la revista Science.

El llamado “reconocimiento de objetos de modo cruzado” había sido demostrado previamente en solo unas pocas especies.

El mecanismo funciona a través de la visión y el tacto en humanos, simios, monos y ratas. Los delfines pueden visualizar objetos que perciben a través del eco, y algunos peces pueden construir una imagen basada en su sentido eléctrico.

Para probar si lo mismo podría darse en los invertebrados, Solvi y sus colegas de la Universidad Queen Mary de Londres realizaron experimentos con agua azucarada, una recompensa positiva, y quinina de sabor amargo, que se usaron para llenar cubos pequeños o esferas.

Así, se soltaron unas 40 abejas en una habitación oscura y sin ventanas con esos objetos, con lo que aprendieron a través del tacto qué forma contenía la recompensa, y luego fueron volviendo para visitar solamente los objetos de esa forma que contenían el elemento de recompensa.

La prueba se repitió con las luces encendidas para que las abejas pudieran ver. Esta vez había una capa de plexiglás colocada encima de las formas que evitaba que las abejas diferenciaran los objetos al tacto.

Pero aún así, los insectos fueron directo a los objetos asociados con la recompensa, a los que podían acceder a través de un pequeño agujero a través de la capa de plexiglás.

Para validar los hallazgos, las pruebas se repitieron posteriormente en el orden inverso y se cambiaron las formas que contenían las soluciones agridulces.

“Las abejas tienen algunas representaciones internas unificadas de objetos en el mundo”, dijo Solvi a la AFP.

“Tienen esta perspectiva del mundo que es más completa en lugar de simplemente responder como una máquina, sin ningún tipo de conciencia”, aclaró.

El estudio es el último en explorar la inteligencia de los insectos polinizadores. Se ha demostrado que las abejas melíferas realizan bailes sofisticados entre sí que indican la dirección angular y la distancia que las separa del polen y el néctar, con la intensidad del baile vinculada a la utilidad de la fuente de alimento.