Te tenemos buenas noticias: tu gato no sólo es un peludito tierno y acariciable, además está mejorando tu vida y tu salud.
Quienes aprecian a los mininos son unos afortunados, pues no sólo gozan de su cariño y amor, también se benefician de manera real, según lo prueban varios estudios científicos. Ayudan a prevenir alergias, mejoran tu salud mental, e incluso cuidan tu corazón.
A continuación te contamos sólo algunos de los beneficios de ser el afortunado humano de un gato.
1. Cuidan tu corazón
Un estudio realizado por el Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota en 2008 determinó que quienes viven con un gato tienen menos riesgo de morir de un ataque cardíaco.
Para la investigación se monitoreó a 4.500 personas, de las cuales 3 de cada 5 tenían un minino. Tras el análisis, concluyeron que los “catlovers” tenían un 30% menos de posibilidades de morir de un infarto, consignó el diario electrónico Huffington Post.
2. Son maravillosos calmando tu estrés
De acuerdo a Scientific American, hay estudios que avalan que los gatos ayudan a reducir el estrés y la tensión arterial de sus humanos.
Las vibraciones que producen los gatos al ronronear son de entre 20 y 140 hercios, lo que actúa como un verdadero relajante para quienes están con ellos.
3. Te hacen reír mucho
Quienes viven con un gato saben que estos animalitos son muy divertidos. Siempre te sorprenderán con sus locuras, sus intentos fallidos para salirse con la suya, sus juegos, sus extrañas reacciones, y te sacarán muchas risas.
En este sentido, un estudio de la Universidad Loma Linda de California señaló que tras 20 minutos de ver videos divertidos de gatos, el nivel de cortisol (hormona del estrés) se reduce notablemente.
Además, es sabido que la risa es una gran forma de mejorar nuestro bienestar y salud en general.
4. Son buenos ayudando a personas con autismo a comunicarse
Las terapias con animales domésticos como gatos, son útiles para ayudar a las personas con autismo, ya que pueden establecer relaciones fuertes con ellos, incluso más que con las personas, consigna Huffington Post. Además, les otorgan tranquilidad.
Se cree que esto ocurre porque la interacción con el animal, incrementa la producción de oxitocina, la llamada hormona del amor, que genera sentimientos de bienestar y confianza.
5. Ayudan a combatir la depresión
La compañía de un gato además de ayudar a lidiar con el estrés, mejoran el estado de ánimo, por lo mismo son ideales para personas que enfrentan trastornos psiquiátricos como la depresión.
Pero no sólo es porque sean buenos compañeros, sino que también es porque ayudan a establecer una rutina y otorgar una responsabilidad que mantiene ocupada la mente. Además, el carácter tranquilo de los gatos, suele transmitir paz a sus humanos.
6. Te enseñan a ser más honesto con tus emociones
Si bien la mayor parte del tiempo son tranquilos, no tienen ningún reparo de desatar su locura y correr por toda la casa de vez en cuando. Así como también cuando necesitan un tiempo de calma y soledad te lo harán saber (¿has intentado acariciar un gato cuando éste no quiere?, hará todo el contorsionismo posible con tal de que no lo toques)
En 2012, la Escuela de Salud Pública de Harvard realizó un estudio en el que determinó que acumular emociones negativas puede ser muy dañino para la salud, aumentando el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o cáncer.
Por lo mismo, es muy bueno expresar los sentimientos, como tristeza, ansiedad, miedo, molestia o culpa, en vez de reprimirlos.
7. La soledad será parte del pasado
El amor de un gato es genuino y honesto, no será sumiso a ti, te verá como un igual (por lo mismo, a veces son un poco porfiados), te querrá, jamás te juzgará y se acurrucará contigo.
8. Pueden reforzar las defensas de los niños
Hay estudios médicos que afirman que las mascotas pueden ayudar a fortalecer el sistema inmune de los niños y por lo tanto a que desarrollen menos alergias.
Una investigación publicada en el journal académico Clinical & Experimental Allergy demostró que los bebés nacidos en hogares sin gatos eran mucho más propensos a ser alérgicos cuando adolescentes que aquellos que crecieron con gatos.