El aumento de las temperaturas y las frecuentes olas de calor pueden impactar la salud de quienes consumen medicamentos de manera regular, especialmente aquellos con enfermedades crónicas. Desde deshidratación hasta complicaciones en la termorregulación, el efecto del calor puede ser significativo.
Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, explica que algunos medicamentos son particularmente sensibles a las altas temperaturas, lo que podría agravar sus efectos secundarios.
Entre ellos destacan los diuréticos, usados para tratar hipertensión o insuficiencia cardíaca, ya que aumentan la eliminación de líquidos y electrolitos. “En días calurosos, estos medicamentos pueden acelerar la deshidratación y el desequilibrio de sales en el cuerpo”, advierte Molina.
Por otro lado, medicamentos como los anticolinérgicos, presentes en tratamientos para enfermedades respiratorias, gástricas y neurológicas, afectan la sudoración y dificultan la regulación de la temperatura corporal. Además, algunos antipsicóticos y sedantes también podrían alterar estos mecanismos, aumentando el riesgo de golpes de calor.
“Al reducir la capacidad del cuerpo para disipar calor, aumenta el riesgo de golpes de calor. Los pacientes deben consultar a su médico para ajustar dosis o explorar alternativas de tratamiento”, señala la profesional.
Medicamentos y posibles riesgos ante el calor
Otros medicamentos también pueden generar complicaciones en condiciones de calor extremo. Los antihipertensivos, como los bloqueadores beta y los inhibidores de la ECA, pueden causar hipotensión en casos de vasodilatación inducida por el calor, provocando mareos o desmayos.
Asimismo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINES) podrían afectar la función renal, incrementando el riesgo de hiperpotasemia, una alta concentración de potasio en la sangre que podría derivar en problemas cardíacos.
Laxantes y medicamentos para el control de la diabetes también requieren especial atención, ya que pueden generar pérdida de líquidos o desestabilizar los niveles de glucosa en condiciones de deshidratación. “El monitoreo adecuado y constante es fundamental para evitar riesgos o complicaciones en los pacientes que los consumen”, enfatiza Molina.
Un problema relevante en Chile
En Chile, un 27% de los adultos padece hipertensión y un 12% diabetes, según la última Encuesta Nacional de Salud. Estas cifras hacen que el impacto de las olas de calor sea especialmente preocupante, más aún cuando su frecuencia e intensidad han aumentado en los últimos años.
De hecho, según especialistas del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, estos episodios se relacionan con un incremento del 15% en las consultas de urgencias por descompensaciones cardiovasculares durante el verano.
Por último, el calor no solo afecta directamente al organismo, también puede alterar la estabilidad química de los medicamentos, reduciendo su eficacia o generando compuestos tóxicos. Por ello, Molina recomienda guardar los medicamentos en lugares frescos, entre 15 °C y 25 °C, evitando su exposición directa al sol.