La baja actividad física no solo está vinculada a enfermedades crónicas y mortalidad prematura, sino que también tiene un impacto directo en la expectativa de vida, comparable con hábitos como fumar.
Un reciente estudio titulado Physical activity and life expectancy: a life-table analysis detalla cómo los niveles insuficientes de actividad física afectan drásticamente la esperanza de vida, especialmente en adultos mayores.
¿Cuántos años se estarían perdiendo por no moverse lo suficiente?
El análisis, realizado en base a datos de la población estadounidense mayor de 40 años, reveló que si todos se ejercitaran al nivel de las personas más activas del 25% superior, la expectativa de vida promedio aumentaría en 5,3 años.
Para quienes tienen los niveles más bajos de actividad, incluso un cambio pequeño puede ser significativo: una hora adicional de caminata diaria podría añadir hasta 6 horas más de vida.
Esto demuestra que, aunque los beneficios de la actividad física son notorios para todos, son particularmente impactantes para quienes actualmente llevan un estilo de vida sedentario.
Los resultados del estudio sugieren que el impacto de la baja actividad física en la mortalidad es comparable al del tabaquismo y podría superar al de la hipertensión.
“Me sorprendió descubrir que la pérdida de años de vida en los EE. UU. debido a los bajos niveles de actividad física podría rivalizar con las pérdidas debidas al tabaquismo y la hipertensión arterial”, dijo el autor principal del estudio, el Dr. Lennert Veerman, profesor de salud pública en la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad Griffith en Australia, a CNN.
Sedentarismo: una epidemia global
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enfatizado la importancia de combatir el sedentarismo. Sin embargo, la baja actividad física sigue siendo un problema global.
Además, muchos estudios previos habían subestimado los efectos del ejercicio porque se basaban en autoinformes, los cuales suelen ser imprecisos. Este nuevo estudio, que utiliza dispositivos para medir la actividad de manera más precisa, muestra que la relación entre la actividad física y la mortalidad es mucho más fuerte de lo que se pensaba.
El estudio también destaca la importancia de políticas públicas que fomenten entornos propicios para la actividad física, como la creación de vecindarios caminables, transporte activo y espacios verdes. Estas medidas no solo mejoran la salud individual, sino que también contribuirían a reducir las desigualdades en salud entre diferentes grupos sociales.
En pocas palabras: aumentar el tiempo de movimiento diario, incluso con actividades simples como caminar, puede prolongar la vida por varios años. Y, tal y como indica este estudio, nunca es tarde para comenzar a moverse.