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Qué es el SIBO y qué comer para no sufrir hinchazón excesiva

09 octubre 2024 | 13:25

El Sobrecrecimiento Bacteriano Intestinal, más conocido como SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth, por sus siglas en inglés), es una condición que afecta al intestino delgado y que puede generar una amplia variedad de síntomas digestivos.

Esta alteración ocurre cuando las bacterias, que normalmente habitan en el intestino grueso, migran al intestino delgado, donde no deberían estar en grandes cantidades.

El resultado es una interferencia con la digestión y absorción de nutrientes, lo que provoca malestar y problemas de salud, que, según el Instituto de Microbiología de España, el 2,5 y el 22% de la población general y el 33% de las personas con síntomas gastrointestinales sufren.

¿Qué provoca el SIBO?

De acuerdo a Mayo Clinic, el intestino delgado está diseñado para tener un ambiente controlado con pocas bacterias. Sin embargo, cuando el tránsito intestinal se ralentiza o se produce un daño estructural en el intestino, las bacterias comienzan a crecer en exceso.

El exceso de bacterias en el intestino delgado puede agotar los nutrientes que necesita el cuerpo, complementa MedlinePlus. Por ello, como consecuencia, la persona puede bajar de peso rápida e involuntariamente, además de presentar desnutrición.

¿Cuáles son las causas más comunes del SIBO?

Disfunción del complejo motor migratorio: Este es un proceso de limpieza natural que realiza el intestino delgado entre comidas. Si no funciona correctamente, las bacterias pueden acumularse.

Uso prolongado de antibióticos: Al alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, los antibióticos pueden contribuir a que las bacterias se asienten en el intestino delgado.

Enfermedades crónicas: Trastornos como el síndrome del intestino irritable (SII), la diabetes, o enfermedades inflamatorias intestinales pueden aumentar el riesgo de SIBO.

Cirugías gastrointestinales: Procedimientos como la cirugía de bypass gástrico pueden predisponer a la acumulación de bacterias en el intestino delgado.

¿Cuáles son los síntomas?

El SIBO puede manifestarse de muchas formas, pero los síntomas más habituales incluyen:

Hinchazón y gases: La fermentación excesiva de los alimentos por parte de las bacterias produce gases, lo que genera una sensación constante de hinchazón.

Diarrea o estreñimiento: Dependiendo del tipo de bacteria predominante, algunas personas pueden experimentar diarrea persistente, mientras que otras sufren de estreñimiento.

Dolor abdominal: La acumulación de gases y la inflamación intestinal pueden provocar molestias o dolor en el abdomen.

Malabsorción de nutrientes: El sobrecrecimiento bacteriano interfiere con la absorción de nutrientes, lo que puede llevar a la pérdida de peso, deficiencia de vitaminas y desnutrición.

Diagnóstico y tratamiento del SIBO

El primer diagnóstico del SIBO generalmente se realiza mediante una prueba de aliento. Esta prueba mide la cantidad de gases (hidrógeno y metano) que exhalas después de consumir un líquido que contiene lactulosa o glucosa.

Si los niveles de estos gases son altos, es probable que haya una sobrepoblación bacteriana en el intestino delgado.

Sin embargo, desde la Clínica Barcelona de España, afirman que la prueba más específica es a través de un cultivo del líquido de la zona intermedia del intestino delgado. Pero para conseguirlo es necesario realizar una gastroscopia, que es un procedimiento invasivo.

¿Tiene tratamiento el SIBO?

Entre los principales tratamientos se encuentran:

Antibióticos: Se prescriben para reducir el número de bacterias en el intestino delgado.

Cambios en la dieta: Seguir una dieta baja en carbohidratos fermentables.

Probióticos: Aunque su uso en SIBO es discutido, algunos especialistas recomiendan probióticos específicos para restablecer el equilibrio bacteriano.

¿Cómo prevenir el SIBO y qué alimentos consumir?

Para prevenir el SIBO es fundamental mantener un tránsito intestinal adecuado. Esto puede lograrse con una dieta equilibrada y rica en fibra, evitando el uso innecesario de antibióticos y tratando adecuadamente las enfermedades subyacentes que pueden favorecer su aparición.

Proteínas: Carnes (pollo, pavo, res), pescado, mariscos, huevos.
Vegetales: Zanahorias, calabacín, pepino, espinacas, col rizada, pimientos.
Frutas: Plátanos, arándanos, fresas, uvas, naranjas.
Granos sin gluten: arroz, avena sin gluten, quinoa.
Lácteos sin lactosa y leche sin lactosa, quesos duros (cheddar, parmesano), alternativas vegetales (leche de almendra, leche de coco).
Aceites y grasas saludables: Aceite de oliva, aceite de coco.
Hierbas y especias: jengibre, cúrcuma, romero, tomillo.