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La elección entre una licuadora y una procesadora puede generar dudas al armar una cocina funcional, siendo clave considerar el tipo de preparaciones que se deseen realizar. La licuadora se destaca por licuar alimentos sólidos en líquidos, siendo fundamental para batidos, jugos, sopas y salsas, aunque su uso se limita en ingredientes secos o muy sólidos. En contraste, la procesadora ofrece mayor versatilidad al trabajar con ingredientes densos, permitiendo una variedad de texturas y consistencias. Mientras la licuadora es ideal para preparaciones líquidas, la procesadora destaca por su funcionalidad y capacidad de manejar ingredientes sólidos, siendo una opción más completa y versátil en la cocina.

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Al momento de armar una cocina funcional, una duda que podría surgir es si se debería adquirir una licuadora o una procesadora, o incluso si es mejor tener los dos.

Aunque ambos aparatos parecen similares, su funcionamiento y utilidad varían significativamente, por lo que elegir el correcto dependerá, a grandes rasgos, del tipo de preparaciones que se desee realizar.

Al respecto, diferentes chefs y expertos en el rubro compartieron su experiencia en la elección de estos electrodomésticos a La Tercera.

¿Qué hace una licuadora?

La función principal de la licuadora es licuar, es decir, transformar alimentos sólidos en líquidos. “Para licuar”, como explica la chef Fernanda Giacaman. Se necesita siempre un elemento líquido —agua, caldo o incluso alcohol— para obtener batidos, jugos, sopas o salsas.

Las licuadoras profesionales, agrega, pueden realizar algunas funciones de procesadoras, como moler o triturar ingredientes sólidos, pero “son las más caras”.

El cronista gastronómico Álvaro Peralta menciona que en preparaciones específicas como el gazpacho, “la licuadora es imprescindible”, ya que es necesaria para obtener una textura suave y homogénea.

Además, para ciertos cócteles, como el daiquiri, o para moler hielo, la licuadora es la mejor opción. Sin embargo, advierte que su uso es limitado cuando se trata de procesar ingredientes secos o muy sólidos.

Procesadora: más versátil, pero con límites

Si bien la licuadora es útil en ciertas preparaciones líquidas, la procesadora se destaca por su versatilidad. El chef Joaquín Cerda, tras intentar hacer mantequilla de maní en una licuadora, se dio cuenta de las limitaciones de esta.

“La licuadora no tiene la capacidad de bajar la mezcla… cada 30 segundos tenía que parar, abrir la tapa, despegar la mezcla, bajarla, volver a tapar y seguir”. Finalmente, decidió optar por una procesadora para esa tarea, ya que es más adecuada para trabajar con ingredientes densos.

Fernanda Giacaman también prefiere la procesadora por su funcionalidad: “Una buena procesadora es más completa, más manejable, fácil de limpiar y más barata que una buena licuadora”.

Si bien algunas procesadoras pueden cumplir tareas de licuado, como hacer cremas de verduras, su principal ventaja es la capacidad de manejar una variedad de texturas y consistencias.

Tipos de procesadoras

Existen diferentes tipos de procesadoras en el mercado. Las procesadoras de inmersión, que se usan directamente en ollas o recipientes, son prácticas pero limitadas en potencia. Por otro lado, las procesadoras de bol fijo son más robustas y cuentan con distintos cuchillos para funciones específicas, como moler carne o triturar frutos secos.

En pocas palabras, elegir entre una licuadora y una procesadora depende de las necesidades de cada persona en la cocina. Si las preparaciones líquidas son frecuentes, una licuadora puede ser ideal. Sin embargo, si se busca más versatilidad y la capacidad de trabajar con ingredientes sólidos o densos, una procesadora es la opción más completa.