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En medio del caos por la entrega de tulipanes gratis en Santiago, recordamos la célebre "Crisis de los Tulipanes" en los Países Bajos del siglo XVII, considerada la primera burbuja especulativa de la historia. Durante las décadas de 1620 y 1630, los tulipanes se convirtieron en un símbolo de estatus y moda, alcanzando precios exorbitantes, como el Semper Augustus vendido por 10.000 florines. Aunque algunos consideran la tulipomanía una crisis financiera, la historiadora Anne Goldgar sostiene que su impacto real fue limitado, más ligado a factores culturales que a una fiebre especulativa. A pesar de su abrupto colapso en 1637, la tulipomanía tuvo mínimas consecuencias económicas en los Países Bajos, desafiando relatos exagerados como los de Charles Mackay en el siglo XIX.

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En medio del caos que significó para miles de personas conseguir un tulipán gratis en Santiago, a manos de la embajada de Países Bajos, recordamos la “Crisis de los Tulipanes”, también conocida como tulipomanía, considerada la primera burbuja especulativa de la historia.

El hecho ocurrió en los Países Bajos durante la primera mitad del siglo XVII y es utilizado como ejemplo de los peligros de la especulación financiera. Incluso, ha sido citada para comparar fenómenos actuales como el auge de las criptomonedas.

El auge de los tulipanes

De acuerdo a una investigación de la BBC, durante las décadas de 1620 y 1630, los tulipanes se convirtieron en un símbolo de estatus y moda en los Países Bajos. A medida que su popularidad aumentaba, también lo hacía su valor.

Algunos bulbos, como el Semper Augustus, llegaron a venderse por hasta 10.000 florines, una suma que podía compararse con el costo de una lujosa vivienda en Ámsterdam o el sustento de una familia holandesa durante varios años. Según Mike Dash, autor de Tulipomanía: La historia de la flor más codiciada del mundo, este hecho refleja el nivel extremo de la especulación en ese momento.

Sin embargo, no todos los historiadores coinciden en que la tulipomanía fue una crisis financiera. La profesora Anne Goldgar, experta en historia europea temprana, sostiene que la burbuja no tuvo el impacto devastador que muchos creen.

Según Goldgar, la cantidad de personas que realmente invirtieron grandes sumas en tulipanes fue limitada, y no se encontraron casos de individuos que quedaran en bancarrota o que se suicidaran debido a la caída de los precios, un mito popular que ha perdurado en el tiempo.

También argumenta que el fenómeno tuvo más que ver con factores culturales y estéticos que con una verdadera fiebre especulativa. Los tulipanes, originarios del Imperio Otomano, eran una novedad en los Países Bajos, y su capacidad para cambiar de color los convirtió en un objeto codiciado por coleccionistas y personas adineradas.

El estallido de la burbuja

A pesar de esto, los precios de los tulipanes alcanzaron su punto máximo en 1636 y colapsaron repentinamente en febrero de 1637. El motivo del desplome fue el temor de una sobredemanda insostenible en el mercado.

Aunque la caída de los precios fue abrupta, las consecuencias económicas para los Países Bajos fueron mínimas. Goldgar asegura que la tulipomanía no afectó gravemente la economía de la región, una conclusión que contradice a algunos relatos históricos.

¿Mito o realidad?

Parte de la fama de la tulipomanía proviene de los relatos del historiador escocés del siglo XIX, Charles Mackay, quien popularizó la historia con un enfoque sensacionalista.

Aunque su trabajo no fue considerado riguroso, las coloridas crónicas de Mackay sobre el tema perduran hasta hoy, alimentando la percepción de que la tulipomanía fue una crisis mucho más grande de lo que realmente fue.