Es una situación común para muchas personas: estás disfrutando de una cena con amigos cuando alguien descorcha una botella de vino. De pronto, la conversación gira en torno al maridaje ideal para esa copa y en lo bien que combina dicha cepa con la comida.
A menos que seas un entendido en vinos, probablemente pasaste los siguientes minutos escuchando hablar sobre las notas frutales y el cuerpo robusto de la bebida. Asientes y pruebas un sorbo, sin entender realmente muchas de las palabras que se acaban de mencionar.
¿Vino tinto, blanco o rosé? ¿Merlot, Chardonnay o Carmenere? ¿Dulce o seco? El mundo del vino está lleno de conceptos y palabras que pueden resultar abrumadores para los recién iniciados.
En este contexto, desde BioBioChile conversamos con Adriana Cerda, de Viña Meli, ubicada a unos minutos de San Javier de Loncomilla, una de las primeras enólogas que tuvo Chile y fue la sexta mujer en recibir el Premio al Mérito Vitivinícola.
Conversamos sobre los diferentes tipos de vino, las cepas que hay en Chile, de dónde provienen los aromas del vino y cómo combinarlo con diferentes comidas. Así, la próxima vez que te encuentres en una situación similar, podrás participar con más confianza en la conversación.
¿Vino tino, vino blanco o rosé?
“Hay más filosofía y sabiduría en una botella de vino, que en todos los libros”, dijo alguna vez Louis Pasteur, el célebre científico francés, quien expresó varias veces su admiración por el vino y sus beneficios. Según él, el vino es la bebida alcohólica más higiénica y natural.
La enóloga de Viña Meli explica que el proceso de fabricación del vino comienza con la cosecha de las uvas. A grandes rasgos, estas suelen ser blancas para vinos blancos o tintas para vinos tintos y rosados. Para efectos de este artículo, nos referiremos solo a estas tres variedades, aunque también existen otras, como los vinos espumantes.
El caso del vino blanco, el jugo fermenta sin las pieles, resultando en un vino más claro y con menos taninos. Para el vino tinto, se utilizan uvas que se fermentan con sus pieles, lo que le otorga su color oscuro y taninos robustos.
El vino rosé también se elabora con uvas tintas, pero el contacto del jugo con las pieles es breve, solo lo suficiente para darle su distintivo color rosado sin adquirir los taninos de un tinto. “Hay rosé que se hacen de Cabernet, de Pinot Noir, de Carmenere, de variedades tintas. Tiene que ser tinto para que le de el tono rosé. Está la moscatel rosada, pero es bien poco el color que tiene. Y con las uvas rosadas generalmente se hacen otro tipo de vinos”, explicó la enóloga.
Diferentes cepas, diferentes sabores, aroma y cuerpo
En el idioma francés existe una palabra conocida como terroir, que no tiene una traducción exacta al español. “Significa el campo, la variedad, la persona que produce, todos los que trabajan en ese lugar para producir el vino”, comenta Adriana. Lo cierto es que, cuando se trata de vino, el lugar donde se produce la uva es tremendamente significativo. Por ejemplo, según cuenta la experta, en variedades como el Syrah, este tiende a tomar notas distintas dependiendo del lugar donde se produce.
Cuando hablamos de cepas, cabe recordar que estamos hablando del tipo de uva que se utiliza para producir el vino. Existen cientos de variedades diferentes alrededor del mundo. Sin embargo, para los efectos de este artículo abordaremos algunas de las más comunes en Chile.
Las variedades blancas más conocidas son el Sauvignon Blanc, el Chardonnay, el Riesling. “El primero es muy frutal y donde se puede obtener una acidez más rica. Un Chardonnay es un vino más redondito, con otro espectro aromático completamente distinto al Sauvignon Blanc. El Riesling, por su parte, es un vino que se suele dar en lugares más frescos, y es más ácido”, sostiene la enóloga.
“Todos los vinos blancos son de un espectro aromático y de un volumen en boca suave. Por lo tanto, se combinan mejor con comidas más suaves, por ejemplo, todo lo que es vegano y vegetariano”, agregó.
Los tintos son de una consistencia más concentrada en general. “Hay que empezar por el Pinot Noir, que es un vino que no tiene mucho color, que es más suave, y después llegamos a la gama de los tintos más conocidos, como el Cabernet Sauvignon. Es un vino de una intensidad aromática fuerte, tiene muchos aromas tanto en boca como en nariz y se combina bien con comida fuerte, lo que es carne”, indicó la experta.
En esa línea, la enóloga de Viña Meli explicó que el Merlot es más suave, dentro de ser uno de los vinos fuertes. Por su parte, el Carmenere tiende a ser muy especiado, tiene una cantidad de aroma alta, y en boca es más redondo, tiene menos acidez que los Cabernet.
“El Syrah es más suave, pero tiene aromas potentes, y tiene una característica muy especial desde mi punto de vista, que en cada lugar toma como notas distintas. Tú notas más el lugar de donde viene el Syrah”, aseguró.
De dónde provienen las “notas” o el aroma del vino
Una de las primeras cosas que notarás al catar un vino es su aroma. Los expertos suelen referirse a los aromas como “notas”, y pueden variar desde frutas y flores hasta especias y minerales. ¿Cómo obtiene cada tipo de vino su aroma particular?
Adriana aclara que los aromas del vino no son añadidos, sino que la uva en sí misma tiene aromas exquisitos que provienen tanto de la fruta como del proceso de fermentación. Eso sí, según explicó, “si tú a un buen vino le das un par de años en barrica, en madera, adquiere aromas de las maderas”, como a toffee y a vainilla, que aunque pueden parecer inusuales, complementan el perfil del vino.
Además, aunque durante la fermentación se generan ciertos aromas de manera natural, dentro de la botella ocurren reacciones bioquímicas que producen el buqué del vino. Esta crianza en botella añade complejidad y redondez, resultando en vinos que, cuando son bien fermentados y elaborados con uvas sanas, desarrollan un buqué exquisito con el tiempo.
¿Cómo preservar correctamente el vino para que conserve sus propiedades? Según nos explicó la experta, “donde se conservan muy bien los vinos es en las cabas, donde están en el orden de 10-13 grados y no les llega mucha luz. Ahora, para servir el vino son otras temperaturas que se requieren, que también pueden ser muy personales”.
“En normas generales el blanco debiera estar entre los 12-13 grados, por ahí, para que no afecte la comida porque tomar algo muy helado tampoco ayuda a la digestión. Y los tintos para mí lo ideal es que estén entre unos 15 a 18 grados”, agregó.
Cómo encontrar el maridaje ideal para un vino
Una parte importante de la experiencia de degustar vinos es encontrar lo que a uno le gusta más. Según Adriana Cerda, “todo lo que es vino es aventura personal, y uno tiene que arriesgarse a buscar el vino que le guste hasta que lo encuentre”, y eso incluye también la forma de combinarlo con diferentes platillos.
En Chile existe la ventaja de que hay muchas viñas, muchos lugares diferentes, campos distintos, y cada lugar tiene sus propias características, entonces es una gran oportunidad para buscar lo que a uno le guste. “Si tú me preguntas, para mí el vino ideal, el que más me gusta, es cuando voy a algún lugar donde se hace el vino y te ofrecen el vino de la casa, o el vino del enólogo que lo produce”, indicó.
Recomendaciones generales de maridaje
Si bien escoger el vino ideal para una comida puede ser algo muy personal, y que depende mucho de los gustos de cada uno, existen algunas recomendaciones generales que puedes tener en cuenta.
Importante: el vino es una bebida alcohólica, por lo que su consumo está prohibido para menores de 18 años. Además, no bebas si estás embarazada o si vas a conducir.