La manera de hablar a los adultos mayores como si fueran niños tiene su propio término en el mundo anglosajón: elderspeak, que podría traducirse como “lenguaje para viejos”. Aunque suele hacerse con buena intención, puede herir los sentimientos y afectar a la autoestima del interlocutor.
Cuando usamos este patrón comunicativo, elevamos la voz, hablamos más lentamente y marcando la pronunciación, usamos frases cortas y echamos mano de los diminutivos, ya que creemos que las personas mayores no van a poder seguir el hilo de la conversación.
Además, el elderspeak se caracteriza por un vocabulario más sencillo, con estructuras de frases más simples y trufadas de apelativos exageradamente cariñosos, preguntas cerradas, repetición de conceptos y un uso reiterado de la primera persona del plural.
A la postre, no es muy diferente de la manera en que los adultos nos dirigimos a los bebés, conocida en inglés como motherese o infant directed speech.
Aunque esta forma de hablar es más utilizada en el contexto hospitalario o médico, sobre todo por los cuidadores principales y el personal de enfermería, también es frecuente que la empleen familiares directos, amigos de los ancianos e, incluso, los desconocidos.
Es verdad que el cambio de registro comunicativo puede ser beneficioso y facilitar la comprensión en casos de demencia o deterioro cognitivo, pero en contextos generales es capaz de acarrear consecuencias negativas, como una disminución de la autoestima o sentimientos de ser menospreciados, vergüenza y humillación. Cuando los ancianos son infantilizados de manera continuada, incluso tienen riesgo de caer en depresión.
Estrategias de comunicación centradas en la persona
Es importante que los profesionales sanitarios y cuidadores se conciencien y se formen para tratar adecuadamente a las personas mayores.
Por ejemplo, el programa de capacitación Changing Talk (CHAT) –creado por un equipo multidisciplinar del que forma parte Kristine Williams, profesora de Enfermería de la Universidad de Kansas– enseña estrategias de comunicación en este ámbito.
CHAT ha demostrado su eficacia para aumentar la confianza y la satisfacción de los profesionales que atienden a ancianos, promoviendo una relación más centrada en la persona que tienen delante.
Para conseguir una comunicación efectiva con las personas mayores y evitar caer en el uso excesivo del elderspeak, podemos seguir los siguientes consejos:
1. Respeto. Eludiremos términos excesivamente cariñosos cuando estén fuera de contexto como “cariño”, “cielo”, “querido”, etc.
2. Empatía y comprensión. Hay que realizar una escucha activa, aunque a las personas mayores les cueste a veces expresar sus pensamientos o sea difícil entenderlos. Evitaremos hacer interrupciones impertinentes que puedan fomentar su frustración.
3. Adaptación de la comunicación al individuo. Como cada persona es diferente, hay que ajustar el ritmo y el lenguaje a sus necesidades particulares. Siempre debemos estar atentos a las señales que puedan hacernos entrever que el interlocutor no se está sintiendo a gusto con nuestra forma de hablar.
4. Hacerles partícipes de las decisiones. Un error muy frecuente, y que afecta a las emociones de los ancianos, es tomar decisiones por ellos como si no estuvieran presentes. Debemos preguntarles siempre su opinión y sus preferencias e intentar respetar siempre sus elecciones. Esto les hará sentirse útiles.
5. Paciencia. Es la clave para conseguir una comunicación efectiva con la persona que tenemos delante y hacer que se sienta cómoda.
No olvidemos que las personas mayores tienen un papel fundamental en nuestra sociedad y que es muy importante poder escuchar y aprender de sus opiniones, valores e historias. Por ellos y por nosotros, es imprescindible crear un ambiente comunicativo óptimo.
Este artículo fue escrito originalmente para The Conversation.