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El cepillado dental, un hábito arraigado en la rutina diaria de la mayoría, suele realizarse mecánicamente o sin atención, lo que reduce su efectividad. María Ignacia Amenábar de Fundación Sonrisas destaca la importancia de establecer rutinas adecuadas para prevenir caries y mejorar la calidad de vida, sin importar la edad. Aunque la infancia es crucial para desarrollar hábitos saludables, siempre se puede mejorar. Algunos errores comunes incluyen un cepillado apresurado, aplicar demasiada fuerza, no limpiar la lengua, usar un cepillo inadecuado, descuidar ciertas zonas de la boca y usar demasiada pasta dental. Es esencial corregir estas prácticas para prevenir problemas dentales en el futuro.
El cepillado dental es un hábito que está tan arraigado en la rutina diaria de la mayoría de los seres humanos, que pocas veces las personas se detienen a evaluar qué tal lo están haciendo.
Gran parte realiza esta acción de forma mecánica, o sin prestarle mucha atención, mientras ejecutan otras tareas, lo cual provoca que terminen con un cepillado sin tanta efectividad.
Esta situación es resaltada por María Ignacia Amenábar, cirujano dentista y directora social de Fundación Sonrisas, quien señala que “es fundamental establecer rutinas adecuadas e incluso entretenidas, ya que el cuidado dental no solo previene caries, sino que también es clave para una mejor calidad de vida“, sin importar la edad.
Aunque “la infancia es clave para desarrollar hábitos saludables que perduren en el tiempo”, afirma Amenábar, siempre hay espacio para mejorar, desaprender malas prácticas y así prevenir problemas dentales en el futuro.
¿Cuáles son los errores más comunes en el cepillado dental?
Cepillarse los dientes no es solo un hábito, sino una técnica que debe realizarse correctamente para ser efectiva. A continuación, la dentista comparte los errores más frecuentes y cómo evitarlos:
1. Cepillado apresurado: un cepillado rápido no elimina adecuadamente la placa bacteriana. Para una limpieza completa, se recomienda dedicar al menos dos minutos y asegurarse de cubrir todas las superficies dentales.
2. Aplicar demasiada fuerza: cepillar con mucha presión puede desgastar el esmalte y dañar las encías, provocando sensibilidad dental. Lo ideal es hacerlo con movimientos suaves y circulares, al menos dos o tres veces al día.
3. No limpiar la lengua: después de cepillarse los dientes, es importante limpiar la lengua para prevenir el mal aliento y eliminar bacterias que pueden acumularse en su superficie.
4. Usar un cepillo inadecuado: existe el mito de que las cerdas duras eliminan mejor la placa, pero en realidad pueden dañar las encías. Se recomienda elegir un cepillo de cerdas suaves, que limpie eficazmente sin irritar las encías.
5. Descuidar ciertas zonas de la boca: muchos niños (y adultos) se enfocan solo en los dientes frontales, olvidando la parte posterior, las muelas y la línea de las encías. Para evitar esto es importante usar un cepillo con cabezal pequeño, que facilite la limpieza de los dientes posteriores e incluir el hilo dental en la rutina diaria, ya que el cepillo no alcanza las zonas entre los dientes, donde se acumulan restos de comida y bacterias.
6. Usar demasiada pasta dental: el exceso de pasta dental no mejora la limpieza y, en niños pequeños, puede generar problemas si la ingieren. Para menores de 3 años se recomienda usar una cantidad del tamaño de un grano de arroz; y en mayores de 3 años una cantidad similar a una arveja.