Seguro que al menos una vez en tu vida jugaste a encontrarle forma a las nubes en esos días en que parecieran verse más esponjosas. Algo que no podrías hacer cuando el cielo está completamente cubierto o salpicado por apenas unos hilos nubosos.
Basta con alzar la vista un día cualquiera para evidenciar que no todas las nubes son iguales, o que hay distintos tipos. Para gran parte de las personas, ese acto de observar se trata de una acción inocente, pero, ¿sabías que hay toda una ciencia detrás?
Y es que más allá de las formas de animales y otros objetos que creas ver en su cambiante composición, tienen nombres específicos y clasificaciones que las diferencian entre sí.
Todo se remonta a principios del siglo XIX, cuando se publicaron los primeros estudios sobre nubes a manos de Jean-Baptiste Lamarck y Luke Howard, entre 1802 a 1803. Algunas décadas más adelante, en 1879, se publicó un compendio con 16 fotografías para graficar la diferenciación.
En tanto, en 1896, se publicó el primer Atlas internacional con 28 láminas a color, definiciones y descripciones y en tres idiomas: alemán, francés e inglés; todo un avance para la observación de nubes.
¿Qué tipos de nubes existen?
Ese atlas antes mencionado ha sufrido cambios a lo largo de los años. Su versión más actual, que data de 2017, detalla que existen 10 géneros, 15 especies, 9 variedades, 11 rasgos suplementarios y 4 nubes accesorias.
Antes de comenzar a detallar los tipos de nubes y así ayudarte a nombrar lo que puede haber en el cielo de tu ciudad mientras lees esta publicación, es necesario aclarar qué se entiende por este fenómeno.
El mismo Atlas Internacional señala que “una nube es un hidrometeoro consistente en diminutas partículas de agua líquida o hielo, o de ambos, suspendidas en la atmósfera y que, por lo general, no tocan el suelo”.
A la hora de clasificarlas, el rango de altitud en que se encuentran es clave. Dependiendo de su ubicación en la troposfera, se agrupan en niveles alto, medio y bajo. Al igual que ocurre con animales, plantas, hongos y más, las especies de nubes también tienen nombres en latín.
Nubes altas
Cirrus: estas nubes se presentan separadas entre sí como filamentos blancos y delicados, o en forma de bandas estrechas. Suelen ser blancas o casi blancas, con un aspecto fibroso similar a cabellos, un brillo sedoso, o ambas características al mismo tiempo.
Cirrocumulus: se ven como nubes finas y blancas agrupadas como bancos o capas, compuestas de elementos muy pequeños en forma de gránulos, ondulaciones, etc. Se ven dispuestas con mayor o menor uniformidad.
Cirrostratus: esta capa nubosa, suele tener un aspecto transparente y blanquecino, aunque también tiene una apariencia similar a cabellos o una textura lisa. Estas nubes suelen cubrir parcial o totalmente el cielo y, con frecuencia, generan fenómenos ópticos como halos.
Nubes medias
Altocumulus: corresponde a bancos, bandas o capas de nubes blancas o grises, o de ambos colores combinados. Estas nubes suelen mostrar sombras y están formadas por masas redondeadas, rodillos o losetas, que pueden ser parcialmente fibrosas o difusas. Los elementos suelen distribuirse de manera regular.
Altostratus: capas de nubes grisáceas o azuladas con un aspecto estriado, fibroso o uniforme. Cubren el cielo total o parcialmente y son lo suficientemente delgadas en algunas partes como para permitir que el Sol se vea de forma difusa, como a través de un vidrio esmerilado. No producen halos.
Nimbostratus: nubes grises, con tonos oscuros, que a su vez tienen un aspecto de velo por precipitaciones continuas de lluvia o nieve que alcanzan el suelo. Su grosor tapa completamente el Sol y frecuentemente, se observan pedazos de nubes bajas debajo de esta capa, que pueden estar conectados o no con el nimbostratus.
Tipos de nubes bajas
Stratocumulus: estas son bandas o capas de nubes blancas, grises, o ambas, que suelen mostrar partes oscuras. Están formadas por masas redondeadas, losetas o rodillos que no presentan un aspecto fibroso.
Stratus: son nubes de color gris, que tienen una base uniforme y suelen estar acompañadas de llovizna, nieve ligera o cinarra. Cuando el Sol es visible a través de ellas, su contorno es claramente distinguible. Por lo general, no generan fenómenos de halo, salvo en temperaturas extremadamente bajas, y a veces aparecen como parches deshilachados.
Cumulus: en este caso, las nubes tienen una apariencia separada pero densa, y presentan contornos definidos. Se presentan de forma vertical, con protuberancias, cúpulas o torres, cuya parte superior suele parecerse a una coliflor, consigna el Atlas Internacional de Nubes. Las zonas iluminadas por el Sol son blancas y brillantes, mientras que su base es oscura y horizontal. A veces, los Cumulus pueden aparecer desgarrados.
Cumulonimbus: el último género se refiere a nubes voluminosas y densas con un desarrollo vertical significativo, que adoptan formas similares a montañas o grandes torres. Su parte superior puede ser lisa, fibrosa o estriada, y suele extenderse en forma de yunque o penacho. Bajo su base, que suele ser muy oscura, a menudo se observan nubes bajas desgarradas y precipitaciones.